Dio una nueva vuelta sobre su eje, observando la preciosa mansión en la que se encontraba. El piso de mármol reflejaba su sorprendido ser, mientras su boca entreabierta se perdía en todo el lujo y opulencia que aquel lugar poseía. Si bien había un sentido de hogar con las fotografías en la pared de la escalera y algunas que podía notar en la chimenea, sin duda aquel lugar estaba a un paso de ser catalogado como un palacio.
Fue recibida por un amable hombre que se presentó como Bernardo, el mayordomo de la familia Jenkins. De inmediato, aquello le pareció altamente opulento a los ojos de la joven, quien se enderezó y cerró su impresionada boca cuando el alto y apuesto hombre bajó las escaleras ante ella. Desde ya, Darcy Jenkins lucía como un pecaminoso personaje de una novela oscura, con sus ojos claros, ese día un poco más dorados que nunca, el cabello hacia atrás y ese perfume que Dorothea podía estar segura era el aroma de los hombres con mucho, pero mucho dinero.
—Buenos días, Dorothea.
—Buenos días, señor —respondió con voz suave—. Llegué puntual —remarcó, pues así había sido. Había llegado con quince minutos de anticipación y con miles de recomendaciones que le dieron su madre, padre y hermano, que fue el último en mirarla cuando bajó en su estación.
—Lo he notado. Por favor —la invitó a pasar hacia la parte interior, un pasillo amplio que se veía muy luminoso—. Los niños se están alistando para luego presentártelos, pero quisiera tener unas breves palabras contigo.
—Claro que sí, pero no imaginé que sus hijos se despertarían tan temprano —Darcy frunció el ceño, mirándola por encima de su hombro.
Era adorable, y ese día había llegado llena de colores rojizos que le quedaban bien a su tono de piel. La diadema en su cabeza tenía un nudo en el centro que parecía una rosa, era llamativa, pero él estaba seguro de que solo una chica como Dorothea Winter podría lucir un accesorio como ese sin que pareciera una completa locura.
—¿Por qué crees que mis hijos no deberían despertarse temprano? —preguntó confundido, guiándola hasta su oficina al fondo del pasillo.
—Bueno, son niños y están de vacaciones —respondió ella, esbozando una sonrisa cuando él abrió la puerta para que pasara—. Mis hermanos duermen hasta las nueve o diez, si acaso. Mamá se queda un rato más, si no, le toca levantarlos para ir al trabajo. A veces se turnan —comenzó a soltarse—. Si papá no debe entrar temprano al trabajo, él se queda unas horas más para dejar listo el almuerzo y así ellos solo lo calientan. Pero en general, cuando se trata de vacaciones, se aprovecha al máximo para dormir hasta tarde. ¡Lo que no daría por tener unos días de vacaciones!
Darcy sonrió con debilidad, invitándola a sentarse. Él se ubicó en su escritorio, que a Dorothea se le hizo un poco anticuado y tosco, pero no podía negar que él lucía bastante bien al tomar su lugar como jefe.
—Es curioso que ya estés pidiendo vacaciones cuando apenas vas a empezar a trabajar —indicó Darcy, viendo la clara sorpresa en ella, que abrió grandes ojos. Él solo sonrió—. Es una broma.
—Oh, no pensé que usted pudiera bromear.
Él arqueó una ceja, confundido, pero ella se reacomodó en la silla, viéndolo a los ojos después de tragar saliva.
—El internet lo describe como serio y frío, aunque hay muchos videos… sexys que le hacen algunas chicas. Tiene un club de fanáticas —Darcy entrecerró los ojos, viéndola ruborizarse. Solo se acomodó más relajado en la silla—. Llegué a ellos por error —indicó, queriendo zafarse de donde ella misma se había metido—. Pero bueno, parece que estas fanáticas lo buscan continuamente. ¿Sabía que tiene tres perfiles de fanáticas en Instagram?
—No, no lo sabía. La verdad es que hace mucho que me alejé de las redes sociales. Me hice una cuando era adolescente, pero dejé de usarlas hace tiempo.
—Sí, me di cuenta, porque el perfil que encontré de usted no tenía nada. Casi le envié la solicitud de amistad —Darcy se encontró con sus ojos castaños—. Yo casi no uso las redes sociales. Bueno, TikTok sí. Paso horas allí, es divertido. A veces aprendo recetas, cosas de maquillaje o sobre chismes. ¡Salen unos chismes! —Él amplió la sonrisa cuando ella lo hizo—. Además, hay cosas del mundo, porque hay noticias que parecen manejarse mejor en esas redes sociales. ¿Sabe usted qué es TikTok?
—Lo he escuchado por mi hija mayor —respondió de inmediato, pero ella, sin ningún problema, sacó su celular y le mostró la aplicación—. ¿Este es tu TikTok?
—Sí, sí. No subo nada porque la última vez que subí un video mío me dijeron que estaba gorda. Y como no tengo tiempo para perderlo con personas que no conozco, prefiero usarlo solo para ver —Darcy buscó su mirada—. Además, no dijeron nada que no pueda ver en mi espejo, y no me importa estar gorda. Lo soy, así como soy castaña o divertida.
—Eres divertida.
La pequeña sonrisa en ella fue encantadora, pero continuó mostrándole su pantalla, donde corrían videos de TikTok.
—Los videos de perritos rescatados son los que más me gustan, aunque casi siempre termino llorando —aclaró, bloqueando su celular y colocándolo sobre la mesa—. Creo que ya he divagado mucho, ¿verdad?
Darcy la miró a los ojos y, tras asentir, esbozó una tibia sonrisa. Ella suspiró, acomodándose en la silla con propiedad para verlo de frente.
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Editado: 25.11.2024