El deseo de Sarah

CAPITULO 4 AMAIA

Amaia

 

 

He despertado a las 6 de la mañana por que Maia a esta hora se levanta a tomar su lechita, pero se ha despertado antes porque Oliver viene con su lechita.

—buenos días cuñada, no me di cuenta que hora volvieron ¿y Simone?

—buenos días a ti también, la deje en su casa porque pensé que te quedarías tú, y ella seguramente se fue con sus amigos ya que yo la deje, ya sabes como es.

—sí, pero a si la amas.

—así nos amamos — nos complementamos, es un hecho que vamos a terminar juntas y es verdad nos hicimos la promesa si ninguna de las dos nos casamos que es obvio que yo no lo hare y ella tampoco cuando seamos unas viejitas nos iremos juntas a una granja.

—¿en una granja? Perdóname la vida, pero no veo a Simone en una granja

—ni yo tampoco, pero ella quiere granja y yo solo quiero no tener ruido así que...

Llegamos a la habitación de mi hija que está sentada esperando su vasito con leche, pero antes aprovecho para cambiarle el pañal, para que no moje la cama

—Oliver, ¿qué paso con Naty?

—no quiero hablar de eso, es algo incómodo para mí.

—sabes que puedes contar conmigo para lo que sea, así como sé que tú estás para mí.

—lo sé, pero prefiero esperar, para decirte, no sé qué pasará —su mirada es triste, sé que estaba muy ilusionado con ella, no sé qué pudo causar su separación.

—bueno yo me voy tengo trabajo que hacer

Oliver tiene una empresa de marketing, también trabajo para él, y debo decir que es bueno pasándome trabajos de fotografía.

— por cierto, Oliver perdí mi celular anoche, más bien tome el celular equivocado, más tarde iré a recuperarlo.

—¿quieres que te acompañe?

—no, muchas gracias Oliver, voy a ir al restaurante donde fuimos a comer.

—¿a qué restaurante fueron? —me pregunta  

—la sazón de Sarah, se come deliciosa, —contesto, pero no se me viene a la mente los platillos, sino el hombre que me ayudo a no caer.

—o si conozco al dueño, muchas veces le he hecho publicidad para el restaurante y sus empresas que tiene con su primo, son grandes personas.

—a si no sé quiénes son.

—tal vez los conozcas pronto, mire a Orestes hace días, los he invitado a una carne asada en casa, te invito y los conoces, Orestes tiene una esposa muy agradable, no la conozco bien, pero las veces que la he visto es linda, y no sé cómo no se vuelve loca tiene como cinco niños.

— dios santísimo, cinco si yo no me doy abasto con una. 

—bueno me voy por qué llego tarde y tengo que ir a bañarme.

Nos despedimos de Oliver, me acuesto otro rato con Maia, ella se termina a leche y se acurruca a mí.

Estoy en casa de la abuela de Maia, tengo que hacer unas fotografías para una quinceañera a sí que ella me la cuidara, la traje antes porque tengo que ir a buscar mi celular, la chica de las fotos estaba preocupaba porque yo no le contestaba los mensajes y las llamadas para confirmar lo de hoy por suerte cuando me he levantado he visto mis redes desde la laptop a sí que la he tranquilizado, pero me urge recuperar mi celular.

Llego diez minutos antes de la hora que me quede de ver con el hombre, Flavio a si se llama al menos eso me dijo la chica que hablo conmigo.

Tomo el celular, y digamos que me gano la curiosidad, lo desbloqueo y empiezo a ver las fotos, tiene tres hijos, uno de ellos se parece a él. Deben tener unos cuatro o cinco años, también tiene una foto con más niños y un hombre muy parecido debe ser su hermano, porque el parecido es mucho.

Sigo viendo las fotos, tiene una foto con la que pienso debe ser la madre de sus niños porque se parecen a ella también, es muy hermosa, tiene unos ojos azules electrizantes.

Me asusto porque entra una llamada, me doy cuenta de que es mi número celular a sí que contesto.

—hola, disculpa¿vendrás? —su voz es grave

—si ya estoy aquí, ¿dónde te encuentras?

—estoy aquí dentro.

 

Me bajo rápidamente del auto, entro y me recibe una chica muy amable y sonriente, en definitiva regresaré a este lugar a comer. Aunque aún estoy a tiempo para comer aquí. Y el lugar donde la quinceañera escogió para su sesión está cerca de aquí.

—buenas tardes, señorita, tiene reservación.

— no, pero quiero una mesa, pero espero, — mientras busco con la mirada a Flavio.

Lo ubico cerca de caja.

—también vengo con él, apunto a dirección de él.

—ah muy bien pase en un momento le doy mesa — me dice sonriente

Flavio, que ya me ha visto, va a mi encuentro.

—hola —me dice su voz es menos grave ahora.

—hola —contesto

—aquí tienes tu celular —le extiendo su celular.

—aquí tienes el tuyo.

—gracias y disculpa la confusión, no mire el celular, solo lo metí a mi bolsa.

—no te preocupes, yo tampoco me fije al momento —me está mirando, y es raro, o sea no es incómodo, solo raro. 

Nos quedamos por un momento viéndonos hasta que nos interrumpe un hombre de mediana edad, se acerca a él y le dice algo que no escucho.

Cuando el hombre se va me pregunta.

—¿pediste una mesa?

—sí, pero está lleno, creo que me iré a otra parte —digo.

—ven por aquí —me dice

lo sigo sin más.

Llegamos a una área tipo salón, Flavio abre la puerta y me deja pasar antes que él. Es un lugar precioso, hay solo cuatro mesas, tiene un ventanal enorme y la vista es espectacular, definitivamente traeré a simone para una sesión de fotos.

—disculpa, no te he preguntado tu nombre. Yo me llamo Flavio.

—Amaia. —si sé tu nombre, la chica que me llamo ayer me lo dio

—madi.

—Espero no haberte metido en problemas

—¿en problemas? —levanta la ceja izquierda.

—si por tu esposa.

—o no, no madi, no es mi esposa, es esposa de mi primo.

—¿el chico que se parece a ti?.  —digo sin pensarlo. 




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