Vi el momento exacto en que lo había arruinado todo. Otra vez. Pero Iris se acercó demasiado y eso no podía permitirlo. Suficiente con una experiencia, mi hija podría aprender, no necesitaba estar cerca para eso, ¿cierto? Mis hermanas podrían ayudar y eso sería todo. Probablemente Iris se aburriera de estar aquí en el pueblo antes de volver a su gran vida en la ciudad.
Me quedé paralizado a escasos metros de mi auto, su voz resonó en mi cabeza, repitiendo como una cinta su historia antes de empezar y como si fuera una película, sus gestos durante todo ese rato se reprodujeron. Negué varias veces, pero no podía moverme porque sabía que me había equivocado, ella estaba siendo amable y yo me comporté muy mal. ¡Diablos!
—Vas a volver, le dirás a Kaylee que sus dibujos son hermosos y compartirás un buen momento con ella. —La voz de Amara me hizo resoplar—. ¿Qué te pasa? —Sentí sus manos en mi espalda.
—No me pasa nada.
—Sí, claro, Gregory, ¿y yo soy ingenua? —refunfuñó y no me atreví a girar ni moverme.
—No me pasa nada, lo del dibujo fue una tontería, sabes que solo sé hacer palitos y nada más.
—¿No tendrá que ver con que te está gustando Iris?
—¡¿Te volviste loca?! —Giré para enfrentar su mirada burlona—. No hay nada que pueda gustarme en una mujer como ella, ¿entiendes? Nada, ni siquiera es bonita, es solo una mimada cobarde incapaz de enfrentar la vergüenza y por eso vino aquí, huyendo —respondí sin pensar y el sonido de vidrio quebrándose nos alertó, Iris estaba en la entrada de la casa y los trozos de un vaso se arremolinaron en sus pies, maldije en voz baja.
—Iris, nena… —Mi hermana intervino, pero Iris alzó su mano antes de avanzar furiosa hacia nosotros, se puso se puntillas y asestó un fuerte puñetazo en mi mejilla que me hizo tambalear y palpitar la piel.
—¿Yo soy una cobarde? —siseó furiosa, pero sus ojos cristalizados delataban que estaba a punto de quebrarse y eso se sentía como un golpe en el pecho—. Si quién proyecta todos sus traumas con cualquiera que venga de afuera solo por una mujer que no le importó tener una hija y un compromiso eres tú, ¡al menos yo no soy una resentida de porquería que maltrata y hiere a todos los que no conoce solo por idiota! —Alzó la voz y vi la sangre en mis dedos, también en su gran anillo de flor, ¡diablos!
—Iris…
—No mereces la hija que tienes y esos traumas que escondes sin trabajar, van a morderte el trasero, tan solo espero que no seas tan idiota de cortarle las alas a tu hija y convertirla en una amargada y resentida como tú —escupió con la voz al borde del quiebre y volvió a golpearme, esta vez en el abdomen, con tanta fuerza que sentí el anillo clavarse—. ¡Puedes arrestarme por decir la verdad! —Regresó adentro y sentí como si me hubieran clavado un afilado cuchillo en el pecho.
—Te mereces eso y más, ¡idiota! —Amara sacudió la cabeza y se fue tras Iris.
Por primera vez en mucho tiempo sentí como los ojos me picaban, amenazando con derramar algo que he estado conteniendo por mi bien y el de Kaylee, no voy a abrir esa puerta, no hoy. Ni jamás.
No lo pensé, tan solo caminé al auto y me fui, sabiendo que mis hermanas se harían cargo de mi hija por un rato mientras me calmaba. Empecé a manejar alejándome del pueblo y adentrándome en una vía boscosa que conocía perfecto, pero necesitaba la soledad y el silencio para calmarme.
Frené de golpe al sentir las lágrimas arremolinarse sin poder contenerlas, eran como ácido resbalando por mi piel y quemándome los ojos, ¡demonios! Algo se sentía en extremo doloroso dentro de mí, como si una herida se hubiera abierto de par en par y estuviera en carne viva, sangrando, desgarrándose.
Golpeé el volante con rabia, con frustración, tristeza y sí, culpabilidad por lo que acababa de suceder, con odio hacia Mikayla por convertirme en este hombre resentido y amargado y que ahora lastimaba a personas por no poder mantenerme callado y no saber manejar mis sentimientos.
Me bajé para caminar un poco, sintiendo todo mi cuerpo temblar, molesto conmigo mismo por mi actuar. Ni siquiera entendía porque la presencia de Iris me molestaba tanto, no sabía realmente si era molestia o qué me estaba pasando. Parecía apretar los peores botones en mí y el resultado era desagradable.
Di varias vueltas tratando de calmarme hasta que opté por acostarme en la tierra y fijar la mirada en las copas de los árboles que tapaban casi toda la vista del cielo, las frondosas copas verdes se mecían lento con el viento, creando algunos susurros con cada movimiento.
Yo no viví siempre en Skywood, nací aquí, pero mi padre fue trasladado a Greenwood cuando Amara tenía algunos meses y no regresamos hasta que mi abuelo enfermó, yo tenía trece años y no fue fácil enfrentar ese cambio en la adolescencia, me retraía mucho, no hice lo mismo que otros chicos de mi edad, me concentré en prepararme para asumir el puesto en la policía como mi abuelo y mi padre.
Yo recién estaba empezando una relación con Mikayla, sobrina de Esther, la dueña de la vieja mansión que es posada ahora, ella vino de vacaciones, empezamos a salir y se quedó, la verdad es que queríamos ir a otro lugar, pero mis padres fallecieron poco después en un accidente de tránsito durante una nevada, dejándome en el rol de jefe temporal y menos de un año después nos enteramos del embarazo de Kaylee.
Editado: 04.09.2025