No todo en esta vida es bueno. Y eso… eso ya lo sabía desde hace mucho.
El día de los resultados del examen de admisión, mis manos temblaban. Mis piernas no querían moverse. Mi corazón sentía que se saldría por la garganta. Era una escuela prestigiosa, de esas donde no entra "cualquiera".
Tenía la presión de mi padre sobre los hombros. Las expectativas. Las miradas. El miedo.
Mi madre me acompañó ese día. Me esperaba en el auto, como siempre, siempre presente… siempre mi refugio.
Entré. Pasé entre la gente. Busqué entre los nombres. Uno a uno.
Hasta que…
ahí estaba. Mi nombre. Había pasado.
No solo pasé el examen… sino que lo hice entre los mejores.
Y justo detrás de mí… ella. La chica de la sonrisa brillante.
Me abrazó, casi llorando. —"¡Pasé el examen!" —me dijo. Y en ese momento, por primera vez, sentí que el mundo se detenía.
Nos reímos, corrimos a dar la noticia a nuestros padres. Mi madre me abrazó fuerte, me besó la frente como cuando era niño.
—"Bien hecho, hijo… siempre supe que lo lograrías." Sus palabras se sintieron como caricias al alma.
Pero entonces llegó él. Mi padre.
Le dimos la noticia. Esperaba… algo. Cualquier cosa. Tal vez una sonrisa. Tal vez un "felicidades".
Pero no.
Solo dijo: —"Es lo menos que podías hacer. Solo estudias. Prepárate, porque de aquí en adelante, la vida se pone más difícil."
Me quedé inmóvil. Las palabras entraron como cuchillos. ¿Esto era lo fácil? ¿Todo lo que viví antes fue "fácil"?
Entonces… ¿qué me espera ahora?
Pasaron unos días y llegó el primer día de clases. No me importaba nada. Ni la ropa, ni el uniforme, ni el horario.
Solo pensaba en verla.
La busqué por los pasillos. Cada rincón. Miraba cada salón. Y de pronto, ahí estaba.
Caminando hacia mí. Mi corazón se aceleró.
Me miró. Sonrió. Me saludó desde lejos.
Y pasó de largo.
Entró a otro salón. Uno diferente al mío.
Me quedé en la puerta. Mirando. Confundido. Como si el mundo me hubiera vuelto a patear el pecho.
—"¿Por qué?" —"¿Por qué no está conmigo?" —"¿Por qué siempre tiene que pasar algo?"
El día más feliz de mi vida terminó siendo otro recuerdo agridulce. De esos que se guardan con un nudo en la garganta.
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Editado: 28.08.2025