Cinco años después.
El tiempo, al igual que el agua de los ríos, pasa sin devolverse, de forma cruel y despiadada.
Paulina está trabajando, como de costumbre en su aula de clases, aunque no es el aula más convencional, pues es un espacio bastante amplio donde tiene varios tanques y piscinas para peces, así como muchos acuarios, sus estudiantes no son muy numerosos, solo tiene unos 25 jóvenes que van de los quince a los dieciocho años aproximadamente. Sus clases no son las típicas clases de tablero, siempre están haciendo diversas labores prácticas, los estudiantes aprenden haciendo. El lugar se ha vuelto popular en los últimos tres años gracias a los esfuerzos realizados por la rectora de la Institución y de muchas personas que les han tendido la mano para poder tener ese sitio tan agradable para que los jóvenes aprendan todo lo relacionado con la cría de peces ornamentales. Su clase está a punto de terminar cuando llega una mujer de unos treinta y tantos, pregunta por ella al vigilante y este anota su nombre en el libro de vigilancia. Cuando se despide de los muchachos de último año, les recuerda traer ropa de trabajo para la siguiente fecha y se dirige hacia la alta mujer que la espera.
- Hola, como estas? Mi nombre es Sussane Kross, tu jefe me dijo que podía hablar contigo para todo lo que tiene que ver con este lugar. - Soltó toda la información casi sin hacer pausa. Habla muy bien el español, pero tenía un marcado acento extranjero y su apariencia lo confirmaba.
- Hola. Es un placer, Paulina Valiente, ¿en qué puedo ayudarte? - Dice quitándose la blanca bata de laboratorio que porta y quedando en su habitual vestimenta, jeans y camisa tipo polo.
- Dime Sussi, por favor. - Sonríe mientras la saluda con 4 besos que la dejan fuera de lugar, en realidad ella había tendido su mano como saludo, no esperó tal demostración de "afecto" - Mira, yo tengo una agencia de turismo y me gustaría que este lugar hiciera parte de mis recorridos, es un espacio amplio, agradable, diferente a lo que hay por aquí y con muchas oportunidades de aprender, sé que a mis clientes le va a encantar este sitio. - Cada palabra que incluye la letra R sale de una forma bastante marcada.
- Bueno en realidad este es un espacio académico, lo que hacemos aquí es para que los chicos aprendan y puedan trabajar cuando terminen la escuela. - dice entusiasmada y tratando de no decir nada inapropiado.
- Perfecto. Eso es lo que necesito. - Anota algo en su libreta y señala con el bolígrafo hacia Paulina y luego hacia el lugar a las espaldas de ésta. - Así me dijo tu jefe que eras. ¿Puedes mostrarme lo que tienen?
En un recorrido de aproximadamente treinta y cinco minutos le muestra su área de trabajo. La rubia de ojos azules se ve fascinada y pregunta por todo. Ella responde con mucha naturalidad a todas sus preguntas y da respuestas que son fáciles de entender para alguien que no sepa nada del tema. Al finalizar el "TOUR", como dijo Sussane, están riendo por algunos comentarios con doble sentido que hacia la mujer extranjera.
- ¿De dónde eres? - Cuestiona Paulina, con la curiosidad ganándole la partida.
- Alemania. Allí no más. - Otra vez ríen juntas. - Tú sabes mucho de peces, me gusta como hablas, tu español es muy claro.
- ¿Te parece? En realidad, estoy aprendiendo, esta ha sido mi escuela aquí he aprendido casi todo lo que sé, sólo tengo tres años en este proceso.
- Wow, me puedes ayudar con mis tours, quiero incluir este destino. Yo hablé con tu jefe, la religiosa, y está completamente de acuerdo.
- Ups, si, pero... - No sabe cómo decirle a esta mujer que el tiempo que pueda destinar a los tours no fuera a ocupar su tiempo en familia - no estoy disponible siempre.
- No te preocupes. No es muy seguido y trataré de avisarte por lo menos quince días antes. - Acota la alemana en un tono bastante serio, muy profesional.
Esa mujer es una empresaria, habla y piensa como una, solo que su apariencia es más bien la de un turista más, unas cortas bermudas, con una camisilla de tira muy delgadas y una sombrereta muy coqueta. A primera vista nadie la vería como algo más que una visitante de otras tierras.
- Ok. - después de pensarlo dos segundos decidió que podía conversar más cosas con su visitante y se decide a preguntar - ¿Dónde vives?
- Yo vivo aquí, frente al mar. - Apunta con uno de sus dedos en alguna dirección que Paulina parece entender por el gesto que hace.
- ¿Sí? Yo también vivo aquí. - Apunta, levantando un poco los hombros, con una sonrisa de bella casualidad.
Esta casualidad genera un ambiente más cercano entre ambas, mientras caminan hacia la escuela. Sentadas en la terraza de la gran casa que es la edificación conocida como escuela, conversan un buen rato de lo que hace cada una, encontrando que son de la misma edad, pero a diferencia de Paulina su nueva amiga es soltera sin hijos, ha vivido sola desde hace muchos años y solo cuenta con su mamá y lo que más llama la atención de Sussi es saber cómo se hace para vivir en una familia donde son tantos hermanos. Al parecer en casa no había televisor y tampoco cartas o dominó, es el chiste más frecuente de Paulina ante cualquier comentario por el número de hermanos que tiene.
Al sonido del timbre que marca el fin de la jornada escolar, Sussane se despide con un fuerte abrazo y varios besos intercalando mejillas al igual que al inicio de su conversación. Paulina se despide de sus compañeros de trabajo y camina hasta el apartamento en el que tiene más de cuatro años viviendo con sus dos pequeños. Solo son seis cuadras, pero con el sol característico de Cartagena llega exhausta, con muchas ganas de ducharse y dormir hasta que su cuerpo le grité "fuera de la cama, Floja".
No podía.
No debía.
No quería.
Sebastián y Verónica están en la escuela y debe ir a recogerlos, deja su bolso en un sillón amarillo y toma un vaso con agua, lo único que hay en su nevera, y sale a tomar un bus para recoger a sus hijos de vuelta a casa. La tarde transcurre como todas, tareas, cocina, limpiar, organizar uniformes, preparar clases, buscar algo de información por internet, lo habitual. Nada fuera de la rutina.