Le he contado a la pluma mi probé tragedia, le he contado que cada vez que quiere retratarme, hablarle de mi sin tapujos, sin restricciones la punta comienza a erguirse, comienza a crear un trazo en dirección opuesta, acorta las palabras y acortar el retrato que entre cada línea un manchón de pintura queda, se expande, monja todo y nada queda legible. Le he contado que me desvelado hablando que he llenado las palabras de mil sonetos que me hacen llorar, que he escrito en el dorso de mi brazo mil poesía, le he contado que en cada pliegue se mi cerebro una molécula diminuta de estrofas se ha formado. Y también le he contado sobre la dislexia que sufren mis manos a la hora de escribir en tinta, aquella que de repente se ha vuelto invisible porque cada palabra que digo nunca la pone, no la mira, ni siquiera la nota cuando la estoy garabateando, solo se queda quieta, en un rincón, en un silencio sonoro que se ahoga en el sentir de la poesis.
Esa que en las madrugadas me abandona porque se enoja en la inútil esfuerzo por salir de mis manos, por recorrer el blanco papel, empaparse de el y guardarse en las esquinas, se enoja por la desesperación que tiene por salir y al no darle yo ese gozó. Ella simplemente decide abandonarme durante días y regresa solo dos. Pero también le he contado a la pluma que no llena la satisfacción de llenar una hoja en blanco de esculpir mil zarzuelas y que todas se llenen de vivas alegrías, de contar tragedia, reírme de ella, llora con ella, ser fiel a ella, porque entonces ¿A dónde iré yo cuando todo mi alrededor esté plagado de toda poesía?.
Le he contado a la pluma que si pudiera meterse a mi mente, Leer cada hilo fragmentado de versos, palparse de palabras y ahogarse entre las páginas de mi ser, si tan solo pudieras leer todo lo que pienso entonces entenderías porque me hago llamar poeta, pero no pasa, no ocurre, pienso más y escribo menos, las palabras se me escapan y lo que quiero contarte se transforma en una simple idea y es ahí donde tú entiendes lo que yo escribo como un libro y no como una poesís, si tan solo pudiera contarte está tragedia en un solo tramo y no en tres divisiones, sin tan solo fuera más poeta que pluma, entenderías lo que digo.
Que alguien me diga el remedio para dejar de pensar tanto, que alguien me diga el remedio para dejar de ser tanta pluma, para dejar de pensar menos y comenzar a sentir más, que alguien me diga que sonido tiene la poesía que escribo aún si cubierto de miedo está.