El deseo de Sarah

CAPITULO 9 SARAH

.Por fin llegue a casa, ya me urgía, hoy hubo mucha clientela, me duelen los pies, como no tienen una idea, alcance a cenar en el restaurante, me iré a darme un baño y a la cama, subo las escaleras para llegar al dormitorio, me desnudo en mi habitación, estoy algo delgada, aunque no me cuido en estos momentos tal vez es por todo el estrés que he cargado en estos momentos.

Enciendo la ducha, el agua está templada, me quedo un buen rato abajo del chorro, no me gusta esta casa, está demasiado grande para mí, ojalá mama pueda venir pronto a visitarme, al menos Madison, me prometió venir de vez en cuando, siento que nos conocemos de toda la vida, es una niña maravillosa, me da mucha tristeza que perdiera a la única mujer en su vida, yo no sé lo que haría si pierdo a mi madre, salgo de bañarme media hora después en verdad que el baño me relajo.

 

 

Voy directo a la cama, tomo mi celular para ver si no me llamo mamá, tengo una llamada perdida, el número no lo reconozco, pero ha dejado un mensaje de voz escucho y para mi sorpresa es de Flavio.

—escucha Sarah, sé que hace tiempo te deje ahí en el motel, sola y sin darte una explicación, pero pasó algo te había contado que mi madre no vivía con nosotros, más no te di más detalle, la realidad es que ella se fue con otro hombre nos dejó a mi padre y a mí, la razón por la que tuve que irme es por qué ella me habló, el hombre con el que se fue, la engaño y sin ella saber la metió en problemas, tuve que ir a su ayuda, no tuve cabeza para más, lo siento Sarah, no imagino como debiste sentirte, en verdad me gustabas, pero el destino ya no quiso que volviera, supongo que pensé que te olvidarías de mí. Pero ahora que te vi de nuevo, volvieron a mí esos maravillosos recuerdos que pasamos juntos, ojalá me des la oportunidad de hablarlo en persona, por favor déjame explicarte todo con detalle.

 

No sé cómo consiguió mi número celular, y no sé qué pretende, no contesto, solo dejo mi celular en la mesita y me acuesto a dormir.

 

 

Flavio empieza a besar mi cuello, despacio puedo sentir su aroma, sus manos están posadas en mi cintura, estoy muy nerviosa.

—Flavio, yo …

—lo sé, no tengas miedo, si quieres que pare lo haré.

Me atrae más a su cuerpo, sus labios buscan los míos, yo los recibo, su lengua busca la mía, estoy perdida entre sus brazos, Flavio empieza a quitarme la blusa de encaje rosa que traigo puesta, prosigue con el bra, de pronto me veo desnuda ante él, sus ojos brillan, me muerdo el labio nervioso mientras sus dedos buscan entrar en mí entre pierna, me hace explotar una y una vez, Flavio entra en mí, corazón late fuerte, es una sensación única, 

 

Despierto sobresaltada, es solo un sueño, me repito en mi mente, estoy sudando, soñar con el día que Flavio me hizo sueña, me pone mal, nunca había pasado, supongo que tiene que ver qué haya vuelto a mi vida.

Bajo a la cocina por un vaso de agua. Llevo conmigo mi celular, me siento en la cocina, decido que mejor me tomaré un vaso de leche tibia, busca las llamadas perdidas, el último número es de Flavio. Lo guardo, voy al WhatsApp, veo su foto de perfil, es él en una alberca, su cuerpo ya no es el mismo de aquel tiempo, hago Zoom intento ver el tatuaje en su pecho, pero no se distingue mucho.

Me sobresalto cuando veo su foto en mi pantalla, santo dios me está haciendo una videollamada, intento colgar, pero mis manos se han vuelto torpes, y en vez de eso contesto.

—hola Sarah —dice con cautela.

Intento arreglar mi cabello que es un desastre, oh por dios traigo una pijama transparente, tantas cosas están pasando en este momento.

Flavio sonríe, al verme. 

—hola—logro contestar al cabo de unos segundos al que solo dejo que vea mi cara.

—Sarah, te debo una disculpa por como me fui, fui un estúpido, no me detuve a pensar lo que sentías, solo pensé en mí mismo y no estuvo bien. —veo en sus ojos arrepentimiento.

—tu mamá, cómo está?—quiero cambiar de tema.

—ella está presa —guarda silencio un momento antes de volver hablar.

—ella asesinó al hombre con el que se fue, está pagando una condena larga.

—lo siento

—gracias. —Cuéntame de ti, ¿Nunca imaginé encontrarte aquí?

Después de contarle como llegué aquí, y el contarme que ha sido de su vida colgamos, me doy cuenta de que ya son las cinco de la mañana, hablamos por mucho tiempo y no lo sentí. No quiero sentir nada por él.

 

 




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