El Color Perfecto

Capítulo 41. Es perfecto

Al salir de "Vera" el exquisito restaurante de comida italiana que recién había descubierto Luka, y al que le da un "10" porque realmente si es cocina italiana, sus miradas no son las mismas. A Paulina se le nota tranquila, en cambio él se ve nostálgico, algo que su sonrisa no puede disimular por más que se esfuerce.

La tarea no fue nada fácil, no tenía ni idea de cómo iniciar tan crucial conversación y dejó que los más banal tomara el control del momento. Luka no era ajeno a ese nerviosismo que se evidenciaba en su esquiva mirada y el comer más lento que de costumbre, daba la impresión de que no podía pasar lo que tenía en la boca.

– ¿Cómo está Carlos Alberto? – La pregunta toma fuera de base a Paulina, realmente no esperaba que el abarcara el tema, pero fue su mejor señal para avanzar hacia la conversación que realmente la había llevado allí. La mirada precavida de Luka le indicaba a Paulina que algo sospechaba él y que era mejor decir las cosas sin rodeos, de frente y directo. Siempre le había costado trabajo hablar de sentimientos con quién no estuviera involucrado en el proceso.

Está bien. Su recuperación ha sido satisfactoria y casi no quedan secuelas del accidente.

Como si se lo esperara el italiano solo asintió, mostrando una sonrisa que no se imprimía en sus ojos, su calma solo se podía contrastar con ese sentimiento que estaba en el pecho de Paulina, no podría definir a ciencia cierta que era, pero había de todo, menos lástima, ese sentimiento no estaría nunca ligado a él.

Siempre había pensado en Luka como un hombre muy interesante, agradable, amable y atractivo, características que lo hacen deseable para cualquier mujer, solo que ella no era cualquier mujer, ella no podría entrar en ese grupo porque su corazón estaba total y definitivamente cautivo por el caballero de brillante armadura que se había encargado de romper todos sus esquemas y cambiar su vida bicolor por un mundo donde había presencia de más colores que en la gama de Windows.

Con la mayor naturalidad que permitía la situación, hablaron de la relación reestablecida entre los dos protagonistas de la historia.

– ¿Sebas y Vero? ¿Ya saben todo? – Dando en el clavo la mira inquisitivo, sabe que ese es el punto más sensible para Paulina – Ellos lo quieren, en especial la princesa, seguro van a estar felices por ti, esos chicos te aman en demasía y seguro te apoyarán.

No obstante, las palabras de Luka sembraron un poco de duda en un rincón que Paulina prefería dejar en pausa por el momento. Quería concentrarse en el tema que la había llevado a aceptar aquella invitación.

Algo les he mencionado, aún no saben los detalles, pero pronto lo sabrán con amplitud. – continúa la ingesta de alimentos, casi sin disfrutar el italianísimo manjar que tenía frente a ella.

Será bueno para ellos. Los dos necesitan una figura paterna a su lado, no solo los fines de semana.

Ese comentario hizo reaccionar a Paulina de forma inesperada, casi se atraganta, aunque quiere todo con Carlos Alberto, aún no se ve en el plano cien por ciento familiar, de hecho, aún no se ha planteado una relación más allá de la que tienen en este momento, para ella es realmente difícil plantearse como familia con cualquier hombre, aunque ese hombre sea Carlos Alberto.

Mientras estuvo embarazada se visualizó en el futuro como madre soltera, la ausencia de él en aquellos días ayudaba a esa idea y aunque intuye las intenciones de Carlos Alberto, se abstiene de pensar más allá del presente.

No sé ve en un futuro sin su dulce caballero, aun así, la idea de la convivencia le genera cierta incomodidad que prefiere ignorar de momento pensando que puede atenderla cuando llegue ese momento.

Caminando por la acera, la fuerte brisa que reina en ese sector despeina su melena, saca de su cartera una pinza y logra aminorar la rebeldía de aquella maraña roja que ahora se posa en lo alto de su cabeza. Al levantar la vista, triunfante por haberlo conseguido, observa un carro inconfundible, uno que sabe ella no hay otro en esta ciudad, uno que últimamente está muy cerca de ella. Puede ver al hombre que ama conduciendo el vehículo, que ahora se encuentra estático obedeciendo la imperiosa luz roja del semáforo, permitiendo que ella pueda observar más detalladamente una escena que nunca pensó ver.

Al lado de Carlos Alberto se encuentra una hermosa, muy hermosa mujer, que sonríe y tiene su mano en la negra cabellera del conductor. Toda la sangre se agolpa de repente en los pies de Paulina, casi como si fuera una gran pesa que no le permite moverse. Él se observa divertido y ríe a carcajadas a la par de esa mujer, ella sigue acariciando su cabello y en algún momento acaricia su mejilla. Paulina se siente alterada, decepcionada, muy muy contrariada. Luka le habla y después de unos segundos percibe la presencia de la pareja en el automóvil, están distanciados, pero no tanto como para confundirse de persona. Luka la toma del brazo y la insta a caminar. El semáforo da vía libre a los conductores y el vehículo continúa su recorrido, por la dirección que toman, Paulina intuye hacia donde se dirigen, el apartamento de él, y Paulina no puede evitar seguir con su mirada el recorrido que realiza aquella perfecta pareja.

Se ven perfectos.

La mujer se le nota que es del mismo estatus social que él, todo en ella denota elegancia y sofisticación, no pudo ver su rostro de frente, pero si su perfil. Su cabello, sus ademanes y todo lo que no se puede describir lleva a darse cuenta de lo que es evidente, es perfecta para él.




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