Llegamos a la tienda donde madi compra sus vestidos para fiestas, he traído a Amaia para que escoja el vestido que más le guste, yo aún no he visto lo del traje tal vez aproveche para que Amaia me acompañe, tengo muchos trajes en casa pero no todos los días se casan buenos amigos además que nos pidieron que no fuéramos de negro no querían trajes de veloria, nos recalcó Santiago a los tres por qué claramente Orestes, Agoney y yo usaríamos el negro.
—Flavio , está tienda parece muy cara, y honestamente no cuento con mucho efectivo —Amaia me dice apenada.
—bienvenidos —una chica nos saluda.
—gracias señorita, ¿Puede mostrarnos vestidos largos por favor? —le digo, sin hacer caso al comentario de Amaia.
—claro que si por aquí por favor
Nos lleva al área donde esta una gran variedad de vestidos largos.
Le muestra algunos a Amaia pero ella no se ve interesada, hasta que llega uno color morado de lentejuela, se por el brillo en sus ojos que le gustó, no se en que momento empecé a prestarle atención a Amaia pero lo hago.
Ella lo está mirando, pero por su gesto el precio no es de su agrado y lo devuelve.
—midetelo —le digo
Ella me mira — agacha la mirada sin decir nada.
—midetelo por favor —vuelvo a decirle
Tomo el vestido y la tomo de la mano para sorpresa de ella, me dirijo hacia los vestidores
—ests muy caro Flavio —me susurra, mientras voltea a ver si la chica que nos atiende no está siguiéndonos.
Me detengo para darme la vuelta , ella choca conmigo.
—oye, no piense en eso, yo lo pagaré.
—pero no tienes por qué hacerlo Flavio.
—lo haré por qué quiero y eres mi acompañante y este color te quedará genial.
—pero...
—si no te lo mides, llamaré a Madison y creeme no querrás tenerla aquí. —es mi última carta
—ests bien, pero te lo pagaré.
—no hay manera que me lo pagues es mi regalo.
Mientras espero que Amaia se pruebe el vestido, voy a buscar un collar para la ocasión, por lo que visto a Amaia no le gusta las cosas ostentosas, veo varios collares pero ninguno llama mi atención, hasta que veo uno está hasta el final es un collar sencillo con una pequeña piedra.
—señorita —puede poner en la lista de compras este collar
—claro que si señor — se le verá hermoso a su esposa.
Gracias —no le digo que no es mi esposa
Espero que lo ingresé al sistema para que me lo de, estoy al pendiente de cuando Amaia salga de cambiador.
Estoy apunto de sentarme cuando la puerta se abre, Woow no puedo describir lo hermosa que se ve, el vestido amoldea su cuerpo todo está en su sitio.
Se acerca al espejo, la noto un poco insegura.
—te vez espectacular —bingo el ganador —le sonrío.
—¿En verdad me queda bien?
—bien, ni siquiera es la palabra que yo usaría.
—permiteme — le pongo el collar
—esta muy bonito Flavio gracias. —se da la vuelta y me un beso.
—queda muy bien con el vestido —le susurro al oído.
—le doy la vuelta y la envuelvo en mis brazos.
—tendre que usar tacón para alcanzarte
—No es necesario yo puedo agacharme para estar a tu nivel, no quiero que estés sufriendo por los tacones.
Es tan fácil hacer sonreír a Amaia, es tan fácil estar con ella y sentirme bien, feliz honestamente no recuerdo cuando soy feliz, esos momentos solo se los dedicaba a mis hijos, ellos son mi felicidad, en esta ocasión ver feliz a Amaia tiene efecto en mi.
—cambiate, ¿Me acompañas a comprar mi traje?
—claro, me cambiaré rápido.
—le quitó la etiqueta al vestido para ir a apagar la cuenta antes que salga Amaia.
He escogido un traje gris perla y Amaia eligió una corbata del mismo color de su vestido, nunca me había puesto un traje combinado, con Sarah no tuve la oportunidad por desgracia no estuvo en la boda de primo y Madi
Tengo mucho trabajo y el fin de semana nos iremos a la hacienda, Madison y yo vamos aprovechar para ir a ver de nuevo aquella mujer, tengo miedo pero Madison tiene razon debo de cerrar este ciclo y que Sarah está feliz que lo haga, nunca pensé volver a sentir algo por otra persona, ahora entiendo a Orestes el no quería rehacer su vida amorosa hasta que conoció a Madison, también entiendo que siempre estuviera ahí para mí, nunca me preciono para continuar, siempre me decía ya lo harás cunado encuentres a la correcta.
—Flavio —la voz de Amaia me saca de mis pensamientos.
—han llegado los clientes —Simone los ha pasado a la sala de reuniones, Orestes y Agoney van para haya.
— ya iré gracias — me levanto de la silla, tomo los documentos, después de darle un beso a Amaia.
—acompañame
—¿pense que solo estarían ustedes tres presentes?
— si pero son clientes nuevos y es mejor que estés a si puedes tomar nota.
Subimos al ascensor ya que la sala de reuniones está en el quinto piso.
—¿A qué hora te irás mañana?
—a las cinco de la mañana a si los niños duermen por el camino y llegamos a desayunar haya.
—te iba a invitar a dormir en casa pero te irás muy temprano y es mejor que descanses.
—aceptare tu invitación, yo no voy a manejar a si que dormiré tambien por el camino.
El elevador se detiene, Orestes está afuera de la sala, está hablando con alguien en el teléfono, está susurrando cuando me mira, se pone nervioso.
—¿pasa algo?
Orestes no me contesta pero sigue estando nervioso.
—entremos, no queremos darle mala imagen a nuestros clientes, ya después me dirás que pasa, al menos que sea de vida o muerte y quieras decírmelo ya —hablo mientras camino hacia la puerta.
Pero los brazos de Orestes me detienen.
—es mejor que no entres, Ago y yo podemos encargarnos de esta reunion.
— ¿Que dices?
Orestes iba a protestar pero una voz lo interrumpe.
—¿Donde esta el baño?
Volteo, la persona está justo atrás de mi.
No estaba preparado para ver lo que estoy viendo, es.. es ella es Sarah una chica idéntica a ella quiero decir, si cabello sus ojos, dios solo se mira más mayor que ella.