El Diario De Rem

Entrada 60 – Universo en pausa

No se apartó.
Por el contrario, correspondió al beso como si en él estuviera su última oportunidad de decir todo lo que no pudo en palabras.

En ese instante, el mundo dejó de girar. No había ruido, no había tiempo, no había nadie más. Solo la presión suave de sus labios sobre los míos, el calor de su mano aferrada a la mía y esa sensación de que, de algún modo, acabábamos de encontrar el lugar al que siempre quisimos pertenecer.

Al separarnos, nuestras frentes quedaron unidas. Sus ojos brillaban, y los míos… probablemente igual.
—Me gustas —susurré, apenas audiblemente—. Me gustas demasiado… y quiero estar contigo.

Una sonrisa tímida se dibujó en su rostro, y por un segundo creí que podía vivir ahí para siempre. Pero el sonido de voces acercándose por el pasillo nos arrancó de ese pequeño universo. Nos separamos de golpe, limpiando cualquier rastro de lágrimas. Fingimos calma, como si nada hubiera pasado, aunque nuestros corazones gritaban lo contrario.

Esa noche, cuando por fin quedamos solos de nuevo, las palabras volvieron.
Hablamos durante horas, tumbados en la cama, sobre cómo sería un futuro juntos, sobre las risas que queríamos compartir y los lugares que queríamos ver. Pero también sobre los problemas que podían venir. Los medios, los fans, la crueldad de quienes no entienden… El miedo estaba ahí, pero, por primera vez en mucho tiempo, también lo estaba algo más fuerte: la esperanza.

Y mientras el sueño nos vencía, entendí que, aunque el mundo fuera despiadado, esa noche había encontrado un refugio.




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