El Diario De Rem

Entrada 13 – "Mi primer beso"

No pude elegir. No en ese momento.

Ella llegó y me tomó del brazo. Solo vi cómo mis amigas se alejaban, como si la historia se dividiera frente a mis ojos.

Intenté mantener el equilibrio, estar con ambas partes en tiempos distintos, pero ellas comenzaron a alejarse. A ignorarme.

Y entonces lo comprendí: no eran mis amigas. Un verdadero amigo no te hace elegir. Un amigo acepta lo que te hace feliz.

Así que decidí. Iré con todo en el amor.

Comencé a convivir solo con ella, cada día nos acercábamos más, hasta que llegó el último año. Teníamos que hacer seis meses de servicio social.

Y, sin saberlo… fuimos al mismo lugar.

Mañanas juntos en el servicio. Tardes juntos en la escuela. Regresábamos siempre a casa caminando. Riendo. Soñando. A veces, solo en silencio. Pero un silencio cómodo. Un silencio que abrazaba.

Ella era todo. Hermosa. Coqueta. Libre. Brillante. Y yo… estaba enamorado.

Ambos lo sabíamos. Ambos lo sentíamos.

Casi al terminar el semestre, volvíamos a casa como siempre. Y, de pronto…

Me toma del brazo. Me detiene. Me mira. Y… me besa.

¿Qué está pasando?, pensé. ¿Esto es real? ¿No es un sueño?

No. Era un beso. Mi primer beso.

Mi corazón latía como loco. Ella… ella me estaba besando. La misma chica por la que suspiré en silencio durante años. La que inspiró cada intento por ser valiente.

Nos separamos. Nos miramos. Sonreímos, nerviosos. Y seguimos caminando.

Yo quería que el tiempo se congelara. Que el mundo dejara de girar. Solo nosotros dos… ahí.

El último día del servicio social me dije a mí mismo: "Hoy es el día."

Tenía un ramo de rosas. Lo había escondido en mi mochila. No sabía si era demasiado… pero era mi corazón, y quería entregárselo.

La esperé en nuestro punto de siempre. Bajo ese árbol que fue nuestro refugio de sombra. Ella llegó, feliz, corriendo hacia mí. Tomamos camino juntos, como siempre. Ella hablaba de su día. Reía. Y yo… solo pensaba: ¿cómo se lo digo?

El momento se deslizaba entre mis dedos. El tiempo volaba. Y yo… no tuve el valor.

Se despidió. Se fue. Y yo… me quedé. Con el ramo de rosas aún dentro de la mochila. Que nunca vio la luz. Que murió ahí… como ese pedacito de esperanza que no pude expresar.




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