La noche antes de la conferencia la pasamos en el hotel, aisladas del ruido del mundo. No hablamos del caos de redes, ni de las teorías, ni de la avalancha de rumores. Solo nos abrazamos y nos quedamos dormidas así, escuchando el latido de la otra. Era un respiro breve antes de la tormenta.
Al día siguiente, cuando llegamos al salón donde sería la rueda de prensa, el murmullo se volvió un zumbido constante. Flashes que parecían relámpagos, cámaras apuntando como si fuéramos criminales a punto de confesar un delito. El aire estaba denso, y cada paso hacia la mesa parecía más largo que el anterior.
Nos sentamos. El murmullo paró… solo para que empezaran los ataques disfrazados de preguntas.
—¿Por qué siempre están en noticias por escándalos y no por su música?
—¿Cree que un grupo así puede seguir llamándose profesional?
—¿Cómo, siendo trans, termina enamorada de una mujer?
—¿No cree que esto es una falta de respeto para sus fans?
Cada pregunta era un golpe. Yo intentaba responder con calma, pero había un límite. Vi cómo Nura respiraba hondo antes de tomar el micrófono. Me tomó de la mano bajo la mesa, y sentí su temblor, aunque su voz salió firme.
—Es verdad —dijo, mirándolos directo—. Rem y yo somos pareja. Lo ocultamos porque teníamos miedo y porque queríamos proteger al grupo. Sabemos que hay fans que se sentirán decepcionados, pero también queremos que entiendan que somos humanas. Tenemos derecho a amar.
En ese instante, decidimos que no responderíamos más preguntas fuera de lugar. Tomamos el micrófono juntas, nuestras manos entrelazadas bien visibles para las cámaras.
—Este es nuestro mensaje —dije—: no se trata de morbo, ni de marketing, ni de un truco. Es amor. Y el amor no necesita justificación.
El silencio que siguió fue pesado, pero por primera vez, no sentí miedo. Sentí que, pase lo que pase, ya no había vuelta atrás.
#1230 en Novela contemporánea
#2416 en Otros
#577 en Relatos cortos
romance, kpop baile y canto, historia cruda sobre crecer distinto
Editado: 18.09.2025