El doble error del multimillonario

Capítulo 5

Alena

— Miso, miso, miso, — llamo y escucho.

— Miau, — me responden desde arriba. Miro al techo de la casa vecina, donde estuvo trabajando Artem y veo a un pequeño gatito negro.

— ¿Qué pasa pequeño?, — le pregunto. — ¿Subiste y no puedes bajar? ¡Miso, miso, ven aquí, miso, miso!

Pero el gatito pisa con sus patas el borde mismo del tejado y maúlla aún más fuerte. Su llanto me rompe el corazón, pero ¿cómo pasar a la parcela vecina?

Obviamente, por la puerta. Salgo del patio, me acerco al portón de la parcela vecina y toco el timbre insistentemente. Ni el más mínimo sonido. Golpeo con el puño durante mucho rato e incluso varias veces con el pie. No da ningún resultado.

Mientras tanto, el gatito sigue maullando desgarradoramente y yo vuelvo al patio. Le doy la vuelta por el perímetro, ¿y si el tío de Yana tiene una escalera?

No se ve ninguna escalera. Tal vez la guarda en el garaja o en el sótano. Pero todos los locales técnicos están cerrados, y solo tengo las llaves de la casa. Tendré que usar lo que tengo a mano.

Saco de la cocina una mesa redonda y dos sillas. Decir que la saco es una exageración, la empujo delante de mí mí porque la mesa es pesada. Para que pase por la puerta, quito el pestillo y abro ambas hojas.

Muevo la mesa hacia la cerca, pongo una silla sobre ella y otra encima. La confiabilidad de la pirámide construida deja mucho que desear, pero no tengo otra opción. Por no decir que que en general no tengo ninguna.

Me subo a la mesa y luego, agarrándome a los bordes dentados, trepo cautelosamente por las sillas hasta la cerca.

Es alta, como dos metros. Al menos es más alta que yo, y yo mido un metro setenta. Pero se puede saltar. Salto, tratando de aterrizar sobre las cuatro extremidades. Es tierra, no asfalto, así que no me lastimé. Es cierto que aplasté algunas plantas, pero espero que se recuperen.

De cualquier manera, me da más lástima el gatito.

Aparentemente él siente que la salvación está cerca y grita como un loco. Miro a mi alrededor, ¿hay una escalera por aquí?

En la casa donde trabaja Artem hay mejor organización. En el patio trasero hay una pequeña escalera de tijera y eso es precisamente lo que necesito. Así será más fácil subir al techo. Pero la escalera de tijera es baja, necesito algo sobre lo que la pueda poner.

Miro alrededor del patio, de repente, algo me llama la atención. Veo la carretilla con la que estaba trabajando Artem. Empujo la carretilla hacia el techo, pongo la escalera de tijera sobre ella y subo.

Me acerco al borde, estiro la mano y llamo:

— Miso, miso, miso. Ven aquí, salta, pequeño. Yo te atraparé.

Pero el gatito se asusta y retrocede, yo subo más alto, primero balanceándome y luego aferrándome al borde del techo. Pero ahora puedo ver que el gatito tiene las patas blancas, el pecho, una mancha en la frente y la punta de la pequeña cola.

— No huyas, ven a mí, vine a rescatarte, trato de convencer al animal, pero el pequeño no confía en mí y vuelve a retroceder.

Me paro en el último escalón, apoyándome con ambas manos en el techo. La carretilla con un chirrido se mueve de su lugar, y la escalera de tijera desaparece de debajo de mis pies. En el último momento, me da tiempo a saltar al techo mientras que toda la estructura que había hecho se derrumba.

Pero ahora es posible atrapar al gatito.

— Bueno, ¿qué vamos a hacer ahora tú y yo?  le pregunto, mirando la escalera de tijera que está abajo. — Es muy alto para saltar de aquí, me rompería las piernas. Y tú te matarías.

El gatito no responde, solo ronronea agradecido.

Le rasco detrás de la oreja y voy a recorrer el tejado a ver si hay alguna oportunidad de entrar de alguna manera. Me topo con una puerta que conduce a la escalera y miro perpleja a mi alrededor. ¿Es que esta gente no les tiene miedo a los ladrones?

Empujo la puerta, está abierta. Dios mío, espero que no se active la alarma y que no me arresten por allanamiento. Y solo al bajar, me doy cuenta de que me alegré antes de tiempo. La casa está cerrada por fuera, y solo puedo salir de ella si los dueños me dejan salir.

Voy de vuelta al techo.

***

Artem

La chica realmente resultó ser muy hermosa, Artem no se lo esperaba. Él y Nazar tenían una idea demasiado diferente de la belleza.

Había habido muchas disputas entre sus amigos por este motivo.

"Eres demasiado caprichoso y exigente, Timón", afirmaba Mir.

— Él se lo puede permitir, — objetaba su chica, mientras le lanzaba miradas muy elocuentes a Asadov. — Con la presencia que tiene, puede escoger todo lo que quiera.. 

Mir, por cierto, se separó casi de inmediato de esa chica. Pero incluso sin ella, Artem veía perfectamente las miradas que le echaban las chicas de sus amigos. Incluso Lilia, la novia de Nazar.

A veces codiciosas, a veces apasionadas, a veces llenas de una ligera tristeza.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.