– Mami quiero bañarme... Dime que sí por favor. – Ruega Tián por quincuagésima vez a su madre.
– Hijo, ahora no se puede, sabes que solo vinimos a distraernos un rato. Debes quedarte en reposo como dijeron los médicos. – Explica ella nuevamente con su tono de mamá amorosa.
– No es justo mami. Estas son las vacaciones más aburridas de toda mi vida. – Se queja con resignación, ya esta tarde, no va a conseguir nada, nadie más terco que su mamá cuando se trata de sentar una posición.
Paulina y Sebastián están sentados en la playa, bajo una enramada, disfrutando la brisa y el paisaje. Karina está tomando un baño de mar con Verónica. Toman el almuerzo allí mismo, una exquisita bandeja de pescado y arroz con coco, acompañada de patacones (1) y ensalada. En estos días la playa siempre está llena de mucha gente, es la temporada alta de fin de año y parece que todos quieren estar cerca del mar. El teléfono celular de Paulina suena.
– Pau, te necesito. – Habla Sussi entre sollozos y continúa - Necesito hablar contigo, es urgente.
– ¿Qué te pasa? – Pregunta realmente preocupada por su amiga.
– Es muy largo. Voy para tu casa, llegó en un momento. – Dice la alemana acentuando más las R en cada palabra.
– Espera, no estoy en mi casa sino en la playa que está frente a mi casa. Donde siempre. – Aclara Paulina, que ahora se siente impaciente, algo grave debió pasarle a Sussi, ella es una mujer fuerte y para que esté en ese estado...
Unos minutos más tarde llega con sus esferas azules enrojecidas por haber llorado. Entre lágrimas le cuenta de su situación con Javier y como siente que su corazón se está desgarrando de dolor.
– No te había dicho que mi mamá está aquí. Ella llegó hace tres días. – Respira invocando una calma que está lejos de sentir y que anhela más que nada en este momento.
– ¿Eso es tan malo? – Para Paulina recibir a su madre es motivo de alegría, no comprende que está pasando para que ella esté tan afectada.
– No, – Sussi ahoga un llanto - lo malo es que Javier y ella se odian y Javier se fue, me dejó, dijo que no podía más con mi mamá y conmigo juntas. – Llora inconsolable sin importarle que está en un lugar donde hay mucha gente y algunos están mirándola sin reparo.
Paulina se levanta y la abraza, ella se abraza a la cintura de Paulina. Después de casi dos horas de hablar y tratar de calmarla, Sussi se va a su casa un poco más tranquila, su tristeza es más que justificada. Ella abandonó su vida en Alemania por venirse con Javier y ahora él la deja.
Sebastián estuvo todo ese tiempo jugando en el celular de Sussi, ella tiene un aparato espectacular, con el cual Paulina solo podría soñar. Karina y Verónica se fueron al apartamento mucho rato antes, querían bañarse en la regadera y ponerse ropa seca. Al irse Sussi, Sebastián y Paulina también van a su hogar.
– Mami, – Tián agarra más fuerte la mano de su madre para que lo mire – ¿Carlos Alberto es tu novio?
La pregunta de Sebastián la toma fuera de base, Paulina no sabe que responder. Su rostro se ve congestionado y una risa nerviosa la invade.
<< El me cae muy bien, se ve buena gente, aunque Luka es muy divertido, él no es tu novio, ¿cierto?
– Hijo, Luka es un amigo y aún no quería decirles a ustedes de Carlos Alberto, en este momento estamos conociéndonos y queremos ver si las cosas funcionan. – Dice lo más calmada posible, pero por dentro esta que se derrite de la vergüenza.
– Es que te ves tan feliz cuando hablas con él. Yo quiero que tú seas feliz. Si te casas con él, entonces podremos ser una familia completa. – Dice con tanta inocencia, como si solo con casarse ya todo quedara solucionado.
Las palabras de Sebastián toman tan desprevenida a Paulina que casi no puede responder, entre balbuceos ella le responde. Sabe que no puede dejar la conversación en el aire. Sebastián tiene trece años y comprende muchas cosas, ahora debe buscar la mejor manera de llevar la situación, los niños son muy perceptivos y ella no quiere que ellos la vean de una forma equivocada.
Sebastián y Verónica cuchichean y a Paulina le da mucha curiosidad, se sienta con ellos en el sillón grande y trata de hablar con ellos. Las risas de los niños no le dan suficiente espacio para hablar, cuando Verónica suelta sin más ni más, lo que estaban hablando.
– Mami, estamos de acuerdo en que tengas novio y Carlos Alberto nos cae muy bien, tienes permiso para ser su novia. – La seriedad con que lo dice hace que Paulina sienta que se le arrugue el corazón de la alegría. Los abraza sin decir ni una palabra y los besa en la frente. Siente que debe decir algo, pero no sabe qué o cómo comenzar.
– Está bien mis ángeles, ya me doy cuenta de que ustedes son muy, muy inteligentes. Creo que debemos hablar de algunas cosas. Esta noche vamos a tener una pequeña reunión y miramos todo eso que piensan ustedes, ¿les parece?
- Listo mami, vas a presentarnos esta noche a tu novio. – Vero tiene once años, pero algunas veces Paulina cree que se la cambiaron o algo así, esa niña dice unas cosas tan extrañas.
Paulina sonríe y Karina hace cara de burla, ambas se miran y ríen por la situación, Paulina está sonrojada y trata de ignorar lo que los niños dicen en voz baja.
La habitual llamada de Carlos Alberto se recibe con emoción, Paulina no sabe cómo decirle lo que ha sucedido con los niños, cuando se lo comenta el hace un sonido, que ella interpreta como júbilo y queda de llegar a las 6:30 p.m., directo desde la oficina con algo para cenar.
Paulina se arregla un poco más que de costumbre, son casi las seis y treinta de la tarde y la inminente llegada de Carlos Alberto la tiene muy emocionada. El teléfono suena en ese momento y no le gusta lo que ve. Luka está llamando, justo en este momento no quiere hablar con él, pero se obliga a responderle. La conversación es agradable y Luka parece esperanzado en pasar tiempo con ella. La invita a tomar el café prometido, justo en ese momento otra llamada está en espera, es Carlos Alberto, el corazón de Paulina late desesperadamente y acepta la invitación de Luka para terminar la conversación lo más pronto posible.