Los niños se han dormido ya, no es realmente tarde, el celular de Carlos Alberto suena y hace una mueca de desagrado, casi al mismo tiempo sucede lo mismo con el de Paulina. Hans, el mejor amigo de él lo está llamando y a ella la llama Daviani. Se separan para responder las llamadas. Paulina escucha lo que Daviani le dice y no puede creerlo, ella mira la cara de Carlos Alberto y parece que le están diciendo lo mismo que a ella.
Camina con premura y enciende en televisor, no pueden creer lo que están viendo.
En la sección de farándula de las noticias de la noche muestran una foto de ambos besándose en la pista de baile, la presentadora, una rubia de curvas perfectas, señala que la foto fue tomada el día anterior en una discoteca de Cartagena, el más joven de los Mishaan tiene una nueva novia, ¿quién es la afortunada mujer? Hace mucho tiempo no estaba en los radares y ahora es muy evidente que tiene una nueva relación. ¿Qué tan seria será?... La mujer continúa con otra noticia sobre uno de los cantantes de moda.
Paulina se deja caer sobre el sillón con una mano en la frente, no da crédito a lo que ha visto y escuchado. Su foto estaba en las noticias. No puede ser. Esto no puede ser.
Carlos Alberto está furioso, tiene un puño cerrado y mira a Paulina con miedo y un poco de vergüenza. De inmediato marca desde su celular.
– Necesito saber cómo consiguieron esa foto. Consigue el nombre y llama al director. – Parece escuchar a su interlocutor y puntualiza – que no se repita, no quiero más comentarios al respecto.
Cuando termina la llamada Karina está mirándolos sin saber que sucede. Paulina no dice nada. No puede. Sus piernas no responden, su cabeza da vueltas. Él se sienta a su lado, agarra su mano y la mira escudriñando su rostro para saber que piensa.
– Preciosa... Mírame, no volverá a pasar. Ya me estoy encargando de todo. – Respira tratando de calmarse.
– ¿Qué pasó? ¿por qué estas así? – Inquiere Karina con cara de preocupación.
– Estábamos en las noticias – Susurra Paulina mirando un punto invisible en la pared.
– Mírame preciosa, esto no va a pasar de nuevo. – Mira su celular que muestra una nueva llamada y responde de inmediato – Papá, esto es intolerable. No entiendo cómo pudo pasar. Para eso están Raúl y David. Se supone... – El interlocutor debió interrumpir porque se queda en silencio y parece asentir –Ella está bien, o eso creo. Estoy con ella ahora.
Se levanta, sale al balcón sigue su conversación, hace algunas llamadas. Paulina, entre tanto, toma el agua que su hermana menor le ofrece, sigue mirando la pared, negándose a creer lo que ha pasado. Le dice a Karina lo que vio y niega con la cabeza.
– No puedo hacer parte de algo así. Ese no es mi mundo. ¿Qué viene ahora? Paparazzis en mi puerta o fans locas acosándonos.
– Vamos manita, no lo digas así. Todo tiene solución. Míralo, se ve realmente preocupado.
Paulina mira a través de los cristales de la ventana y observa el rostro alterado y congestionado de Carlos Alberto, siente como su corazón late y parece que se fuera a detener. En ese momento percibe todo desde otra óptica y se levanta, camina con decisión hacia el lugar donde Carlos Alberto se encuentra, no dice nada, solo lo observa.
– ¿Quiénes son Raúl y David? – lo cuestiona en cuanto cuelga. Él señala con la mano una camioneta negra parqueada cerca de su casa y entonces ella puede observar a dos hombres en su interior, reconoce a uno, el mismo que los ha transportado en dos oportunidades. – No entiendo.
– Ellos están cerca de mi... siempre. Cuidan que nadie con cámaras se acerque y cosas similares. – La expresión de Paulina es de incredulidad – No me mires así, es necesario, más de lo que yo quisiera.
– ¿Quieres decir que siempre han estado cerca de los dos? – Cuestiona incrédula, por lo absurdo de la situación.
– Si. – en un tono casi inaudible – Es su trabajo.
– No, no puede ser. Yo sabía...
– ¿Qué sabías?
– No debí permitir que nada pasara entre nosotros, esto ha sido un error, mi vida ya es demasiado complicada y no quiero enredarla más. Aunque veo que la tuya lo es mucho más. – Termina en un tono un tanto irónico que no pasa desapercibido para él.
– ¿Qué estás diciendo? – la expresión de su rostro es de pánico, en este momento no quiere entender lo que ella está diciendo, moja sus labios, secos por la ansiedad – No sé a dónde quieres llegar con esto.
– Ese no es mi mundo, Carlos Alberto, no podría vivir de esa manera, nunca debí pensar que tenía la más mínima posibilidad con un hombre como tú... – La mirada triste de Paulina dice más que sus palabras.
– No me hagas esto, Paulina. Yo lo voy a solucionar. Tu eres todo lo que quiero en este momento, solo a ti, nadie más que a ti... – La toma por los hombros para mantenerla cerca y estable.
– NO – Dice en un gruñido, ella no puede contener ese sentimiento que no puede describir. No quiere ver su vida en la palestra pública, quiere su vida con las complicaciones de siempre. Tapa sus oídos y desea que todo sea una pesadilla, que Carlos Alberto sea diferente, que tenga una vida como la de ella. – No, esto no... – Su voz se quiebra y se deja caer en sus brazos, se pierde en su fragancia y se deja hundir en su pecho.
Este momento es levemente interrumpido por el paso de sus vecinos, acaban de llegar y obligatoriamente deben pasar por donde ellos están. La pareja los saluda con una sonrisa bastante cordial, percibiendo en ellos bastante tensión, solo se despiden con un "buenas noches" que les da paso a la puerta de su hogar. Una vez se sienten a solas él la separa de su cuerpo y la mira fijamente a los ojos.
– Mi preciosa, esto va a pasar, no te preocupes, voy a solucionarlo todo, ya lo verás. – Ruega, casi suplica con su voz y sus ojos y trata de convencerla, ella es lo único que importa en este momento.