El Corazón del Alpha

Capitulo 31: El despertar de los lazos

Kaiser

Nunca imaginé que mis piernas temblarían al verlos. Mis hijos... apenas los conocía, y ya sentía que todo en mí se desgarraba y se llenaba al mismo tiempo.

"Buenos eres padre que esperabas ya estoy loco por verlos siendo unos lobitos"

Por lo que tengo entendido son como Sophia ambos son mitad lobo y vampiro

"Yo solo se que a mi pequeña nadie la toca y mi pequeño es igual a mi fuerte como su padre además espero que los Hijos que tengamos con Adeline salga igual de lindo"

Luna y Vlad nos observaban, pacientes, asegurándose de que no hiciera un movimiento en falso.

—Papá... —susurró el más pequeño.

La palabra me golpeó directo al pecho. "Papá". Nunca la había escuchado de su boca aunque la ore vez si pero esta vez lo sentía más seguro y la primera vez que los vi fue muy rápido.

—Sí... soy tu papá —dije, con voz temblorosa—. Soy Kaiser.

El mayor me estudió con cautela, pero sus ojos reflejaban curiosidad y esperanza.

—¿De verdad eres... mi papá? —preguntó, vacilante.

Asentí, incapaz de apartar la mirada.

—Sí —susurré—. Y estoy aquí para quedarme.

El más pequeño dio un paso tímido, y con un tembloroso gesto, apoyó su manita sobre mi brazo. Sentí un calor indescriptible recorrerme, un amor inmediato que no había experimentado antes.

—Eres... como mamá —dijo, bajando la cabeza.

Mi garganta se cerró.

—Sí... soy como ella —dije, conteniendo el nudo en la garganta—. Y juntos, vamos a protegerlos siempre.

El mayor finalmente se acercó y me tomó la mano.

—Papá... ¿me enseñarás a luchar? —preguntó con un brillo decidido en sus ojos.

—Sí —contesté—. Pero sobre todo, te enseñaré a proteger lo que amas.

Adeline

La luna estaba sobre nosotros, y sentí su fuerza recorrer cada fibra de mi cuerpo.

No era solo transformación; era una conexión profunda con la luna, con mi destino.

Sentí su aroma antes de mirarlo directamente. Kaiser. Mi pareja destinada. No había duda. Cada célula de mi cuerpo reaccionó, cálida, inevitable, como si mi destino me reclamara.

—Papá... —el niño más pequeño me miró con curiosidad—. ¿Eres también mi mamá?

Mi corazón se tensó. Miré a Kaiser, a los niños y sentí una certeza absoluta.

—Sí... soy yo —dije suavemente—. Y mientras esté aquí, nadie les hará daño.

Mi poder seguía creciendo dentro de mí, recordándome que podía protegerlos a todos. Y sentí, por primera vez, que mi destino y mi corazón estaban alineados: con él, con nuestra familia, bajo la luna.

Kaiser

Me arrodillé frente a ellos, intentando que mis gestos no fueran torpes ni intimidantes.

—Quiero que me enseñen todo sobre ustedes —dije, intentando sonar seguro—. Sus juegos, sus risas, sus secretos...

Quiero ser parte de sus vidas, aunque no los haya conocido antes.

El mayor sonrió tímidamente.

—Papá... ¿podemos contar historias de mamá contigo? —preguntó.

—Sí —dije, tragando el nudo en la garganta—. Contaremos sus historias, su valentía, lo que nos enseñó. Cada pedazo de ella seguirá con nosotros.

Me rodearon con timidez, y finalmente los abracé. No era perfecto, no sabía hacerlo bien, pero estaba decidido.

—Papá... ¿me enseñarás magia como tú? —preguntó el más pequeño, con brillo en los ojos.

—Sí —contesté—. Te enseñaré todo lo que sé, pero sobre todo... a proteger lo que amas.

Nolan

Observaba en silencio, vigilando, pero también con el corazón apretado por lo que veía. Kaiser con sus hijos, Adeline descubriendo su poder y su destino... Todo era tan perfecto y doloroso a la vez.

Eloise se acercó con pasos suaves.

—Nolan —dijo, colocando una mano sobre mi hombro—. Estás muy callado. Parece que todavía llevas la guerra dentro.

Suspiré, rascándome la nuca.

—No puedo evitarlo —confesé—. Verlos así... a Kaiser con los niños, a Adeline... es hermoso, pero también aterrador. Tanto que puede salir mal...

Ella me sonrió, con esa calma que siempre me anclaba.

—Mira lo que hemos logrado —dijo—. Los niños están vivos, a salvo. Kaiser está con ellos. Y tú... estás aquí, vigilando y apoyando. Eso ya es suficiente.

Sentí cómo un peso se levantaba de mi pecho.

—Supongo que tienes razón —susurré—. Solo quiero que esto siga siendo... nuestro.

—Lo será —aseguró—. Siempre que sigamos juntos, y que sigamos protegiendo lo que importa.

Miré de nuevo a Kaiser y Adeline con los niños. La luna nos bañaba con su luz plateada. Por primera vez en años, sentí que podíamos respirar sin miedo. Nuestra lucha había valido la pena.

—Gracias —susurré—. Por recordarme lo que significa... lo que de verdad importa.

Eloise solo sonrió, y juntos, bajo la luna, comprendimos que lo peor había pasado... y que la vida, con sus lazos, amor y promesas, apenas comenzaba.

Adeline

Viendo a Kaiser con los niños, sentí cómo mi destino se entrelazaba con él. Cada risa, cada gesto de ternura, cada mirada que compartíamos... me decía que éramos inseparables.

—Kaiser —susurré mientras nos acercábamos—. No solo somos su familia ahora... nosotros también somos parte del mismo destino.

Él me miró, y en sus ojos vi reconocimiento, amor y aceptación.

—Lo sé —dijo, con voz profunda—. Nada volverá a separarnos.

La luna nos iluminaba, testigo silenciosa de que algo eterno estaba naciendo: no solo una familia, sino un lazo que ni el tiempo ni la oscuridad podrían romper.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.