El combate de los pozos

El combate del almirante Brown

El Combate Naval de Los Pozos se libró el 11 de junio de 1826. Una vez más, las Provincias Unidas del Río de La Plata se encontraban envueltas en un conflicto bélico que obligaba al gobierno a convocar a su más experimentado marino: el Almirante Guillermo Brown. Su misión: alistar y conducir a su escuadra naval contra el Imperio del Brasil, que contaba con una flota muy superior a la nuestra.

El enfrentamiento entre la flota imperial y la escuadra republicana se desarrolló frente a la ciudad de Buenos Aires, en una de las zonas de mayor profundidad del río, con un público porteño expectante desde las orillas platenses.

El Imperio del Brasil le había declarado la guerra a las Provincias Unidas el 10 de diciembre de 1825, por haber apoyado la cruzada libertadora de los Treinta y Tres Orientales y alentar a los uruguayos a liberarse de la ocupación brasileña.

La fuerza imperial bloqueó Buenos Aires en diciembre, Entonces el Gobierno de Buenos Aires convocó al marino irlandés nacionalizado argentino Guillermo Brown, y el 12 de enero de 1826 le confirió, con el grado de coronel mayor, el mando de la escuadra integrada por muy escasas fuerzas: los bergantines General Balcarce y General Belgrano y una vieja lancha cañonera, la Correntina.

Brown demostró entonces otra faceta de su capacidad: la organización; 12 lanchas cañoneras fueron inmediatamente incorporadas y al poco tiempo se incrementó el número de buques mediante la adquisición de la fragata Veinticinco de Mayo, los bergantines Congreso Nacional y República Argentina y las goletas Sarandí y Pepa. El almirante izó su insignia en la fragata Veinticinco de Mayo.

Las primeras acciones contra la flota brasileña tuvieron lugar el 9 de febrero de 1826. Durante el combate la fragata Itaparica, buque insignia del almirante brasileño, sufrió graves averías, obligando a los buques invasores a la retirada.

El 10 de junio, la flota brasileña volvió con más fuerza a Buenos Aires. Unos 31 barcos imperiales de gran poder de fuego contra una decena de los nuestros.

Poco después del mediodía se presenta la flota brasileña con el objetivo de bombardear Buenos Aires y destruir los barcos argentinos.

La flota imperial estaba formada por 31 barcos de guerra, en su mayoría modernas fragatas y bergantines -muy artillados y pesados-, más 12 cañoneras. Para evitar el abordaje por fuerzas tan superiores, Brown posicionó sus fuerzas detrás de los bancos de arena próximos a la costa, lo que dio el nombre a esta batalla de "Combate de Los Pozos".

Antes de la batalla, Brown arengó a sus tropas de la siguiente forma: "Marinos y soldados de la República: ¿Veis esa gran montaña flotante?... Son los 31 buques enemigos, que vienen por nuestras vidas... Pero no creáis que vuestro general abriga el menor recelo, pues no duda de vuestro valor y espera que imitaréis a la "25 de Mayo", que fue echada a pique antes que rendir su pabellón. Camaradas: confianza en la victoria, disciplina... ¡Y tres vivas a la Patria!...".

"-¡Fuego rasante, que el pueblo nos contempla!...".

El gran calado de los barcos del Imperio los obligó a mantenerse distanciados de la batalla, por temor a quedar varados en los bancos de arena del río de La Plata, situación que Brown tomó a su favor.

A las dos de la tarde dio comienzo el combate bajo la presencia de la muchedumbre. Brown derrochó coraje sin límites, atacando con sus pequeñas cañoneras las grandes fragatas brasileñas, para luego decidio retirarse detrás de los bancos de arena, donde los pesados navíos no podían seguirlos por temor a quedar varados en el barro del lecho del Río de la Plata.

Se escuchó vivar a la multitud, y es que llegaban en auxilio Leonardo Rosales al mando de la goleta Río de la Plata, y Nicolás Jorge al mando del bergantín General Balcarce. Para facilitar la maniobra de estas naves, Brown atacó entonces a la fragata Niterói, una de las más poderosas de la flota brasileña, envolviéndola en llamas.

El humo de los incendios y de los cañones impidió durante un largo rato seguir las alternativas del combate. Todos suponían que la derrota era el resultado más previsible para la flota argentina. Sin embargo, cuando se disipó el humo, los porteños contemplaron asombrados que las que se retiraban eran las naves brasileñas.

La batalla dejó de manifiesto el gran conocimiento que Guillermo Brown tenía del escenario bélico. Además, se alzó como héroe militar y popular, con una tropa con la moral bien alta por el triunfo, y con los pobladores de Buenos Aires llenos de gratitud y júbilo por la epopeya. 

 



#10861 en Otros
#930 en Novela histórica

En el texto hay: historia argentina

Editado: 20.05.2022

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.