– ¿Paulina? – Su corazón late tan a prisa, su cara se vuelve tan blanca como el papel, después de unos segundos él insiste – Paulina, ¿estás allí?
– Si, ¿eres tú? – Casi no puede hablar, su voz sale como un hilo. La persona al otro lado habla igual que él, que su caballero, habla igual que Carlos Alberto, eso debe ser una broma, su mente le debe estar jugando sucio.
– Mi bella dama, soy yo... – Esa voz tan... inconfundible, tan anhelada. Es su voz. Se escucha un poco diferente, pero suena igual a él. – ¿dónde estás?
– ¿Dónde estás tu? – El tono usado parece forzado, es de miedo, casi llega al terror.
– Estoy llegando, quiero verte...
En un solo instante muchos sentimientos se juntan en su interior. Paulina siente tantas cosas al tiempo. Se siente feliz de saberlo bien, molesta porque no se hubiera comunicado con ella desde antes, miedo de su reacción ante su embarazo y muchas cosas más, es imposible decirlo con palabras. Con un sentimiento que no sabe describir coloca su otra mano sobre su vientre, es increíble que esto esté pasando.
– ¿Estás allí? ¿Paulina?
Ella sigue perdida en sus pensamientos, no sabe si es real o es un sueño, ese es el momento que había esperado los últimos meses. Algunas veces, solo algunas, lo que más deseamos es lo que más tememos, el sentimiento que predomina en ella es el terror a encontrarse de nuevo con él. En su mente hay mil posibilidades de cómo puede ser el momento en que se vea cara a cara de nuevo. No tiene ni idea de sus sentimientos y de cómo están las cosas entre ellos.
Luka no es ajeno a ella, cuando la ve palidecer se levanta de una vez y se planta a su lado. Dice cosas que ella no comprende. De inmediato Jess y Fritz la rodean. Su mente esta en el hecho de que él ha vuelto y quiere verla. Tiene ganas de llorar, de gritar, de saltar y, sobre todo, tiene ganas de verlo.
Son demasiados pensamientos y sentimientos en un solo momento, nadie puede con tanto, es imposible.
No escucha nada.
Sus oídos pitan, su vista es menos nítida, sus piernas flaquean, se deja caer y sus pensamientos no están más. Fritz y Luka la sostienen y la ubican en el sillón esquinero que está detrás de ella.
Jessica toma su celular intentando descubrir con quien hablaba, pero no había nadie en línea, solo ve una pantalla negra. Se vuelve hacia su amiga que tiene la mirada perdida y le habla tocándome la mejilla con mucha ternura.
– ¿Qué te pasa Pau? – El tono de Jessi es muy dulce y muestra su preocupación.
– Carlos Alberto está...
Los tres se miran y no comprenden qué quiere decir. Está... ¿Vivo? ¿Muerto? ¿Está qué? Luka se sienta a su lado y la rodea con su brazo, trata de colocar su cabeza sobre su hombro y ella no lo permite. Después de mucho rato, Jessica sugiere que la acuesten en su cama y como zombi es llevada hasta la enorme cama donde su amiga duerme cada noche.
– Yo la cuido, no se preocupen – Asegura en tono tranquilizador Jessica.
Esta con ella hasta que se duerme. Se ve un tanto inquieta, se mueve y trata de hablar. No se logra entender nada de los sonidos que emite y aun así, para Jessica es evidente que sueña con Carlos Alberto.
Al despertarse se da cuenta que no está en su cama, se siente demasiado cansada, como si en lugar de dormir hubiese estado corriendo, se mira tapada con una cobija azul marino y siente muchísimo frío. Está amaneciendo, aún no suena su alarma, es domingo, no tiene que trabajar y eso la relaja un poco. No quiere que amanezca, sabe que la voz que escuchó es la de él y ahora siente una presión en su pecho. Ansiedad.
Carlos Alberto está aquí, ¿Dónde es aquí? Tiene que salir de todas sus dudas. Busca su celular y no lo encuentra. Se levanta con un poco de dificultad, parece que su vientre creció mucho en una sola noche y lo siente mucho más pesado.
Sale de la amplia habitación y encuentra a Luka dormido en el sillón gris de la sala. Su celular está sobre la mesita de centro frente a Luka.
Lo toma con mucho cuidado y busca en sus contactos el número de Carlos Alberto. Solo escucha el mismo mensaje de siempre, "sistema correo de voz..." No entiende, ¿si era Carlos Alberto anoche en el celular? ¿Se lo habrá imaginado? Esto es una locura. No puede pensar con claridad. Coloca ambas manos a los lados de su cabeza como si de esa manera pudiera encontrar respuesta a todas sus dudas.
La alarma de su celular inicia su marcha y de inmediato la desactiva para evitar que su acompañante se despierte y poder seguir sola con sus pensamientos. Es demasiado tarde, Luka la escucha y se incorpora de inmediato, parece que tiene un sueño bastante ligero.
– Buenos días. – Saluda el italiano.
– Buenos días. – ella le responde con una medio sonrisa que parece estar forzada
– ¿Qué haces aquí? No tenías que quedarte. – Manifiesta ella en tono bastante condescendiente.
– ¿Descansaste? Tenía que. Necesitaba saber qué estás bien, Paulina. Nos hemos dormido hace poco.
– Gracias, pero ahora necesito irme, quiero hacer algunas cosas antes de que lleguen los niños. – Trata de decir las cosas con normalidad, pero su voz no suena serena, se escucha ansiosa.