Volteó sobre su hombro cuando notó la sonrisa de su padre, apenas alcanzando a ver a ese Chase que salía del baño y corría a su habitación para vestirse y partir con ella a la casa de los Jenkins. La joven negó, hundiendo su pancito en el café con leche que tomaba cada mañana con su familia. Ahora, estaba sola con su padre, quien, con esa dulce mirada, intentaba darle ánimos sobre lo sucedido con el módulo.
De acuerdo con lo que él le había contado el día anterior, tras la limpieza que Édison y Chase habían hecho, vieron los daños del área. Si bien el piso y los muebles eran los más afectados, afortunadamente no había nada exactamente irremplazable en la zona. Ella seguía contemplando la idea de ofrecer la ayuda de Darcy. Aunque él había sido seguro en ese apasionado momento de que se haría cargo por completo de la reparación, temía que sus padres lo vieran de manera errónea, ya que, después de todo, solo su hermano menor sabía de su relación.
Cuando Édison apareció, ahora sin Saint, quien se estaba quedando en casa bajo el cuidado de Georgina para ahorrarse unos meses de guardería, la joven le sonrió con debilidad. Sin embargo, ese semblante que tenía él era un tanto serio, pensativo; así solía estar el mayor de los Winter cuando las cosas en casa se complicaban, y últimamente eso sucedía con frecuencia.
La joven amplió la sonrisa para Georgina, quien le dejó un beso en la cabellera antes de sentarse con ellos en el comedor. Édison fue el último en unirse con su desayuno.
—¿Por qué estamos tan serios? —consultó Georgina, intentando que su familia no perdiera el espíritu de siempre.
Los dos hermanos solo sonrieron. Thea volteó hacia su madre, tomando su mano sobre la mesa.
—Creo que más que todo andamos pensativos —indicó con voz delicada—, pero no serios, ¿verdad, Édison? —Su hermano asintió mientras tomaba de su café, pero ella suspiró—. Papá dice que la mayoría de las cosas son tratables, o sea, reparables, y que quizás salga más económico de lo que se esperaba… —buscó la confirmación de su hermano.
—Sí. Yo no puedo seguir faltando o pidiendo permisos —ella asintió—, por lo que pensaba buscar a alguien que revise el área y nos haga un presupuesto —se miraron de frente—, esperando que sea una persona de fiar y que no nos estafe. Algo que, a estas alturas, no solo sería el colmo, sino que tampoco me sorprendería…
—Édison —lo llamó su padre con suavidad.
—Es la verdad —fue firme—. Las cosas parecen estar al fin mejorando, pese a todo, y termina siempre sucediendo algo; cualquier cosa, y todo se va a la mierda. —Thea tragó saliva—. En línea no se ha vendido nada, ¿cierto? —Georgina negó ante su hijo—. Y las cosas se están haciendo cada vez más viejas, porque, de por sí, ya son antiguas. Tenemos cajas en todos los rincones, deudas y más deudas y…
—Édison —la delicada voz de Thea lo hizo suspirar.
El alterado joven observó la pena en sus padres, por lo que intentó calmarse tomando de su café y luego comiendo algo. No había dormido bien, y temía que las cosas se salieran de control con lo del módulo. Además, había algo en su pecho que no le dejaba tranquilo: la idea de que esa fuga no estaba allí cuando él hizo las breves reparaciones. Sabía que había revisado todo en ese lugar, que de pronto se sentía como una carga que su familia no merecía tener.
—¿Mamá, no se ha vendido nada? —preguntó Thea.
—No, hija —respondió Georgina, suspirando—. Édison tiene razón. Ahora mismo, solo tenemos la casa como bodega de artículos que pronto podrían empezar a dañarse. Meyris y Chase han hecho un buen trabajo con la página, pero en este punto tenemos pérdidas por las publicidades pagadas, sin nada de ventas. —Thea apretó los labios—. Y sí, entiendo a tu hermano. Es frustrante lo que nos ha tocado vivir, pero, hijo, es algo que vamos a superar.
Thea sintió pena cuando su madre tomó la mano de Édison.
—Lo haremos, juntos, como familia. Estamos buscando soluciones, y te agradezco tanto que seas tan dedicado y…
—Mamá, no. No me agradezcas. Es mi deber. Soy tu hijo, soy parte de esta familia, y si algo he aprendido es que somos todos contra el problema, porque solo así lo superaremos —Georgina asintió con una tibia sonrisa.
Fue entonces cuando Thea comprendió que no podía quedarse callada. Después de todo, la solución era sencilla, y sabía que, aunque siempre había sido así, los Winter contra lo que venga, ella podía darles un poco de calma y sosiego a sus padres y a su hermano mayor, quienes casi siempre se habían hecho cargo de todo.
—Uhm, yo tengo una propuesta —susurró despacito, dando el último bocado a su pancito mientras los demás la miraban con atención.
Terminó su café con leche y suspiró, esperando que no le hiciera daño, porque sin duda sería catastrófico andar con diarrea en el trabajo. Sin embargo, se armó de valor para conectar su mirada con su hermano y luego con su padre.
—Saben que ayer salí con Darcy… —frunció el ceño—. Bueno, con mi jefe.
—Sí, fue tu segunda cita como pareja, ¿no? —Thea abrió grandes ojos, sorprendida ante la pregunta de Édison.
—¿Qué? ¿Ya saben que somos novios? —consultó alterada.
La risita de su familia fue inmediata.
—Hija, no eres demasiado disimulada cuando estás enamorada —Georgina fue suave con ella, tomando su mano sobre la mesa—. Y después de la primera cita, para todos fue más que obvio que algo ya estaba dándose… —miró a su esposo—. Además, tu papá los vio besándose al finalizar esa noche.
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Editado: 17.01.2025