El deseo de Sarah

EPÍLOGO

Flavio

Es emocionante ver como dos amigos dan el si, se que Santiago ha pasado por mucho antes de llegar aquí, y que Gael es de las personas que ha estado ahi para el y también para Madison, Orestes está agradecido por todo lo que han hecho por ella cuando el no sabía nada de ella, ya ha pasado muchos años de eso, pero yo aun llevo grabado en mi memoria aquel día, cuando Orestes me llegó a los ángeles a ver a Sarah, encontrarla de esa manera me partió el corazón y verla partir me dejo en una profunda depresión.
—a si que serás padre de nuevo ee — Orestes llega a mi lado, con dos copas, una me la extiende.
—si —contesto
—Madison arruino si maquillaje, estaba super feliz pero muy molesta de como se lo dijiste.
Debo confesar que me dio mucha risa, aunque Madison me hizo una escena cuando Amaia y yo llegamos a la boda, llegando justo a tiempo para verlos, Amaia con la ayuda de Simone se alistó, está hermosa con ese vestido, no le quitó el ojo, aunque Madison la tiene tomada del brazo, al saber que suele desmayarse la está cuidando, me gusta mucho la relación que se está dando entre ellas, debo confesar que me llena de nostalgia al recordar la amistad de ella con Sarah, se que Madi la extraña igual que yo.
—van a ser unos excelentes padres, ambos ya lo son. _me susurra
—ya te alcance —digo divertido.
—¿es competencia? —deberia decirle a Madison.
—oh no— digo.
Orestes sonríe, se que ya tienen bien cerrada la fábrica, 5 hijos ya es demasiado, pero nosotros no lo planeamos, pasó y aunque debo confesar que al enterarme me paralice, después es algo maravilloso.
—¿mi tío lo sabe?
—se lo diremos mañana 
Hace apenas unas horas que nos enteramos que seríamos padres y solo se lo diremos nuestros más allegados, Simone lloró mucho, creo que también fue culpa de las hormonas pero esta feliz de que su bebé y el nuestro se lleven por muy poco.
—me he enterado lo que pasó con Carolina, mire las cámaras te las puedo mandar para que Amaia vea como pasaron las cosas.
—no es necesario Ore, ella confía en mi. —digo mientras veo a Amaia acariciar su vientre plato, mientras ella y Madison platican con otras amigas.
—te lo dije
—¿que?—pregunto sin entender.
—que ibas a encontrar a la mujer perfecta para volver amar, sin duda es ella me doy cuenta de como la miras.
—¿Cómo tú lo hacías con Madison?
—si — Orestes contesta melancólico.
—ahora puedo entenderte —le tomo la mano.
—lo se, y me da mucho gusto que haya pasado, nos lo merecemos, fue una mierda lo que nos pasó pero miramos, nuestras mujeres están ahí —Orestes señala a las chicas.
Es hora de avanzar digo en mi mente, es hora Sarah, es hora que te cumpla la promesa que te hice y no pude cumplirte, pero lo haré.
—mira — Orestes señala al cielo
Es un globo blanco que se aleja de nosotros, mi alma siente una calma.
gracias por todo mi amor, gracias por mis hijos, gracias por perdonarme y gracias por venir y despedirte de mi — no soy consciente de mis lagrimas, hasta que siento una mano limpiarlas, miro hacia abajo es Amaia está de puntitas su cara muestra preocupación.
—estoy bien — la atraigo a mi cuerpo y le señaló el globo, para mí ese globo representa un inicio.
—ellos están feliz, lo están por qué nos hemos encontrado.
Amaia me toma del cuello, el cual bajo para poder que ella me dé un beso, es un beso tierno pero profundo.
—¿nos podemos ir?
—¿Te sientes mal? — le pregunto, mientras la tomo con más fuerza de la cintura 
—si, solo que tengo mucho sueño 
Sin avisarle la tomo en mis brazos.
—¿Que haces?
—vamos a casa.
 

AMAIA

Despierto en una cama que no conozco, no es mi casa y tampoco es la de Flavio, cuando me despabiló bien, mw soy cuenta que es la habitación de un hotel.
—¿ya has despertado?
—hola —digo
—hola —Flavio me sonríe, tiene una sonrisa hermosa, y lo que más me gusta es que llega hasta sus lindos ojos azules.
—¿Dónde estamos?
—en un hotel, también estaba cansado y no quise manejar hasta casa.
—¿como me has traído hasta aquí sin despertarme? —pregunto curiosa, se que no estoy subida de peso aún, pero como no me di cuenta cunado Flavio me trajo hasta la cama.
—tienes el sueño muy pesado —se burla de mi, y te traje con mucho cuidado, creeme.
—¿Que es eso? — señalo la bolsa que trae en su mano.
Camina hacia mi, y me entrega la bolsa, la abro encontrando en su interior un vestido azul marino en la etiqueta dice que es de maternidad.
—esta hermoso gracias —le soy un beso en la mejilla.
—hay más —me dice.
Meto la mano, saco un pequeño peluche color blanco, es un conejito.
—aun no sabemos si es niña o niño a si que el blanco estará bien por el momento.
Mis lágrimas están apunto de caer, pero parpadeo para que no pase, aunque no puedo evitarlo.
—quiero que tú y Maia vengan a vivir conmigo, hablaré con tus suegros, se que ellos son importante para ti y tu para ellos , son como tus padres, y quiero que sepan mis intenciones contigo. —Flavio guarda silencio un momento y me preocupa.
—¿Que pasa?
—no te lo había dicho pero la vez que Maia estuvo en el hospital, Oliver y yo tuvimos un intercambio de palabras, pero no te preocupes, hablaré otra vez con el y lo aclararemos lo prometo.
Se que Flavio no quería hablar más sobre eso por qué cambio de tema, en sobre como sería nuestra dinámica familiar, quería que yo y mi hija viviéramos con ellos.
— tenemos que buscar el momento para decirle a los niños que tendrán un hermanito o hermanita.
—espero se pongan feliz por eso —comento esperanzada.
—lo harán lo se, bueno al menos Alaia lo hará —contesta divertido.
Hace tres años no me imaginaba que estaría en esta situación, desnuda con otro hombre, sin contar que estoy embarazada y enamorada...
—debemos irnos, Alaia tiene una clase especial de ballet.
Había olvidado que Alaia tendría la clase especial, Flavio me lo había comentado hace días y me había invitado a Maia y a mí.
—lo he olvidado —soy sincera.
—cambiate, desayunaremos en el camino —me da otro beso y se levanta, y empieza a recojer nuestras cosas, me levanto para ir al baño, agradezco que las náuseas no estén haciendo de las suyas.




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