Hija…
Sé que tal vez leer esto sea lo último que quieras hacer. Soy tu padre.
No he dejado de pensar en ti desde el día que nos separamos. Ese día fui cruel. Cobarde. Y desde entonces me he arrepentido cada amanecer.
Te vi en televisión… al principio no lo creí. Tus hermanos me confirmaron que eras tú. Cuando supe lo que habías pasado, sentí una mezcla de orgullo y vergüenza. Orgullo por verte tan fuerte, vergüenza por no haber estado allí para apoyarte.
Hace años intenté encontrarte. Pregunté a quienes creí que eran tus amigos… y me dijeron que apenas te conocían. Descubrí que habías pasado tu adolescencia prácticamente sola. Que estabas luchando contra un mundo entero sin que yo lo supiera. Eso… me rompió.
No es una excusa decir que mis padres fueron igual de duros conmigo. No saber ser padre no me perdona haber fallado como lo hice.
Si pudiera retroceder, te abrazaría ese mismo día y te diría lo que nunca tuve el valor de decir: que te amo, que eres mi hija y que nada ni nadie tiene derecho a arrebatarte quién eres.
No sé si algún día podrás perdonarme. Tal vez me respondas con rabia, y lo entenderé. Pero necesitaba que supieras que me arrepiento, que me duele, y que, si me dejas, quiero recuperar aunque sea un pedazo de lo que perdimos.
Te amo, Rem. No por lo que el mundo dice que eres, sino por lo que siempre has sido para mí, aunque me haya costado verlo.
Si quieres hablar, aquí está mi número. Si no… seguiré apoyándote desde donde pueda, aunque sea en silencio.
Me quedé mirando la pantalla, con la vista borrosa y las manos temblando.
Quise llamar a Nura. Decirle que no sabía qué sentir. Que parte de mí quería borrarlo, pero otra parte… solo quería escuchar su voz y creerle.
Cerré la laptop. Me quedé en silencio.
Por primera vez en años, no sabía si tenía miedo… o esperanza.
#1231 en Novela contemporánea
#2418 en Otros
#578 en Relatos cortos
romance, kpop baile y canto, historia cruda sobre crecer distinto
Editado: 18.09.2025