Sarah
Hoy he tenido mucho trabajo en la oficina, mi jefe que es un odioso, no me deja de poner más trabajo, al parecer no sabe que no soy una esclava ósea, me paga pero no lo suficiente.
—buenas tardes, usted es la señorita Sarah Martínez. —me pregunta un hombre como de 40 años vestido de traje
—que se le ofrece señor
—estoy aquí para hablarle de la herencia que le dejo su señor padre, el señor Vicente Martínez
—disculpe si viene de su parte es mejor que se vaya no me interesa nada de él
—estoy consciente de eso señorita, pero es mejor que me escuche y tome una decisión.
—está bien, le daré cinco minutos y luego se va.
—antes que nada su padre le dejo esta carta —la deja sobre el escritorio por qué yo no la acepto
—Él estaba consciente que usted no querría saber nada de él, pero créame, siempre estuvo al pendiente de usted a la distancia, sus razones las explica el mismo en su carta.
—él antes de morir dejo por video y por escrito su última voluntad, dejo para usted , un restaurante el cual lleva su nombre, al igual que una casa, me gustaría que reconsideré aceptar todo, pero le daré tiempo, no me conteste ahora, vendré el día de mañana o si gusta llamarme estaré atento por si llama que tenga bonito día.
El hombre se fue y me dejo los papeles, estuve a punto de tirarlos a la basura si no hubiera sido por qué en esos momentos salió mi jefe a guitonearme por un pequeño error.
—renuncio —le grito
—aja, como si pudieras renunciar, las personas como tú necesitan trabajar para sobrevivir.
—no, señor, las personas como ustedes, necesitan de nosotros para comer, y hágalo usted mismo a ver si puede por qué este puesto lo tiene, por qué se lo heredaron, no por inteligente.
Tomo mis cosas y me voy, más tarde me lamento por renunciar, pero en estos momentos estoy feliz por haber hecho lo que tanto quería.
Me subo al coche con todas mis pertenencias, no sé a donde ir, no quiero aún decirle a mi madre, que tuve la visita del abogado de mi padre y menos que renuncie al trabajo
Llego a un parque cerca de mi ahora ex trabajo. Compro una nieve a un señor que está vendiendo aquí en el parque, me he traído conmigo la carta del hombre que dice ser mi padre.
La abro y me pongo a leerla
para mi amada hija sarah
No sé por donde empezar esta carta
tal vez pidiéndote perdón por haberte
dejado, no quería hacerlo, sé que te costara creerlo
pero cometí errores y el que nunca me perdonaré
es haberte abandonado.
Cuando tu madre me dio la noticia estaba asustado
tenía una esposa y dos hijos, tus hermanos
mayores, ellos no saben de tu existencia.
Me vi obligado en decidir tener a mi familia
o perderlo todo, y tomé mi decisión, sé que
le partí el corazón a tu madre
pero yo amaba a mi esposa, amaba a mis hijos
pero también te amé a ti a la distancia. Me dolía
verte creer y no poder abrazarte y decirte lo
orgulloso que estoy de ti.
Cuando tenías 6 años y una señora que te cuidaba
te llevo al parque, yo estaba ahí, viéndote jugar, en
mis planes no estaba hablarte, pero tu pelota cayó en
mis pies, no reaccione a tiempo y tú ya estabas ahí con
una gran sonrisa, la sonrisa de mi niña, a la niña que
tanto añoraba. Me dijiste que te disculpara si tu pelota
golpeo mi pie y me sonreíste, era la primera vez que
miraba tu sonrisa de cerca. Después nunca me atreví a
volver, estabas tan bien sin mí que prefirió no hacerte
daño con mis errores.
Por favor Sarah, mi dulce Sarah acepta el restaurante
que te dejo, cuando decidí comprar aquel lugar lejos
de mi vida actual, siempre pensé en dártelo a ti.
Sé que me guardas rencor y viviré con ello, pero sí estas
leyendo esta carta es por qué ya no estoy aquí té
aseguro que mi último suspiro fue pensando en ti.
Te ama
tu padre.
Cuando termino me doy cuenta lo mucho que estoy llorando, siempre odie a mi padre por qué me abandono, siempre odie que dejara sola a mi madre, pero ahora no sé qué pensar de él.
Claro que me acuerdo de ese día, ese hombre con sonrisa cariñosa, me acaricio el rostro y yo me puse feliz, no sabía por qué, pero lo hice, nunca lo volví a ver y lo olvide, pero ahora lo recuerdo, recuerdo su rostro, su ropa y el color de sus zapatos, me limpio las lágrimas y regreso al auto, tomo el número del abogado y sin pensarlo le marco.
—diga
—acepto el restaurante
—está haciendo lo correcta señorita, ese restaurante es suyo, al igual que la casa, mañana me comunicaré para hacer todo el papeleo y la firma.
Cuelgo la llamada, no debí tomar esta decisión sin contarle a mi madre pero ya está hecho.
la muerte de sarah esta en el libro un millonario amor
por si quieren ir a leerlo, este libro es totalmente independiente.
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