El deseo de Sarah

CAPITULO 44 FLAVIO

 

Quiero regresar a la hacienda, quiero volver —estoy apunto de decirle a Madison, hace veinte minutos llegamos , pero simplemente no he podido bajar mi cuerpo no reacciona, Madison me está dando mi tiempo sin presionarme.
Me quito el cinturón de seguridad no lo había hecho siquiera y ni era consciente de eso.
—tomate tu tiempo Flavio no hay prisa y no quieres hoy, será otro dia —Madi me habla dulcemente.
—no sé si quiera decirle adiós, una vez más —musito.
La primera vez fue el día que se fue, no lo olvido, el día que llegué al hospital, cuando la vi en esa cama de hospital, ya no era mi Sarah, la Sarah llena de vida, la alegre, mi dulce chica, estaba dando sus últimos suspiros el día que la volví a ver, fue el última vez que la volví a ver.
—siento que me falta el aire— intento tomar aire pero no lo logro.
—tranquilo Flavio, es ansiedad, estás pasando por mucho estrés intenta respirar y estar tranquilo.
Bajo del coche necesito aire puro, la cabeza ha empezado a dolerme y el pecho también, siento mis manos entumecidas.
Me siento desesperado, escucho a Madison hablar con alguien pero la siento lejano, entonces siento su mano, en la cintura su aroma envuelve mis fosas nasales.
—estoy aquí Flavio— estoy aquí, mirame mi amor 
—Sarah — es mi hermosa Sarah, su cabello rubio está intacto, su linda sonrisa.
La abrazo, la abrazo con todas las fuerzas de mi alma, la extraño tanto, anhelaba tanto volver a tenerla en mis brazos.
—te amo — musitó mientras la beso, esto no es un sueño, ya la he soñado otras veces y esto es tan real, tocó su cara, sus brazos , tener a Sarah junto a mi es lo más maravilloso, ahora puedo respirar, no me duele la cabeza y no me duele el pecho, solo mi corazon palpita  pero de gozo.
—tranquilo Flavio — dios no has cambiado nada sigues siendo un desesperado.
—no quiero que esto sea un sueño y despierte amor, no quiero despertar me quiero quedar aquí — la vuelvo a abrazar.
—no, no puedes quedarte aquí, estás siendo muy feliz y eso me hace más feliz a mi, me alegra que vinieras — Sarah acaricia mi mejilla y puedo sentir su tacto.
—lo siento, dudaba en entrar.
—lo se, pero estás aquí, y ahora estoy aquí contigo.
—te amo—le vuelvo a repetir.
— lo se mi amor yo también te amo, pero ahora tú corazón a vuelto a latir, y quiero que sepas que ella es la indicada, nunca permitiría que le dieras una mala madre a mis hijos. —sonrie.
—ojalá pudieras estar con ellos.
—lo estoy Flavio, siempre lo estaré, has hecho un buen trabajo con mi niños, eres el mejor padre, dile a Madison que ella tambien es la mejor madre para mis hijos, y mi mejor amiga.
—te extrañamos mucho
—y yo a ustedes pero siempre estoy cerca de aqui—ella toca mi corazón.
—no tengas miedo Flavio, no estás engañándome volviéndote a enamorar, tus sentimientos son puros, y estoy tan feliz por ello, te lo dije que buscaría la manera de venir, yo lo sabía amor, no te lo dije, hace años ella me dijo que nuestro destino no era estar juntos y que iba a morir, fue devastador para mí no te lo voy a negar pero después comprendí que mi camino por este mundo fue maravilloso, tuve la oportunidad de amar, de amarte y me diste a los mejores hijos que pude tener, y si, yo sabía que en tu vida llegaría Amaia, ella ha pasado por cosas similares, sabes creo en las almas gemelas, pero muchas veces en el camino nos topamos con varias almas  y este no fue nuestra oportunidad, tal vez en otra vida será, pero no estés triste por qué yo no lo estoy, estoy bien no me duele nada, no siento dolor, solo mucho amor.
Mis lagrimas caen sin parar, escuchar a Sarah es igual de devastador como hermoso.
—¿por que no me lo dijiste?
— por qué sabía que te alejarias y no, no quería alejarte de tu destino, Amaia es tu destino Flavio, tu y ella están destinados, y no te sientas mal, por que yo estoy bien, fui feliz a tu lado, pero yo no podia quedarme.
Estoy confundido por qué Sarah me está diciendo todo esto.

—antes no lo entendía, no quería morirme no quería dejarte, pero no podía hacer nada, era algo que pasaría y de lo único que me arrepiento fue haberme ido, debí quedarme y pasar más tiempo contigo  lo siento Flavio, lo siento mucho.

—no, no pasa nada mi cielo, está bien yo estoy bien — no, no está bien pero no sé lo iba a dejar saber, me rehusaba a verla sufrir por mi.

—tengo que irme,  cuida a los chicos y cuida a Amaia ella te ama y aunque también este confundida como tú todo estará bien, ama, ama amor mío.

No, no no te vayas quedaré un momento, le aprieto la mano, ella me da un beso, me suelta las manos sin que yo pueda evitarlo y se aleja, intento correr tras de ella pero mis pies no me responden.s

Abro los ojos sobresaltado, no sé dónde estoy 

—tranquilo Flavio, — la voz de Amaia me tranquiliza

Está tomando mi mano, estoy aturdido no entiendo que paso.

—¿Que paso?

—tuviste un desmayo — su voz es de preocupación.

—estoy bien — le aprieta la mano para que me sienta.

—si, el doctor a dicho que tuviste un ataque de pánico, todo estará bien ahora.

—quiero agua— tengo la boca seca 

Amaia me da una botella de agua, tomo despacio.

—¿Que haces aquí? — no había reaccionado a la presencia de Amaia, ella no había venido con nosotros pero está aquí.

—vine con Maia, he pasado por la hacienda la señora Amelia se quedó con ella.

—me da gusto que estés aquí.— llevo su mano a mis labios.

—me asusté mucho cuánto te toque y te desmayaste, al menos no te golpeaste intenté protegerte lo mejor que pude Madi también.

—¿eras tu?— digo más para mí que para ella

——si te tome por la cintura antes de desmayarte te hablé per9 no creo que me hayas escuchado.

 

La manos que sentí no fue Sarah si no Amaia, los recuerdos llegan a mi mente, pero no me pone mal al contrario siento mucha tranquilidad, verla, abrazarla y hablar con ella era algo que necesitaba.




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