Paulina se siente sola, como siempre, pero ahora tiene mucha gente a su alrededor, en la clínica está Heriberto acompañado de su esposa y su madre, están conversando entre ellos y, por la forma tan descarada en la que la observan, seguramente están criticando la manera en la que está vestida. Es sábado en la noche, ella iba a verse con un amigo y se ve más que bien. No se parece en nada a la lánguida mujer de unos años atrás que siempre lloraba y no se arreglaba para salir, se ve completamente diferente.
En la soledad que la cubre mira a sus tres acompañantes observa que Erika tiene una figura diferente, parece... embarazada. Muchos recuerdos y sentimientos tristes vuelven a ella, esa mujer fue la culpable de su divorcio y ahora está aquí como la gran señora. Siente mucha rabia, tanta que quiere que ellos desaparezcan, pero su preocupación la tiene bastante retraída. Sebastián está en el quirófano y parece que han pasado horas desde que llegó. Por ahora solo ha podido avisar a sus amigos y familiares por mensajes que está en la clínica y las razones. con Carlos Alberto es otra situación, él ha respondido a sus mensajes con evidente preocupación y desespero, quiso que lo trasladaran a otra clínica de la ciudad, pero ella le insistió en que no era necesario, ya estaban terminando el procedimiento. Después de muchos mensajes anhelantes se despiden, porque él tiene algunas reuniones que debe cumplir.
Sentada en esa incómoda silla de la clínica alcanza a escuchar una voz que le llama la atención. "Posso pasaré". " Non so". "Paulina Valiente". Lo había olvidado. Luka dijo que vendría, pero ella está demasiado preocupada por su hijo en este momento, sin pensarlo se acerca hasta la puerta con una sonrisa y habla con el vigilante para que su acompañante pueda pasar.
- Señora, sabe que no podemos dejar ingresar a tantos familiares. Solo cumplo con mi trabajo. – Explica amablemente el uniformado, que parece más solícito ante su presencia.
- Por favor. Yo estoy sola y no me gustaría que él se arriesgue a estar afuera. Es extranjero, no conoce aquí, por favor colabórenos. – Intenta nuevamente Paulina, siguiendo el consejo de los vigilantes de su escuela, que dicen que un sonrisa y amabilidad se puede conseguir mucho.
- Está bien, solo por esa bonita sonrisa que usted tiene. – Concede el hombre, sintiéndose vencido por la amable actitud de ella.
Paulina ingresa nuevamente a la sala de espera, solo que esta vez está acompañada, conversan quedamente y ella se siente más relajada, sus pensamientos se han apartado de aquella mala época de su separación y posterior divorcio, donde su vida giraba en torno al llanto. Ahora siente un poco de incomodidad por las miradas inquisidoras de su exsuegra, que no disimula ni un poco. Cuando Luka va por un café para ambos, Gloria se le acerca, con una amabilidad mal fingida, como siempre, para tratar de saber quién es el hombre que está con ella.
– Un amigo. – Es la tajante respuesta de ella, no quiere y tiene porqué dar explicaciones a la mujer que en su momento prefirió a la amante de su hijo que a ella como su esposa.
– Un amigo muy preocupado. – Suelta el comentario con un poco de sorna, realmente no esperaba menos de su exsuegra, por Dios ¿Cuándo cambiaría?
– ¿Hay algún problema con eso? Soy una mujer soltera, él es mi amigo y con eso no le estoy haciendo daño a nadie y mucho menos poniendo los cuernos a un esposo, porque no tengo.
Ante esta respuesta, Gloria frunce el ceño y se aleja, como reza el adagio popular con el rabo entre las patas. Luka le trae un café negro, sin azúcar. Ese café hace un excelente trabajo por ella y su esta de ánimo, porque ahora se siente capaz de hacer cualquier cosa. Luka parece recordar todos los detalles de su primer encuentro, solo que ahora no es importante, no para Paulina. Casi a las tres de la mañana, sale el médico que realizó la intervención quirúrgica y pregunta por ellos, les informa que acaba de salir de la cirugía sin complicaciones y que en cuanto se reponga de la anestesia podrán verlo. Una gran sensación de alivio inunda a los presentes y Paulina rompe en llanto de alegría.
Una hora más tarde solo quedan en la sala Paulina, Luka y Heriberto. Las otras dos mujeres se han retirado, para tranquilidad de Paulina. Ya sin la compañía de ambas mujeres Heriberto se sienta al otro lado de ella y le pregunta por Carlos Alberto.
– ¿Qué tal tu Amigo? ¿El del parque de diversiones? – Utiliza un tono casual, que Paulina conoce bastante bien, sabe que de casual no tiene nada.
– Está en un viaje de negocios. – Dice Paulina sin más. Tan pronto las palabras salen de su boca se arrepiente, no tiene por qué dar detalles de su vida a nadie, menos a él.
– Me imagino que el italiano está cuidándote. – Comenta haciendo que la última palabra suene igual que un insulto.
Paulina lo mira con rabia, queriendo decirle todo lo que ha tenido guardado por años. Quiere responder con la misma ironía que él pregunta, pero el lugar y su ánimo no dan para tanto. La expresión de su cuerpo cambia de inmediato y la mirada de ella es más que elocuente, no solo para Heriberto sino también para su amigo. Luka no habla mucho español, pero lo entiende y hace gesto de pocos amigos mientras se coloca sobre sus pies.
– Amigo, Paulina es una dama, cuida tus palabras. – Señala en tono bastante serio, pero sin levantar la voz.
Las palabras de Luka causan efecto en Heriberto, aunque no habla italiano, supone el significado de lo dicho por el acompañante de Paulina, se aleja y la deja en paz. En ese momento les dicen que pueden pasar a ver a Sebastián que se encuentra en la sala de recuperación. A Paulina se le acelera el corazón y entra sin preguntar, dejando al padre de su hijo sin la más mínima posibilidad de decir algo.
Estando con su hijo mayor se siente más tranquila, lo observa y ve cuan parecido es, físicamente, a su progenitor. Le besa la frente con ternura de madre y le acaricia el cabello. Conversan y ríen juntos, él lo hace con dificultad por bata azul de la clínica se ve más niño. Cuando llega la ronda médica, escucha con atención todo lo que dicen de la condición de su gran pequeño y se da cuenta de la magnitud de todo lo sucedido.