Ha sido una noche realmente fantástica, las risas de los tres se hizo presente en todo momento, los comentarios con doble sentido de Alexa, las mejillas llenas de color de Paulina ante los mismos, la forma en que Paulina y Carlos Alberto se hablan solo con miradas y la complicidad encontrada en la fantástica prima, esa rubia que la hizo desencajar en el primer instante, pero que ahora se ha convertido en alguien cercano, a solo veinticuatro horas de haberse conocido se sienten como amigas de años.
"Que noche tan fabulosa" son las palabras usadas por la rubia antes de despedirse de la pareja que a gritos silenciosos pide estar sola. La necesidad de estar solos, de sentirse mutuamente y de entregarse crece cada día. Después de su reencuentro han evitado estar demasiado tiempo a solas, saben que el autocontrol no es algo de lo que se disponga en gran cuantía. Entienden que biológicamente debe terminar su recuperación y, aunque han pasado casi cuatro semanas, deben esperar a que este término se complete, como lo recomendó el médico que la atendió en ese doloroso viacrucis.
– Soy tan feliz... – dice Carlos Alberto con esa sonrisa en los labios que simplemente refleja todo lo que hay en su vida. Recuerda lo que ha vivido en los últimos días y se da cuenta que cada cosa que han vivido ha servido para llegar justo al lugar donde se encuentran en este momento.
– Entonces somos felices. – Puntualiza ella, mirándolo de la misma forma en que él lo hace.
– Mañana es la inauguración del mundial, ¿quieres acompañarme?
– Mmm... – muerde su labio tratando de encontrar una respuesta – es que... Con mis amigas íbamos a un bar en el centro a verlo, tú sabes, Sussi suele ser muy persuasiva.
– ¿Habrá espacio para mí? – pestañea en varias oportunidades, imitando lo que ella hace algunas veces cuando quiere algo.
– No creo, es tarde de chicas. – Sonríe con picardía que casi puede interpretarse como una invitación.
– Entonces buscaré un bar donde verlo... Tal vez coincidamos. – Un suave beso depositado en los labios de la mujer que ama y se siente el fuego entre ambos.
– Puede ser... En esta vida he visto muchas casualidades. – Sonríe y se coloca sobre la punta de los pies, tratando de alcanzar esos labios que acaban de dejarla.
Llegar a apartamento de Paulina se hace en tan corto tiempo, que ella tiene la sensación de que el camino se ha achicado. Se estaba haciendo costumbre entrar y darse besos y más besos, llegando al punto de casi perder el control. Las manos de ambos exploran los rincones de cada cuerpo cubierto de innecesarias telas, el vestido del día hace ver a Paulina casual, pero muy elegante, un holgado vestido de olán blanco que combinado con guipur del mismo color plasman el diseño delicado y casual que portó con gusto durante todo el día y que ahora está en riesgo de ser arrancado para que no obstaculice el recorrido de las ardientes manos del apasionado hombre que se muere por estar con la mujer que ama.
Sus amplias manos acariciando con firmeza la longitud de las piernas de la mujer que las recibe con ansias de ser tocada, mezclándose con el dulce sabor de sus besos producen electricidad en el acaramelado cuerpo de Paulina.
No se necesitan las palabras. Las caricias recíprocas dicen todo.
Sus caricias hablan de amor, de la necesidad, de la urgencia. Exhaustos. Después de un largo rato lleno de besos, caricias y contención solo pueden sentirse más ansiosos de que está semana pase con rapidez.
***
Vistiendo las camisetas de sus selecciones, las tres amigas entran al León de Baviera. Sussi viste la blanca camiseta ribeteada en rojo y negro que es propia de la selección alemana, Jess la roja característica de Suiza y Pau, por supuesto, la amarilla de su amada Selección Cafetera. Sentadas en una mesa cerca de la barra ríen y hablan de lo que van a consumir.
– Vamos a pedir algo de comer primero, estoy famélica. – Dice Paulina acomodando la cola que forma su cabello recogido en un moño alto, sus puntas onduladas llegan a media espalda y le dan un toque juvenil.
– Uf, Pau. Tú y tus palabras, esa ni me la enseñaron en la escuela de español... Pero tienes razón también tengo muchísima hambre. – Suelta Sussi apoyando la petición de su amiga.
– Vamos a ver esa carta... Creo que quiero kartoffeln y ensalada, tal vez chucrut, solo carnes en este menú. – Dice Jess sacando la lengua al final.
– Ey, eso no pega. – hace mala cara y luego sonríe con malicia – Yo si quiero mucha carne y un Schnitzel sería perfecto para mi ahora mismo. – Afirma Paulina relamiéndose los labios al tiempo que acaricia su estómago de forma chistosa. – ¿Tu qué quieres Sussi?
– No se... A mí me encanta la salchicha de este lugar, la acompaño con ensalada fresca y más Kartoffeln. – La cara de Susanne está un poco pálida, aún no han comido y ella siempre se muestra sensible en cuanto a sus horarios para alimentarse.
Unos minutos más tarde y muchísimas personas más en el lugar están devorando sus platos acompañados de cerveza alemana de barril, relativamente cerca de la pantalla principal del lugar no se perdían detalle del acto inaugural de la Copa Mundial de Futbol que paraliza el mundo entero a partir de este día por un mes.