El ensayo había terminado hace unos minutos. No sé por qué, pero en vez de regresar con todos, me desvié al baño compartido. No iba a tardar, solo necesitaba un momento a solas… un respiro. Cerré la puerta de uno de los cubículos, el eco del cerrojo fue lo único que rompió el silencio. El aire estaba impregnado con el olor tenue del jabón líquido y un leve aroma a café que alguien seguramente llevaba en las manos antes de entrar.
Estaba lavándome las manos cuando escuché la puerta abrirse y varias pisadas entrando. Reconocí las voces de inmediato: dos hombres, dos mujeres. Había risas suaves, el ruido del agua cayendo en el lavabo, un par de respiraciones agitadas como quien se acaba de mojar la cara para refrescarse.
—¿La has visto últimamente? Se ve… diferente —dijo una de las voces masculinas, en un tono casi cómplice.
—Sí, he notado que se miran mucho en los ensayos —respondió otra voz, más femenina, con una mezcla de curiosidad y cautela.
—No es que tenga un problema, pero… ¿no crees que eso podría traer más problemas al grupo? —añadió el otro hombre, mientras el sonido del agua golpeando el lavabo llenaba el hueco de la conversación.
—Tal vez solo estamos imaginando cosas… —contestó la otra mujer, con un dejo de inseguridad.
La puerta volvió a abrirse. Escuché pasos acercarse al lavabo y luego una voz conocida, demasiado conocida.
—¡Qué bueno que te vemos! Queríamos preguntarte algo.
—¿Preguntarme a mí? ¿Por qué? ¿Pasó algo? —preguntó ella, con un ligero nerviosismo que pude notar incluso desde donde estaba.
—No, solo es curiosidad… últimamente notamos que… se cruzan muchas miradas entre tú y Rem. —Hubo una pausa breve, como si estuvieran eligiendo las palabras.
—¿Tienen algo en secreto? ¿Están saliendo? ¿Son pareja?
El silencio que siguió me heló la sangre. Sentí el corazón golpeando contra mis costillas, como si quisiera escapar. Y entonces, su voz.
—¿Qué? ¿Pareja yo y Rem? No, claro que no… eso sería raro, ¿no?
Hubo una risa breve, incómoda, como cuando alguien quiere que la conversación se diluya rápido.
—Solo queríamos saber. No tiene nada de malo, pero… estamos saliendo de un escándalo, como para entrar en otro.
—Tienen razón. No se preocupen. No me gusta Rem. Solo somos amigos.
Ahí estaba yo. A apenas unos metros, escondida tras una puerta de metal pintada de blanco, con las manos frías y el estómago hecho un nudo. El murmullo del agua, las risas, el eco de sus pasos al salir… todo sonaba lejano, como si me hubieran dejado atrapada en una pecera.
No pude moverme. No pude respirar. Solo me repetía en silencio: Tal vez… nunca sintio lo mismo que yo.
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Editado: 18.09.2025