El Eco de Luna

CAPÍTULO 2 – La ciudad no duerme

Decían que la ciudad nunca duerme, pero a mí me parecía que nunca dejaba de gritar.

Siempre las calles estaban llenas, pero me sentía más sola que nunca. A veces observaba por la ventana del colegio, viendo a la gente pasar como si fueran sombras arrastradas por el viento.

Me preguntaba, cuántas de ellas llevaban heridas invisibles, cuánto dolor se escondía detrás de esos rostros indiferentes.

Cuando mis compañeros y amigas sonreían, los miraba y pensaba..¿será que solo disimulan, también esconden un vacío?, el mismo que siento en estos momentos.

La casa de mis abuelos era lo único que me mantenía en equilibrio. Cada que podía iba allí, aunque fuera solo para sentarme en el patio, donde mi abuelo había intentado hacer crecer unas plantas que nunca florecieron.

Pero, aun así, él les hablaba, de tal manera que no se rendia, si hablar con la tierra, incluso en cemento, todavía tuviera sentido.

Me preguntaba cómo me fue en la escuela, pero no respondía, solo lo miraba mientras el sol caía sobre su cara cansada y triste.

Comencé a escribir en una hoja, no por ser escritora, sino porque necesitaba vaciarme.

Mi mente era un torbellino constante de recuerdos, miedos, esperanzas rotas. A veces escribía cartas a mi yo del pasado. A la niña que corría entre gallinas y se escondía cuando sus padres peleaban. A la que todavía creía que todo podía mejorar. Pero siempre las rompía porque si llegaban a encontrar se enojarían, sobre todo mamá que solo me retaba y más cuando se peleaba con papá.

- Y entonces, un día, lo vi otra vez.

- El hombre de los ojos oscuros.

No sé si fue real. Tal vez fue una sombra, tal vez mi miedo tomando forma. Pero juro que sus ojos eran los mismos.

Inquietantes. Fríos. Como si pudieran verme por dentro.

Corrí. No sabía a dónde, solo quería alejarme.

Esa noche, no dormí, permanecí acostada en la cama con la luz apagada. Y por primera vez en mucho tiempo, lloré, no por miedo, sino por no entender por qué él seguía ahí, por qué me perseguía. No conseguía llorar fuerte a causa de mi hermanita menor, dormía en mi cuarto conmigo. Aunque ella era muy pequeña si me veía llorar se preocuparía.

Al día siguiente, me levante con los ojos y la cara hinchada, pero pensaron que era de tanto dormir. Aunque mejor que hayan pensado eso.

"No lo sé... pero me dio miedo. Como si el pasado quisiera atraparme."




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.