Jissel está feliz de pasar unos días con Paulina, su tía siempre ha sido una persona muy importante para ella. En los últimos años se habían dejado de ver, pues su trabajo en Bogotá como presentadora de un canal de televisión la mantenía lejos de su familia la mayor parte del año. Estas vacaciones ha decidido visitar a su familia e invitó a su tía quedarse un par de noches con ella en un apartamento en una zona muy exclusiva de Cartagena.
Sebastián y Verónica están felices porque tienen piscina todo el día y así pueden demostrar todas las posturas en las que han aprendido a nadar. Paulina se siente tan relajada, alejada de toda la rutina que siempre la acompaña, aunque últimamente haya tenido varias salidas, los contextos eran los mismos. Esos tres días son un cambio en su vida, aunque los niños han crecido mucho, tienen nueve y doce años, Paulina aún les dedica mucho tiempo. Ellos son su mundo.
En la primera noche salen a comer todos juntos, son una familia muy grande, en la mesa hay doce personas, ya que Karen, otra de las hermanas de Paulina está con Manuel, su esposo, y sus dos hijos de siete años, Daniel y Gabriel, son gemelos idénticos y la sensación de la noche. Hablan, ríen, recuerdan viejas historias de su niñez, se toman mil fotos, al finalizar la jornada están tan cansados que caen rendidos hasta el día siguiente.
La segunda noche, sería la noche de mujeres solas. Los Hombres se quedaron cuidando los niños. Karen, Jissel, Isabel la hermana de Jissel y Mary su madre acompañaron a Paulina a ver una exposición de arte en el Centro de Convenciones. Aburridas recorren a toda prisa los pasillos, lo hacen solo por complacerla a ella, que siempre quiere esas cosas, muy diferentes a las de las demás mujeres que la acompañan esa noche. Allí se encuentran con Sussane. Han escuchado tanto de ella que con solo verla saben de quien se trata.
El sexteto salió a los 9:45 de la noche en dirección a la calle del Arsenal. Paulina y Jissel se miraron y dijeron en coro:
- ¡TODO ES CUESTION DE ACTITUD, SI!
Ríen a carcajadas y las demás no entienden de que hablan, solo se miran y sonríen expresando sin palabras que ambas están locas. Después de caminar unos metros entran en "Mr. Babilla", la discoteca a las que todos quieren ir, toman una mesa cerca a la barra principal y comienzan a discutir acerca de qué tomar.
- Pidamos una botella de vodka - Dice Karen muy emocionada, con esa voz grave que la caracteriza.
- No tía, - dijo Isabel alargando la O, mostrando su ferviente desacuerdo - ¡yo prefiero unos cocteles para todas!
Mary propuso cervezas, Paulina dijo "agua" y todas gritaron "NO" en coro alargando la O y con un poco de burla impresa.
- Jissel yo sé que tú tienes poderes especiales - dice Sussane, en ese español gutural de ella - convéncela de que se tome algo más fuertecito.
- Tía está noche vamos a hacer cosas diferentes, tu tomas agua todos los días, así que procura. - Jissel la mira y le repite algo que le dijo aquella noche - Una al año no hace daño.
- Está bien, está bien. Tomo lo que ustedes pidan, al mismo ritmo que ustedes. Eso sí, me llevan sana y salva a mi casa. - está un poco más que sonrojada en ese momento, es como si hacerlo la convirtiera en otra persona que ella no quería o no podía reconocer.
En ese momento todas aplauden y piden una gran botella de vodka, que acabaron una hora más tarde, en medio de chistes y comentarios doble sentido que Karen suele hacer y causan risas entre todas las mujeres de la mesa, ella siempre fue la hija rebelde la señora Cecilia, de inmediato pidieron una igual que se propusieron tomar con más calma si no querían acabar la noche pronto. Todas están muy entusiasmadas y bailan solas en su cerrado grupo.
Paulina va al baño, parece que no sabe dónde está, al encontrarlo se mete en un cubículo lo más pronto posible, porque de verdad le urge deshacerse del líquido extra que está reteniendo en ese momento, cuando va a salir del pequeño cubículo se tropieza con un hombre que pretendía entrar al mismo y que la deja, literalmente, sin aliento.
- Hola, ¿estás bien? - Pregunta el personaje después de unos segundos en los que la sostenía por los codos.
- Eh, eh, creo que te equivocaste de puerta. - comenta bastante incómoda.
- No, amor, quien se equivocó fuiste tú, - y señala el orinal masculino que se encuentra en un lado - ¿necesitas ayuda?
- Mmmmm - avergonzada sale de baño mirando la puerta y recriminándose por tamaña equivocación. - ¿Qué me pasa? ¿será que estoy borracha? - se cuestiona a fuera de la puerta con el logo masculino.
Jissel la mira intentando hacer un cuatro con las piernas, se ríe a carcajadas y la abraza. Paulina le cuenta lo del baño, pero no lo del atractivo hombre y se van a la mesa riendo juntas. Un par de minutos más tarde llega una botella de agua a la mesa. Todas la miran extrañadas, sin tener la más mínima idea de lo que pasa.
- ¿Pediste una botella de agua? - pregunta Mary - acaso piensas rendirte tan rápido. No, no, adiós agua.
La mesera la mira, se agacha y le indica señalando con su mano, de forma muy discreta, en dirección hacia la barra lateral y le entrega la nota. En la mente de Paulina se forman mil teorías en menos de un segundo, desde que la mujer está equivocada, hasta que el hombre puede ser un pervertido. los numerosos tragos ingeridos no permiten que su mente trabaje de forma adecuada.
- El caballero de la camisa azul se la envía. - El mensaje es recibido y Paulina aun no entiende quien es el hombre hasta que su mirada lo encuentra y sus dudas quedan despejadas.
Sin más se aleja hacia otro lugar y Paulina queda perdida. Todas la miraban y ella no tenía palabras, simplemente no podía hablar, el vodka estaba trabajando fuertemente en ella. De repente abre los ojos, como cuando algo te asusta y mira nuevamente en la dirección que señaló la mesera. El hombre del baño estaba allí, se, definitivamente era él y su corazón acaba de perder el ritmo y tomar uno que ella no conocía.