Era la misma playa donde, años atrás, Nura y yo nos escondimos en la oscuridad, temblando por un amor que no podíamos nombrar. Ahora, la luna llena iluminaba un altar de madera rústica que Kaiyon y Akira habían levantado con sus propias manos. “No confiamos en los decoradores”, dijeron riendo.
Los detalles hablaban más que las palabras:
Mi vestido negro llevaba en el dobladillo un bordado diminuto del anillo de Infinity9. Un fantasma aceptado, un recuerdo transformado en arte.
El ramo de Nura estaba hecho con flores secas de aquellos que los fans le lanzaron años atrás, preservadas como cicatrices hermosas.
La playlist incluía “Nosotras contra el mundo” en acústico y el demo original de “Stay”.
Nuestros votos fueron escritos en páginas arrancadas de mi propio diario:
Nura, con la voz quebrada:
—“Prometo quemar el arroz contigo cada mañana… y reírnos en lugar de pelear. Como aquella vez en Tokio, ¿recuerdas?”
Yo, con sus manos marcadas por años de guitarra entre las mías:
—“Prometo ser tu refugio cuando el mundo grite demasiado fuerte… como lo fuiste tú cuando mi nombre era un hashtag de odio.”
Cuando nos besamos, Anya lanzó al aire un puñado de pases de backstage viejos. Volaron como confeti de una vida pasada.
En la primera fila estaban todos:
Mi mamá, que nunca dejó de apoyarme.
Mi papá y mis hermanos, a quienes finalmente abracé después de perdonarlos de corazón.
La mamá de Nura, llorando con un pañuelo bordado.
Los chicos de Infinity9, el representante, el staff, los amigos que siempre se quedaron.
La fiesta fue un desorden precioso. El manager, con una cerveza en la mano, rompió el silencio frente a la fogata:
—“¿Se acuerdan cuando les dije que el amor y el K-pop no mezclaban?”
Las carcajadas fueron tan fuertes que alguien casi tiró la mesa de postres.
Vanya sacó su teléfono y puso “Eclipse”, la versión original. Terminamos bailando como fans ebrios, tropezando con sillas, gritando letras equivocadas, con la arena pegada en los zapatos.
"No sé qué vendrá después, pero si vuelvo a escribir, ojalá también estés ahí, como siempre lo estuviste: entre líneas, entre canciones, entre sueños."
Gracias por caminar conmigo a lo largo de estas páginas. Este fue el Diario de Rem.
—Rem
#1307 en Novela contemporánea
#2712 en Otros
#649 en Relatos cortos
romance, kpop baile y canto, historia cruda sobre crecer distinto
Editado: 21.09.2025