Alma y Aurora están felices, saben que la presencia de Nasly ejerce energía positiva sobre Paulina, siempre se le ve más animada cuando ella está. El almuerzo de las tres mujeres es bastante agradable. Paulina les comenta lo acontecido el día anterior y las hace conscientes de que Raúl se encuentra muy cerca de ellas en ese momento, es imposible no sentirse vigilada.
Esta nueva situación no le agrada ni un poco y no sabe cuánto tiempo pueda soportarla. Desde la humildad de su hogar nunca habría imaginado algo similar.
El tiempo que Nasly estuvo viviendo en Colombia después de casada le había mostrado a Paulina un poco de lo que era vivir entre ciertos lujos y comodidades. George, su cuñado, es empleado del gobierno americano y su vida era bastante diferente a la que estaban acostumbradas desde pequeños, en su pequeña casa en su ciudad natal. Un lujoso apartamento en Bocagrande, carros blindados de placa azul, que identifica a los vehículos diplomáticos en Colombia, muchos y costosos restaurantes, paseos a otras ciudades, en fin, muchas cosas que para ellas eran extraordinarias.
Nasly adora a Paulina y ni hablar de sus sobrinos, Sebastián y Verónica son sus favoritos entre todos. Siempre era a ellos a los que invitaba a todos lados. Paulina siempre los acompañaba a muchas discotecas y hasta intentó emparejarla con algunos amigos de George. Cosa que no resultaba porque Paulina siempre les sacaba el cuerpo. Gringos, por Dios no, no se veía con ningún extranjero a menos que el señor Di Lorenzo regresara, y eso, no estaba segura de que con él las cosas pudieran funcionar, de hecho, no se veía con ningún hombre.
Como había cambiado todo desde entonces.
Nasly apenas dos años mayor que Paulina se había casado hacia solo cuatro y ya tenía dos hermosas princesas, Amber y Sophie. Las llamadas por Skype iban y venían permanentemente, eso hacía que Paulina se sintiera más cerca de su hermana. Su partida había sido nefasta, se sintió abandonada, sola, desprotegida. Nasly se había convertido en su apoyo permanente y siempre la cuidaba, aún de sus propios pensamientos.
En cada crisis de su vida, siempre estaba Nasly para apoyarla. Eran muy cercanas y la distancia no lo había cambiado. Ella fue una de las primeras en enterarse de su embarazo y casi toma un vuelo por lo que ella calificó como una urgencia cuando perdió a su bebé. Ahora están semidistanciadas y no ha sido intencional o por un motivo en especial, solo que la nueva rutina la está absorbiendo, simplemente tiene la cabeza en otro lado, en estos días se ha olvidado hasta de sus ángeles y les ha dedicado unas escasas llamadas cada día.
– ¿Cómo así que tienes guardaespaldas? – cuestiona Aurora sacándola de sus cavilaciones, frunciendo el ceño y mirando hacia la salida del lugar.
– Lo que escuchaste, no entiendo que le pasa a este hombre, – durante un momento duda si hacer algún comentario, pero continúa – creo debe ser por lo de las fotos...
El timbre en su celular la interrumpe y mira la pantalla extrañada, es un número que no tiene registrado, duda en responder, no le gusta interrumpir sus tiempos por usar el celular, por lo cual ignora la llamada, después de un minuto se repite la llamada desde el mismo número, al ver la insistencia decide responder. Hace un gesto de disculpa a sus acompañantes y pone en línea la llamada.
– Hola, Pau... – La voz de la mujer al otro lado se le hace familiar, pero no la reconoce.
– Hola...
– Soy Alexa, – La alegre voz al otro lado de la línea la hace sonreír y de inmediato se acomoda en la silla, hace gesto a sus amigas para que no se preocupen.
– ¿Cómo estás? – Pregunta usando el mismo tono de voz de la rubia.
– Bien, espero que no te moleste mi llamada, le pedí tu número a Charlie.
– Para nada, cuéntame, ¿Para que soy buena?
– El motivo de mi viaje es poder celebrar el cumpleaños de Charlie, es la próxima semana.
– ¿Qué? – La cara de sorpresa que pone alerta a ambas mujeres y Paulina se pone sobre sus pies y camina hasta la entrada del restaurante negando en repetidas ocasiones con su cabeza – No puede ser, yo no tenía...
– Lo sé, – interrumpe la rubia – me lo imaginaba, a él no le gusta celebrar su cumpleaños, pero queremos hacer algo especial para él, aún no sabemos los detalles, pero queremos contar contigo.
– ¿Queremos?... ¿Quiénes? – la curiosidad al interior de Paulina esta activada y algo la pone nerviosa.
– Mi tía Margarita y yo...
– ¿Su mamá está aquí? – Es como si le hubiesen dicho que se quedaba sin empleo o algo peor, su corazón comenzó a latir desenfrenado y no pudo evitar que su mente se imaginara a una mujer difícil y de temperamento ácido, en pocas palabras una mujer igual a Gloria, la madre de Heriberto.
– No, aún no llega, lo hará en unos días, pero queremos contar contigo.
– Te parece bien si nos vemos más tarde, ahora estoy almorzando con unas amigas y me siento avergonzada por haberlas dejado solas en la mesa. – Paulina necesita una excusa para procesar la información dada e intentar asumir una posición en este tema, no quiere pasar por algún momento desagradable.
Su mente viaja a la época en la que estaba recién casada con Heriberto, específicamente a esa vez en la que ayudando en los quehaceres de la casa de su suegra, la muy "agradable" señora le dijo "el único de los muchachos del barrio que ha metido las patas ha sido el tonto de Heriberto, mira que casarse..." En ese momento solo pudo terminar su tarea y luego encerrarse en la habitación que ocupaba a llorar, para esa señora ella nunca sería más que una metida de patas, un error, una equivocación y así lo demostró cuando acolitó a su hijo el tener una amante. Lo hizo sin reparo alguno, casi podría estar segura de que ella le animó a hacerlo, pero ya no vale la pena seguir pensando en eso, aun así se siente triste de imaginar una nueva suegra. En su experiencia, las suegras son la peor parte de una relación.