El diario de Schwarze Rose

Adieu

¿Estar o no estar?, ¿Permanecer o desvanecerse? Que es peor tragedia que aquella que se tiñe con las desgracia vacía del adiós que se hila a los fragmentos de un Dios. ¿Qué es estar? más que el insignificante sentimiento de permanecer estático en una bola de cristal, no estar, ¿Morir sin más? Existe esa opción a la mente rota de un trastornado, no existe opción más valiosa que la despedida eterna con la dicha de volver a encontrar la respuesta perdida a esa extraña risa.

Que permanece en el lapso perdido de la estancia que se transforma en el deleite glaciar de la tragedia, ¿Permanecer o desvanecerse?, ¿Encontrarse o perderse? Cual es la diferencia si ambos son una dirección o una ambigüedad, si permanecer es encontrarse en el alarido de la noche insensata y desvanecerse es perderse en la estrechez del camino borroso que se forma en la dirección opuesta a la contraria que apunto el reloj.

Si ser es estar y no estar es olvidó, entonces cuál es la tragedia que acompaña la despedida que se pronuncia por el adiós. Que se crea partiendo de la decepción del estar y no estar, no es tragedia, ni es adiós, por desgracia es transformación eterna, cambiante de cuerpo pero no de alma.

Adiós mi buen estar fue interesante tu estancia en este lugar, adiós mi permanecer qué en la quejumbrosidad no supiste estar, y así como estuviste así te desvaneciste por las frías estaciones, por la solas primaveras, no supiste estar, no supiste permanecer.

¿Qué es la estancia dicha de tu ausencia transformada en pregunta? Acaso existe definición que otorgarle a esta sensatez, si una despedida es no estar pero lo acompaña el recuerdo que lo envuelve en la estancia del estar ¿Entonces cuando sabré cuando me fui y cuando llegue? Si no estar es igual que estar, en dónde queda la ausencia que se parte de la tragedia.

Si no hay dolor en el adiós, ¿Cómo podemos llamarlo adiós? Cuando no es más que solo el permanecer transformado en pequeños trozos de estancia estancada que flotan en la deriva de la persona.

No existe un adiós fragmentado, que no sea una tragedia acompañada de la austeridad de la ausencia que se enreda en el confort de la estancia donde se guarda gustosa a la viva añoranza de volver a juntarse de nuevo.

Sin la necesidad de un adiós decir, sin la necesidad de la tragedia porque el estar y no estar es igual a transformar lo perdido y olvidado en el permanecer del recuerdo envuelto en la presencia del permanecer qué se desglosa por el contorno de la mente.

Adiós mi buen estar en la tragedia te volveré a encontrar. En la ausencia se que estarás.




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