El enigma de Jane

La ciudad de la furia

Ya pasó una semana desde...

-¿Pero tú estás loca?

-Solo de amor... Me enamoré de Pete, Jane...

-¿Qué tú qué?!

Ahora estoy más que suspendida, no se que decir...

 

Esa tarde después de haber dicho eso, yo no supe que decir ni una palabra salió de mi boca, así que Madeline solo se levantó y se fue sin decir palabra alguna, todo después de mi falta de respuesta. Aunque casi jure que se soltó a llorar en cuanto se dió vuelta. Debí decir algo, lo que sea porqué sabía que ella esperaba mi apoyó después del que ella me había dado todo este tiempo a mi, tal vez no supe que decir por qué simplemente la idea de que ella pudiera querer más a otra persona, una persona que solo se dedicaba a dañar el poco ego que tenía, o el hecho de poder llegar a sentirme más apartada, o que simplemente era una idiota justo como siempre.

Y ahora había pasado una semana, una semana caminando por los pasillos de la escuela sin cruzar ninguna palabra y mirada, por qué era tan idiota que aún no podía decir nada.

Voy caminando por la calle, directo a la parada del autobús y veo la gente, todos tan absortos cada quien en su mundo diferente, todos caminamos en círculos y no lo sabemos siquiera. Al lado está una una mujer blanca y muy pelirroja pareciera una gran empresaria y le dice a su esposo como hacer la cena por qué ella llegara tarde. No me pregunten cómo se que es casada y habla con el conyugue por qué solo lo sé.  Recargada en un poste de luz más aya está una chica morena baja hablando de los finales de la escuela con su amiga la chida pecosa que masca un chicle con desdén, una multitud viene directo hacia mi con una sonrisa casi galardonada y su pose despreocupada por el ambiente que los rodea. De aquí puedo ver ya la parada del autobús pero no solo eso, vuelvo a ver aquella figura, la misma que aquella noche de la fiesta me impresiono. El ahora viste formal con un traje negro, aunque la única diferencia es que en este momento no lo rodean un centenar de rosas sino dos grandulones con micrófono. Su presencia aún así es la misma y yo simplemente no puedo apartar la vista.

"Querido J.P.."

Puedo estar soñando tal vez por qué puede ser que si cierro los ojos, cuando los abra no lo habré más que confundido con otro de los empresarios de por aquí, esos que caminan por las laderas con sus guardaespaldas.

El no me ve, el mira hacia la nada al parecer y simplemente no se da cuenta de la influencia que tiene solo así "caminando". Verlo si es que lo estoy viendo con la luz del sol y sin el aroma mareante de las rosas es algo diferente.

Solamente voy sintiendo el asfalto sobre mis pies, hasta que ya no, temía tanto perder la visión que no mire por dónde pisaba. Ahora la burbuja de ha roto y mi pie ha caído en uno de los hoyos de la ladera y frente mío el ya no está al parecer, justo como pensé... 

-Con cuidado...

Esa voz...

La misma voz de esa noche...

Incluso ahora misma las rosas se sienten cerca y es como si me transportará por qué apesar de que ese momento no duró tanto fue mágico.

Alzo la vista y su mirada oscura otra vez viéndome...  No era un sueño ni un espejismo, si era él, él y su voz. Era J.P.

-Tu...

-Si, yo, veo que otra vez estás metiendo el pie donde no debes-  el está sonriendo, su sonrisa blanca es igual de engañosa como esa noche. Pero intento que no me engañe.

-¿Eso te parece a ti? Por qué a mí me parece que el que hace eso es otro.

Uno de los  grandulones, un hombre moreno y ancho frunce el ceño y me dirige la palabra con dureza.

-Usted debería considerar ser más respetuosa.

El levanta la mano haciendo que se retire.

-Steve, está bien, no importa.

-Es hora de irnos señor, nos esperan.

El baja la vista, parece ¿Decepcionado? Luego me mira y sonríe.

-Nos estaremos viendo, cuida ese pie que tienes. Jane.

El se da la vuelta y se va, solo que está vez si puedo ver como se aleja, más adelante un carro negro los alcanza y el solo sube sin mirar atrás, el carro arranca y él se pierde en la multitud del tráfico.

Ese pie que tengo...

El cito mi nombre como una especie de rutina, como cuando vez a algún amigo por los pasillos, le dices que luego lo verás y dices su nombre. Apesar de su formalidad y rigidez lo hizo como algo, esperado..

Ahora que me doy cuenta mi autobús ya ha llegado, y lo abordo sin más.

Ese pie que tienes Jane...

Era la segunda vez que le veía y seguía sin saber nada más aparte de  su libro gastado y el escrito de las primeras páginas que aún utilizaba yo para citarlo en mi mente.  Por qué usualmente la gente cuando se conocía sabía más que eso pero algo en mi mente me decía que esto era diferente o más que diferente.

Mirando por la ventana, todo pasaba por mi pero yo me había detenido...

Me había detenido en el momento en que nuestros ojos chocaron....

 

 




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