El Diario De Rem

Entrada 49 – La llamada

Me quedé un rato mirando el número que me había dejado. Las manos me temblaban. Respiré hondo, marqué… y escuché el tono.

—¿Hola? ¿Quién habla? —era su voz, más gastada, más lenta, pero inconfundible.

No pude responder de inmediato. Tragué saliva, y con la voz rota dije:
—Hola… papá.

Hubo un silencio, y luego escuché su llanto.
—¿Eres tú? ¿De verdad eres tú, hija?

No dije nada. Las lágrimas empezaban a acumularse en mis ojos.

—Sí, soy yo —susurré—. Te perdono… pero no estoy lista para verte todavía.

Lo escuché sollozar al otro lado.
—Gracias… no sabes lo que significa para mí. Entiendo si quieres distancia, pero quiero que sepas que te amo, que siempre te he amado, aunque no lo supiera demostrar.

Su voz se quebraba. Y la mía también. En medio de la conversación, las palabras me salieron entre lágrimas:
—Me lastimaste mucho, papá… pero no quiero seguir cargando eso. No sé cuándo podré verte, pero quiero mantener el contacto.

—Cuando estés lista, aquí estaré —respondió—. Siempre.

Colgué y me quedé en silencio, con el teléfono en la mano. Sentía que mi corazón latía más lento, como si le hubieran quitado un peso invisible. No era un final… era apenas un primer paso.




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