El Diario De Rem

Entrada 52 – ¿Y si solo estoy confundida?

Intenté actuar como si nada pasara. Seguían los ensayos, las coreografías repetidas una y otra vez, las entrevistas, los pequeños festivales… incluso nos empezaron a invitar a programas de radio y televisión. Poco a poco, el escándalo comenzaba a quedarse atrás, como si la gente decidiera cansarse del tema y pasar página. La canción ayudó; el mensaje, también. Era como si, de alguna forma, el público hubiera decidido darme un respiro.

Y siempre estaba ahí. No importaba si era un ensayo agotador o una presentación en un escenario improvisado en medio de una plaza; siempre encontraba la forma de estar cerca. Al principio pensé que era simple compañerismo… pero la sensación iba más allá. No era solo apoyo. No era solo amistad. Había algo en la forma en que me pasaba el termo con café sin decir palabra, en cómo rozaba mi hombro al pasar, en esas miradas rápidas que parecían durar más de lo que deberían.

Pero entonces llegaba la otra voz en mi cabeza: ¿y si me lo estoy inventando? Tal vez solo está siendo amable y yo, con mi historial de heridas y carencias, lo estoy confundiendo con algo más. La primera vez que me enamoré, terminé rota. Perdí más de lo que gané. Y ahora… ahora no sé si me atrevo a correr el mismo riesgo.

Las giras empezaron a cambiar la dinámica. En cada ciudad, el acomodo en los hoteles variaba. A veces compartíamos habitación por pura logística. Recuerdo una noche en particular: terminamos hablando hasta tarde, en la misma cama, con la luz apagada y solo el murmullo lejano de la ciudad entrando por la ventana. No hubo nada más que palabras y sueños; nos contamos historias de nuestra infancia, miedos, y esas fantasías tontas que uno dice cuando se siente seguro. En algún momento, sin darnos cuenta, nos quedamos dormidas.

Al despertar, lo primero que vi fue su rostro, relajado, ajeno a cualquier máscara que usamos de día. Su respiración tranquila marcaba un ritmo hipnótico. Me quedé observando más de lo que debería, con una mezcla de ternura y miedo. Me repetí que no debía sentir nada… pero el corazón no entiende de reglas.

Y así, entre presentaciones, ensayos y noches compartidas, mi confusión crecía. No sabía si esto era amor… o solo una ilusión fabricada por mi necesidad de sentirme vista.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.