El desastre de Thea

27. Figura

Llevó la manga de la camisa a su nariz para absorber ese perfume que estaba segura permanecía en las fibras de la tela. Tras el accidente en el baño, su jefe le había ofrecido una de sus elegantes camisas blancas para que no desentonara con sus pantalones rayados, y desde entonces se había sentido maravillada en la prenda. El ajuste no era perfecto; le quedaba un poco grande, pero no se sentía incómoda, aunque le avergonzaba que los chicos la vieran usando la ropa de su padre. Sin embargo, ninguno parecía tener problema con ello.

Almorzaron en familia y terminaron comiendo brownie con helado como postre en la mesa, que no se fue desocupando hasta pasadas las dos. Aunque se esperaba que Darcy buscara su oficina, ya eran las cuatro y aún no se había ido; había pasado el tiempo en la casa, haciendo algunas llamadas y reuniones virtuales, mientras los chicos cumplían con algunos quehaceres. A esa hora, Charlotte, Aurora y Millie dormían una buena siesta.

Ella sonrió cuando Benny, con su lupa extensora y la otra para ella, llegó a la sala, donde empezarían a armar el famoso Lego. La tarde se sentía cálida, el sol había bajado mucho, y Thea dedicaría una hora a compartir con el menor.

—¿Cuándo empiezas a quedarte? —le preguntó Benny, mirándola con atención mientras ajustaba sus lentes y le sonreía.

—Creo que hasta el otro mes. Ahora mismo estoy como en un mes de prueba.

—Que vas a pasar —aseguró él—. A todos nos agradas, Thea, incluso a papá —Dorothea tragó saliva—. ¿Él te agrada?

—Sí, sí lo hace, todos me agradan en realidad —respondió, buscando las primeras piezas según sus indicaciones—. Admito que nunca imaginé que sería niñera. Me gustan los niños, me llevo bien con ellos y, como les comenté cuando hacíamos postres, tengo una familia algo numerosa —él asintió—. Pero no pensé que podría cuidar de nadie más que de mis hermanos, y me alegra mucho que el mundo me haya permitido conocerlos a ustedes —le rozó delicadamente la mejilla—. Ya en este momento no sé qué haría sin mi familia Tulipán.

Benny sonrió, asintiendo para ella.

—Nosotros estamos muy felices contigo, hasta Millie... pero no le digas que te lo dije —Dorothea sonrió y fingió cerrarse la boca con un zipper imaginario, asintiendo—. La verdad es que hace tiempo las cosas en casa estaban, no sé... como desconectadas y llenas de tensión. Millie y papá discutían mucho; ella estaba enojada…

—¿Con qué?

—Con todo, con el mundo, con Dios, con papá —Dorothea solo suspiró—. Ella fue la que pasó más tiempo con mamá, y pensábamos que iba a sobrevivir, pero no sucedió. Y cuando papá empezó a actuar como un militar, como ella decía, las cosas se sintieron diferentes, incluso peores, porque en realidad no queríamos reglas y horarios; queríamos abrazarlo, llorar incluso —ella le tomó la mano, y él solo sonrió—. Pero ahora que está más tiempo con nosotros, ya no queremos llorar, sino pasar un buen rato, y eso es porque tú nos has hecho sentir especiales otra vez.

—Es que son especiales. Son niños muy lindos, dulces, buenos, divertidos —él la miró a los ojos, sintiendo la calidez en la forma en que ella le tomaba la mano.

—Creo que deberías venirte a vivir aquí. Sé que extrañas a tu familia, pero podrías ir a verlos de vez en cuando, y si te quedas todas las noches también se sentirían especiales —Dorothea suspiró suavemente—. Tomaríamos todas las comidas juntos, iríamos a pasear los fines de semana y, ¿quién sabe? Quizás papá hasta se quede más días en casa que en la oficina —ella solo asintió, mirándose la camisa—. Habla con él y piénsalo. Para nosotros eres más que bienvenida.

—Gracias, dulce Benny, eres un encanto —él asintió, recibiendo un sonoro beso en la mejilla.

Aunque su hermana mayor dormía, él tenía algunas preguntas que quería aprovechar para hacer en ese rato compartido con su niñera, quien le pasaba las piezas mientras él encajaba. Poco a poco, la curiosa Thea fue aprendiendo, siguiendo las indicaciones que ambos compartían para adelantar el trabajo.

—Thea —la llamó suavemente, y ella le buscó la mirada—, ¿te gustaría tener otro novio después de Forrest? Millie me comentó que él fue infiel, o sea, que tuvo a otra chica mientras era tu novio, ¿verdad? —Dorothea asintió—. Eso está muy mal, muy, muy mal.

—Lo está, y no es un comportamiento bueno en nadie, ni en hombres ni en mujeres —indicó ella—. La verdad es que aún me siento mal por lo que hizo. Hoy me dijo cosas que no fueron agradables, y no me siento orgullosa de que me hayan visto golpeándolo; no me gusta resolver las cosas con violencia, pero... ¡es que estoy muy enojada con él! —confesó—. Y aunque eso no justifica los golpes, dijo cosas que me hicieron sentir mal, como si no mereciera que alguien me quisiera.

—Pero eso es una locura —señaló Benny, seguro—. Eres una chica bonita, eres divertida, y creo que podrías gustarle a muchos hombres —él ya tenía a uno en mente—. ¿Te gustaría tener otro novio?

—Sí, sí me gustaría, pero no ahora —él la miró con atención, algo decepcionado—. Pienso que debo enfocarme más en mi vida personal. Quiero ayudar a mi familia, pagar la deuda de la camioneta que tengo con tu papá y, no sé, si las cosas salen bien y continúo trabajando con ustedes, quizás comprarme un carrito —Benny sonrió ampliamente—. Soy una romántica empedernida, y aunque Forrest me lastimó con sus palabras y acciones, no he dejado de creer en el amor. Solo que, por ahora, creo que es mejor darme un descanso del mismo.




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