El desastre de Thea

55. Celos

Desde el marco de la puerta, Darcy vigilaba la tarea de los jovencitos mientras armaban el nuevo espacio para los hámsters, que yacían en una pequeña, pero cómoda jaula donde su dueño los había puesto cuidadosamente. Su cuerpo se tensó al sentir una mano femenina recorriendo su espalda hasta rozar su brazo. Se volteó de inmediato, alejándose de ese espacio, y vio a su cuñada Céline, quien le esbozó una amplia sonrisa.

La pelinegra no dudó en entrar al lugar como si nada, llamando la atención de los jóvenes que, aunque le dedicaron unas tibias sonrisas, continuaron con sus tareas. Benny era el único que, cada cierto tiempo, buscaba la mirada de su padre, antes de volver a fijarse en su tía, que parecía inspeccionar la habitación.

Cuando Céline tomó el globo terráqueo que servía como lámpara, un regalo de Dorothea, el joven frunció el ceño, lo que hizo que Millie también volteara. Poco después, Céline admiraba un reloj con una correa que imitaba madera, el cual Benny usaba con frecuencia.

—¿Este reloj es tuyo, Benny, o de tu papá?

—Es mío —respondió, buscando luego a su padre—. Fue un obsequio de Dorothea, igual que esa lámpara.

—Oh, entonces es una baratija —comentó Céline. Darcy la miró con agudeza—. Pensé que se trataba de un Patek Philippe, porque tiene la misma estructura y diseño.

—Es un regalo valioso —indicó Benny, mirando a su hermana, que con la mirada le pedía calma.

Chase tampoco se sintió cómodo con la forma en que esa mujer se refirió al regalo, sabiendo bien que Dorothea se había tomado el tiempo de buscar algo personalizado para cada chico. No necesitaba más detalles para entender que la "tía Céline", como Millie la había presentado, era una mujer grosera y que claramente no era bienvenida en ese lugar, algo que parecía no comprender.

Darcy notó cuando Céline tomó una fotografía de los muebles de Benny. En ella aparecían Heaven y el niño, ambos orgullosos y felices junto a una maqueta de un cohete hecho de legos. Observó a su hermana, siempre hermosa y feliz incluso con las prendas más sencillas. Tras dejar el portarretrato en su lugar, Céline sonrió débilmente a Darcy antes de fijarse en otras maquetas de lego que estaban en la parte superior de un estante. Se puso de puntillas, estirando la mano para alcanzarlas.

—¡No! —exclamó Benny con firmeza, lo que hizo que Darcy interviniera de inmediato, tomándola del brazo.

—¡Ouch! Qué grosero, Darcy —se quejó Céline, llevándose la mano al brazo como si este hubiera sido apretado por una máquina pesada—. ¿Por qué hiciste eso? Solo quería ver la maqueta que aparece en la fotografía.

—Porque son las cosas de mi hijo, Céline, y prefiero que no las alteres ni las toques —dijo con firmeza. Ella lo miró con burla—. Por favor.

—Dudo mucho que al niño le moleste que su tía revise un poco de su vida, especialmente cuando es la maqueta que aparece en la fotografía donde sale mi hermana…

—Y por eso no quiero que la toque.

La voz de Benny resonó con firmeza, haciendo que Céline lo mirara con una ceja arqueada. El jovencito estaba de pie, con una bolsa de aserrín en una mano, mientras con la otra ajustaba sus lentes.

—Quisiera que no toque mis cosas, por favor —rectificó con la mayor seguridad que pudo en ese momento.

Céline, incrédula, buscó apoyo en Millie, quien simplemente la observó sin decir nada. Por el contrario, la jovencita llamó a su hermano, incentivándolo a continuar con el arreglo de la jaula. Céline se sintió aún más indignada cuando Chase esbozó una sonrisa burlona hacia ella, acompañándola con una mirada acusatoria. Aun así, sabía que no podía perder el control delante de los niños.

—Lo siento, mi amor. No quería dañar nada, y sabes bien que jamás tocaría tus cosas con esa intención —dijo, modulando su tono—. Me ha dado curiosidad la hermosa fotografía que tienes aquí; intuí que es especial y quise ver cómo había quedado el proyecto, eso es todo.

Benny ajustó de nuevo sus lentes y asintió.

—¿Sigues haciéndolo? ¿Sigues jugando con legos?

—Thea y yo los hacemos juntos…

La ceja arqueada de Céline no pasó desapercibida para Chase, quien permanecía atento a la mujer.

—Ella me ayudó a que me volvieran a gustar. Ya terminamos uno y estamos trabajando en otro —agregó Benny—. Y cuando lo terminemos, iremos a comprar más legos al centro comercial. Tenemos esa cita pendiente.

—Vaya, qué buena relación tienes realmente con tu niñera.

Céline miró a Darcy con incredulidad. No podía creer los cambios abismales que se percibían en esa casa y en los niños. Aunque tuvo la intención de ofrecerse para ayudar con la jaula, aun cuando las ratas que Benny tenía como mascotas le daban asco, era evidente que nadie la quería ahí. Pero ella no pensaba irse tan pronto. No iba a permitir que nadie, ni siquiera sus sobrinos, la hiciera sentir miserable o rechazada.

Se acercó a Darcy, quien seguía atento a sus hijos, aunque no dejaba de vigilarla. Céline lo miró a los ojos y luego dirigió la mirada hacia los jovencitos. Achicó los ojos al notar cómo Chase cruzaba una mano por la espalda de Millie para apoyarla en el piso, mientras con la otra le entregaba una rosa hecha de papel servilleta.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.