Con delicados besos, él escaló por su cuello hasta tomar su boca, mientras el curvilíneo cuerpo de ella se guiaba, estremeciéndose en sus brazos. La respiración de ambos era agitada, las pieles aún yacían erizadas, y lo que habían vivido solo lograba sonrisas tenues en ambos, aunque ella mostraba una enorme y coqueta cuando él le tomó del cuello para besarla más apasionadamente, cerrando un encuentro que les ayudó a soltar mucha de la pesadez que cargaban.
Ese apartamento había sido testigo una vez más de una intensa entrega, de la manera en que la pareja se buscaba, se unía y se convertía en una sola cuando las ropas salían de sus cuerpos. Darcy le tomó el rostro con ambas manos, viéndola a los ojos. Ella, delicadamente, le rozó la mejilla, pasó a su nuca y terminó alborotando un poco más el cabello, para pronto darle solo un besito.
Un suspiro se escapó de los labios femeninos cuando rompió esa unión; le dolían muchos puntos del cuerpo y podía estar segura de que la experimentación que habían vivido, una que nunca imaginó que podría ceder hasta que, claro, él le dio la confianza para hacerlo, le causaría dolores en el trasero en los siguientes días, pero en ese momento no importaba. Había tenido una noche maravillosa, y aunque la idea era quedarse desde el día siguiente con los niños, al final terminó acordando con Darcy que, luego de ese apasionante momento, volvería a su casa con él y despertaría como sorpresa en la misma para los chiquillos.
Él la tomó del brazo, atrayéndola a su pecho, donde ella aún reconoció la respiración rápida, pero se puso a reír cuando Darcy le tomó la pierna, que se acomodó en las caderas, rozó el muslo grueso y no perdió la oportunidad de apretarle una nalga, aunque luego le marcó la misma con la palma, logrando la risita encantadora de la curvilínea que le besó la mejilla.
—Mañana tienes un día agitado —le señaló ella.
—Lo tengo, pero haré las gestiones desde temprano, para no perderme esa convivencia que tendremos con los chicos —ella asintió, buscándole la mirada—. Voy a hacerlo —Dorothea suspiró con pesadez—. Siento que es lo mejor.
—Quizás es demasiado, con una orden de alejamiento…
—No, no, no, y no, Dorothea —él continuó firme—. Merecen prisión, los dos. El tiempo que van a recibir es poco en comparación con lo que esperábamos, pero esos seis meses los harán reflexionar como deben, y por supuesto que al finalizar ese periodo deberán firmar una orden de alejamiento completo de nuestra casa, incluyendo la tuya.
La joven sonrió con debilidad, dándole otro besito. En la cena, Darcy le compartió que había hablado con el teniente que llevaba las denuncias establecidas para Clari y Forrest. Ya que él no quería ningún tipo de mediación, las cosas escalaron a un nivel más penal, y cuando a ambos se les impuso una multa que no pudieron pagar, tuvieron que pasar a la posibilidad de una pena en prisión.
El tiempo estipulado, por ser delitos menores, aunque Darcy odiaba que se tildaran de esa manera, era de máximo seis meses, y él estaba dispuesto a que lo cumplieran. Ya en ese punto, nada le resultaba más conveniente que una condena, y aun cuando Forrest lograra pagar su deuda, tampoco sería suficiente para salvarlo de esos meses en prisión, ya que la misma Clari declaró que al parecer el chofer llevaba un tiempo confabulando para lograr el despido de Dorothea.
Forrest, tras saber la realidad, se cerró en sus declaraciones y solo bajó la cabeza, aceptando las mismas. Su familia, que no sabía lo que había pasado con Dorothea, ni mucho menos tenía idea de las grandes sumas de dinero que él había prestado en la empresa con las excusas de ellos sufriendo, lo dejaron de lado y le dieron esa lección, porque sin duda creían que merecía vivirla.
Al saberse en soledad, Forrest solo solicitó una llamada, que por derecho le fue otorgada, aunque no indicó a quién iba a contactar. La misma duró apenas un par de minutos y solo dijo una frase: "Vete de la ciudad, estoy preso". Los oficiales tomaron como una advertencia a alguna otra novia y, por lo mismo, no hicieron ningún tipo de reporte ante la llamada ejecutada.
—¿Cuánto tiempo crees que durarás en esa audiencia? —le preguntó Dorothea.
—Posiblemente unas horas, los abogados se harán cargo, pero ya que soy el denunciante, me quieren presente —ella asintió—. Luego iré a la plaza para que el equipo que envié me entregue el trabajo. Quedé con tu hermano de reunirme ahí —Dorothea asintió—. Y luego tengo que ir a la oficina a ver unas cosas de las acciones…
Thea se acomodó un poco, elevándose de su pecho para verlo a los ojos.
—¿Hay algo malo en ellas?
Darcy le llevó un mechón tras la oreja y solo suspiró.
—Te había comunicado que mi exsuegro, el padre de Heaven, pasó de ser un empleado a ser un socio de la empresa —ella asintió—. Pese a que falleció a los tres meses de mi esposa, de un ataque al corazón fulminante, las acciones siguen produciendo y se han convertido en un ingreso fijo para los Rolland…
—Okay, ¿y por qué las quieres revisar?
—Las voy a valorar para comprárselas —Thea parecía confundida; él solo suspiró—. Siento que hay demasiadas cosas, más allá de la relación con mis hijos, que aún me atan a esta familia, y no pretendo sonar cruel, y espero que Heaven sepa de todo el amor que le tuve, del amor que aún le tengo —la notó pasar saliva—. Pero también de que mi vida ha avanzado, y no es que la esté olvidando, es solo que hay una mujer increíble que se ha ganado un espacio único en mi corazón, en mi familia, en mi día a día, y quiero dárselo completamente, como lo merece.
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Editado: 14.01.2025