Jacob no había dejado de molestarme los últimos tres días con el hecho de que ‘asusté’ a Iris porque no se había aparecido por el pueblo en cinco días, ni siquiera para salir de su cabaña. No entendía las razones, ya me había disculpado con ella, ¿qué más podría querer esa mujer?
Aunque lo que sí hizo, fue ofrecer clases de dibujo en el canal de mensajes del pueblo, en realidad, Amanda pasó la información.
Alejé los pensamientos de ir a tocar su puerta y entré en Sky Bakery, entonces ahí la vi, sentada en una mesa y riendo con Amanda, llevaba pantalones cortos de mezclilla, botas azules y una blusa holgada de un solo hombro que dejaba entrever el tatuaje de un infinito del lado izquierdo de su espalda. Mis ojos se desviaron por sus gruesas piernas con la piel muy blanca.
Sacudí la cabeza y me acerqué a la caja para pedir café y panes dulces, el sonido de su risa se hizo un poco más agudo y llegó a mis oídos, cerré los ojos y al abrirlos, le sonreí a Clara, quién atendía mi pedido.
Algo me instó a girar y nuestras miradas se cruzaron un fugaz segundo que bastó para que borrara sonrisa y se cruzara de brazos, no entendía cuál era su problema. Me repasó con los ojos y una de sus cejas se elevó.
¿Había visto algo desagradable o tenía mal el uniforme?
—¡Greg, hola! —saludó Amanda—. Ven aquí. —Hizo un gesto para que me acercara, eché un vistazo por encima de mi hombro y Clara seguía preparando el café, así que me acerqué a la mesa.
—Buenos días, Amanda, señorita. —Hice un leve asentimiento hacia ella que dio un sorbo a su café.
—Le estaba contando a Iris que Amara puede revisar su auto, me dijo que esta mañana no encendió. —Miré la hora.
—Podría revisarlo ahora antes de ir dónde Finn a arreglar su calentador de nuevo.
—¿Cuántas veces en un mes puede alguien dañar un calentador? ¡Dios mío! —Amanda sacudió la cabeza mientras Iris parecía estudiarme con la mirada.
—¿Sucede algo? —indagué.
—Nada, que no puedo creer que seas tú quién protege al pueblo. —Miró a Amanda—. ¿Se comporta igual de grosero cuando vienen los turistas?
—¿Grosero? ¡Si Greg es un encanto! —secundó Amanda.
—¿Encanto dónde, Amanda? Si desde que llegué solo me ha ladrado, insultado e insinuado que soy una citadina egoísta mala influencia para su hija —escupió con rabia y los ojos de Amanda casi se salieron de sus cuencas, ¡diablos!
—Ya me disculpé. —Crucé mis brazos.
—¿Crees que esa frase escuálida fue una disculpa? Estás demente. —Sacudió la cabeza antes de dar otro sorbo a su café.
—¡¿Y cómo diablos quieres que me disculpe?! —Amanda dio un respingo e Iris se puso de pie para enfrentarme, bajé la mirada para encontrarme con sus ojos furiosos y el hombro de su blusa se deslizó un poco más abajo, exponiendo el borde de encaje rojo de su brasier.
—¡Estoy harta de los hombres idiotas! —bufó y en sus palabras había algo más que solo enfado hacia mí—. ¿Por qué diablos tenemos que ser quiénes siempre señalen lo que está mal? No entiendo cómo no se mueren antes de llegar a adultos, ¡ah, claro! Porque siempre hay una estúpida limpiando sus desastres y maternándolos, ¡así no van a aprender a ser gente decente jamás! —Alzó la voz en un tono más agudo, sus fosas nasales se ensancharon y sus ojos parecieron cristalizarse.
—Iris… —Levantó su mano.
—Hay suficientes discapacitados emocionales en mi vida, no tengo fuerza para lidiar con alguien más. —Se giró para tomar la bolsa y el café sobre la mesa—. Gracias, Amanda, nos vemos luego. —Me empujó con su cuerpo y salió a toda prisa del local.
—Cabreaste a Iris, eso no es bueno. —Viré hacia Amanda que se puso de pie—. Deberías investigar quién le hizo vandalismo a su auto.
—¿Qué dijiste?
—Cortaron los cables de su batería y escribieron palabras obscenas en sus vidrios, ella los limpió, pero…
—¡¿Por qué diablos no dijo nada?! —Apreté los puños.
—Ahora entiendo por qué no fue a poner la denuncia, Iris es orgullosa y tú, por lo visto, te has portado mal con ella. —Amanda sacudió la cabeza con reproche, me sentí como niño regañado.
—¡Greg, tu orden! —exclamó Clara.
—Enviaré a Amara ahora mismo a su casa.
Tomé mi orden y le escribí a mi hermana un mensaje en letras mayúsculas para que comprendiera la urgencia antes de ir a la estación.
Amara es la Handy woman del pueblo, sabe reparar absolutamente todo, incluso autos, también remodela, pinta, lo que sea que necesites, ella y su pequeño equipo pueden resolverlo. Y como este pueblo es viejo, su trabajo no tiene descanso ni un solo día.
Se divorció de un patán egoísta que la engañó mientras llevaba un embarazo gemelar de alto riesgo, mis sobrinos Grayson y Declan de trece años. Ahora todo estaba bien, pero fueron momentos difíciles.
Le entregué a mi compañero su desayuno y aunque quería concentrarme en trabajar, me inquietaba que vandalizaran el auto de Iris, ¿con qué razón? No lo entendía, la verdad. Ella apenas estaba llegando.
—Jacob, ven aquí. —Llamé a mi amigo que estaba a poca distancia, arrastró una silla, la giró y se acomodó frente a mí.
Editado: 04.09.2025