El desastre de Thea

54. Cualquiera

La energía en el comedor era especial, un compartir lleno de voces infantiles, risas y hasta chillidos de esa pequeña Aurora, que intentaba darle de su comida a su papá mientras él estaba pendiente de ella y de todos. Desde la cabecera, Darcy observaba con calma y llenándose de paciencia el trato especial y respetuoso que Chase Winter demostraba hacia su hija adolescente. Ahora, sentados lado a lado, los dos compartían un espacio agradable, que no se sentía tan pesado como su corazón de padre lo había imaginado.

Podía notar que el jovencito no solo poseía una educación clara, reflejada en sus modales y forma de comportarse con ellos y en la mesa, sino que también parecía genuinamente interesado en el bienestar de Millie, siendo incluso quien fue por un poco de kétchup cuando la jovencita lo pidió. Cuando se encontró con la mirada de Dorothea, Darcy le guiñó un ojo, logrando esa preciosa sonrisa en la mujer que lo tenía completamente loco.

Dejó su atención sobre los niños para fijarla en ella: en su perfil ruborizado, su sonrisa, el baile de hombros que hacía con Charlotte mientras compartían algo de la comida, y en la conversación animada que sostenía con Benny sobre los legos que habían estado armando durante el día y las cosas nuevas para los hámsters que acababan de llegar. Todo en Thea, su luz, su caos, su intensidad y calma, lo envolvía en una energía incomparable. Sabía que, aun con Heaven, a quien había amado tanto y con quien había compartido tanto, ese amor no se comparaba.

Cuando Thea lo miró de nuevo, él le sonrió dulcemente. Había en sus ojos calidez y dulzura, similares a las que ella misma reflejaba al mirarlo. Sabían que estaban perdidos en un amor sin límites, que no entendía de estratos sociales, puestos laborales ni deudas. Simplemente había surgido, como el amor debe hacerlo, creciendo cada día más fuerte, especial y noble, como el amor siempre debería ser.

—Papi, ¿hoy irás a la oficina? —preguntó Benny.

—Creo que sí, mi amor. Tengo unas reuniones que debo atender y también visitar un par de proyectos en proceso —asintió—. Pero espero hacerlo todo por la mañana. Saldré cuando ustedes lo hagan, y quizás para el mediodía regrese para almorzar juntos.

—Me parece bien, me gusta esa idea —dijo el jovencito mientras continuaba con su desayuno.

—Millie, ¿irán tú y Chase con Dorothea a la clase de danza?

La jovencita miró a su invitado, quien a su vez miró a su hermana.

—Uhm, en realidad íbamos a quedarnos —Darcy asintió—. Benny se quedará también, porque arreglará la jaula de los hámsters. Quedé en ayudarle, y Chase también dice que lo hará —el padre esbozó una débil sonrisa—. Y quizás veamos una película mientras ellas regresan.

—¿Escuchaste, princesa Charlotte? —dijo Thea, dirigiéndose a la pequeña—. Somos dos solteras y hermosas con una camioneta disponible. Podemos ir a donde sea.

—¡A Disneyland! —celebró Charlotte, logrando que todos rieran. Pero cuando Thea miró a Darcy, él arqueó una ceja, cuestionándole esa parte de "soltera"—. Papi, ¿cuándo podemos ir a Disney? Yo opino que vayamos todos, nosotros y la familia de Thea —dijo Charlotte antes de meterse un enorme bocado, mientras su padre lo pensaba.

—No es una mala idea —dijo Darcy, mirando a Dorothea, quien lucía encantadoramente ruborizada, aunque frunció el ceño—. Creo que en realidad es buena idea empezar a organizar un viaje en familia… bueno, las dos familias —su grave voz hacía que la joven se sintiera maravillada—. Quizás no a Disney, aún —aclaró para su hija—, pero sí a cenar. Podemos hacerlo pronto, y, claramente, ya están invitados al cumpleaños de Aurora.

Dorothea notó el paso de Bernardo tras el comedor, dirigiéndose hacia la puerta principal. Tragó saliva, imaginando la llegada de alguien no grato, al menos para ella. No se equivocó cuando escuchó una voz femenina. Observó la tensión en el cuerpo de Darcy, comenzando por su mandíbula. Miró a Millie a los ojos, luego a su hermano, y suspiró, quedándose en su lugar.

—Buenos días, mi familia —saludó Céline animada, acercándose al comedor. Darcy fue el primero en ponerse de pie—. Buenos días, querido —Thea la buscó de inmediato, frunciendo el ceño, mientras la elegante mujer le daba un beso doble—. Buenos días, mis niños. ¿Cómo están? ¿Cómo se sienten esta mañana? Qué lindo verlos compartiendo…

Fue repartiendo besos a los menores, que permanecieron quietos en sus sillas, respondiendo apenas con voces neutrales. Céline miró con confusión al jovencito apuesto al lado de Millie, pero no dudó en voltear hacia Darcy.

—Estoy segura de que solo tengo cuatro sobrinos —dijo con su voz delicada. Chase miró a su hermana.

—Él es Chase —presentó Darcy, aún de pie—. Es el hermano de Dorothea.

—Oh, bien, bien. ¿Trabaja aquí también?

—No, Céline —continuó Darcy con un tono de voz seguro—. Es un invitado.

Dorothea notó cómo la heredera arqueó una ceja, desde su lugar Chase notó cómo su hermana apretaba el cuchillo a su lado.

—Es amigo de Melisande y ha pedido permiso para venir a verla. Estará todo el día en casa.

Céline asintió, aunque no parecía convencida.

—Ahora me pregunto yo, ¿qué haces tú aquí?

—Bueno, yo no soy una invitada —Céline fue clara, buscando un espacio en el comedor—. Soy familia, la tía de tus hijos. Y, ya que estoy en la ciudad… bueno, en realidad, he viajado para pasar tiempo con ellos. No consideré inapropiado empezar. Me gustaría estar, al igual que Chase —lo señaló, logrando que todos fruncieran el ceño—, al menos un día con mis sobrinos. ¿Puedo hacerlo, o ya no?




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