El Corazón del Alpha

Capítulo 15: La Noche del Anuncio

Káiser

El gran salón brillaba con miles de luces suspendidas en el aire, danzando como luciérnagas atrapadas en el techo abovedado. Cada rincón estaba adornado con flores blancas y emblemas dorados. El sonido de la música se mezclaba con murmullos, copas chocando, risas falsas y miradas cargadas de curiosidad.

Yo me mantenía de pie, frente al trono, observando cómo todos ocupaban sus lugares. Podía sentir la expectación, el peso de lo que estaba por anunciar.

Una vez más, la corona se sentía más como una carga que como un símbolo de poder.

—Alteza —dijo uno de los guardias acercándose—, los invitados están todos dentro. Solo falta que Elion llegue con la señorita Adeline.

Asentí en silencio. El nombre de Adeline resonó en mi mente como un eco que no podía apagar. Sabía que vendría, pero deseaba que no lo hiciera.

Esta noche debía pensar como Rey, no como hombre.

El murmullo se apagó cuando avancé unos pasos hacia el centro del salón. El sonido de mis botas resonó contra el mármol. Todos se inclinaron al unísono.

—Pueden levantarse —dije con voz firme—.

A mi lado, Chloe mantenía su sonrisa impecable. Era hermosa, elegante, perfecta para la corte. Y aun así, cuando miraba hacia la entrada, mi corazón esperaba ver un rostro diferente.

—Esta noche —continué— es una celebración para nuestra manada, un símbolo de unión, de poder y de futuro.

La multitud escuchaba atenta. En ese instante, las puertas del salón se abrieron lentamente.

Y allí estaba ella.

Adeline.

Su presencia cortó el aire. Vestida con un tono marfil que resaltaba su piel, su cabello caía en ondas suaves sobre sus hombros. Caminaba al lado de Elion, con una serenidad que desmentía lo que seguramente sentía por dentro. Todos giraron para verla. Incluso la reina Clarion sonrió levemente desde su lugar.

Por un instante, olvidé que debía seguir hablando.

Mi lobo interno gruñó.

Quería acercarse, protegerla... pero debía contenerlo.

—Nuestro reino —continué— siempre ha sido guiado por la fortaleza de sus líderes y el equilibrio de la manada. Y como su rey, hoy les anuncio una unión que traerá estabilidad a nuestras tierras.

Elion se detuvo detrás de ella, en señal de respeto.

Chloe se adelantó un paso.

—Dentro de dos semanas —dije finalmente, con voz firme— me comprometeré con la princesa Chloe de la manada Luna Cambiante.

El silencio duró apenas unos segundos antes de que el salón explotara en aplausos.

Yo no sonreí.

Mi mirada buscó a Adeline, que permanecía inmóvil, con los ojos clavados en el suelo, como si intentara sostener su propio corazón.

Adeline

Cada aplauso era un golpe.

Cada sonrisa, una daga.

Intenté mantener la compostura, pero sentía que el aire se volvía más denso, como si el mundo entero me empujara a quebrarme frente a todos.

No debía llorar. No aquí. No frente a él.

—Adeline... —susurró Elion, apenas audible—. Respira.

Asentí sin mirarlo. Pero mi pecho dolía.

El Rey. Mi protector. Mi razón.

Y ahora... su compromiso.

No sabía por qué dolía tanto si nunca había sido mía. Tal vez porque mi alma lo había reconocido antes que mi mente.

Dí un paso hacia atrás. Las risas, los brindis, los aplausos... todo se mezclaba en un ruido distante. Me sentía atrapada.

Cuando no pude más, di media vuelta y caminé hacia los balcones laterales.

El aire fresco me recibió como un abrazo. El jardín se extendía ante mí, iluminado por la luna que ascendía lentamente sobre el castillo.

Apoyé las manos en la barandilla.

—¿Por qué me duele tanto...? —susurré.

Mi loba interior permanecía en silencio, pero podía sentir su tristeza, su frustración.

De repente, una voz suave interrumpió mis pensamientos.

—La luna duele cuando se mira con el corazón roto.

Giré. Una mujer de rostro cubierto por un velo oscuro se acercaba. Su aura era serena, casi divina.

—¿Quién es usted?

—Una sombra del pasado —respondió, sonriendo—. Solo vine a recordarte lo que eres.

—¿Y qué soy? —pregunté, sin entender.

—Una loba blanca. Una reina destinada a brillar incluso cuando la oscuridad te rodee. —Sus ojos se posaron en la luna—. Tu poder está dormido, pero despertará cuando tu corazón deje de temer.

Sus palabras se quedaron flotando en el aire mientras desaparecía entre la bruma del jardín.

Káiser

Desde el trono observé cómo Adeline salía del salón.

Cada fibra de mi cuerpo quería seguirla. Pero Chloe colocó su mano sobre la mía, fingiendo una sonrisa ante los invitados.

—Todo salió perfecto, ¿verdad, amor? —susurró ella.

—Sí... perfecto —mentí.

Mi madre, Clarion, me observaba desde su asiento. Su mirada no era de orgullo.

Era de advertencia.

Sabía lo que estaba pensando: no juegues con el destino.

Pero ya era tarde. El destino estaba jugando conmigo.

Elion

Vi a Káiser apretar los puños mientras Adeline desaparecía por las puertas del jardín. Su mirada la siguió hasta el último segundo.

Nadie más lo notó.

Pero yo sí.

Y aunque era su protector... sabía que en el fondo, ese amor prohibido estaba destinado a desatar una guerra.

Adeline

El viento movía mi vestido, la luna brillaba sobre mí, y una lágrima cayó sin permiso.

—En dos semanas todos cambiarán —murmuré—. Pero no sé si podré soportarlo.

Miré al cielo, buscando respuestas que nunca llegaban.

Mi loba habló por primera vez en días:

"No temas. Cuando llegue la luna, él sabrá quién eres realmente."

Y por primera vez, tuve miedo de lo que eso significaba.




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