Carmen mordió su labio, sintiendo una pequeña contracción en su vientre. Desde que llegaron a esa casa, las habían tratado como si fueras la reinas, personas que eran de la realeza. No era como que ella se sintiera mal por eso, sino porque tarde o temprano se iban a dar cuenta de que eran unas impostoras, darle la idea a Natacha fue una de las peores cosas que hizo en toda su vida.
Tomar la identidad de otra persona que tenía una familia peligrosa era mucho peor que tomar otra en dónde solamente te casarías con un sujeto y ya luego regresas a tu vida normal.
— Natacha —llamó a su amiga, en cuanto la vio entrar a la casa—. Tenemos que hablar de algo serio.
— Ahora no, tengo que salir más tarde con mi hermano —su amiga espantó las palabras—. Lo que sea que me quieras decir, puede esperar.
— No, no puede esperar —fue detrás de ella—. ¿Por cuánto tiempo vamos a estar aquí?
— Hasta el tiempo que sea necesario —respondió Natacha, entrando a la habitación—. Volkan ya sabe todo, Nicole que termine lo que empezó.
— Mira, sé que fui la de la idea, pero ya esto se salió de control. Esta gente es peligrosa, no me quiero meter en más líos de los que ya estoy —cerró la puerta—. Vámonos de aquí, no quiero.
— ¡Cállate, joder! —Natacha gritó enojada—. Fuiste la de la jodida idea de que usáramos a esa chica para que se case con Volkan, aunque fui yo la que cambié esos papeles por diversión, pero ya me tienes harta con el miedo que te cargas. Si quieres irte, puedes hacerlo, me da igual. Esta es la vida que siempre he querido, no me la vas a quitar y mucho menos esa idiota por no seguir en plan.
— ¿El plan? —preguntó incrédula—. No había ningún plan en esto, lo que has hecho fue una basura en todo el sentido de la palabra —chasqueó la lengua—. El plan era un mes, luego pasaron tres, seguido de seis y ahora el tiempo sigue corriendo. Esta gente no les temblará la mano para pegarnos un disparo entre las cejas.
— Es que no me importa nada —Natacha se pasó la lengua por los labios—. El dinero que tiene Volkan no es para nada comparado con el que tiene esta gente, nos protege de todas las cosas. Ese hombre imagina que soy su hija perdida. Nicole debe andar por ahí huyendo de Volkan, ella estará bien. Nosotras somos las que importamos, ella no.
— La familia de Volkan es importante, Natacha. Que no se te olvide que entre ellos se entienden, su padre es uno de los mafiosos más buscados del mundo, su hijo Kiral es su sucesor, Volkan es el dueño de una constructora famosa, sus dos hijas son modelos y Damon es…
— El hombre por el cual estás embarazada —apuntó a su vientre—. Por favor, Carmen. Deja de pensar que algo malo nos va a pasar, porque somos las reinas del mundo.
Carmen mordió su labio, con la poca dignidad que le quedaba se dio la vuelta y salió de la habitación de Natacha para ir a la suya. Para su sorpresa, se encontró con Darren sentado en su cama.
— ¿Qué estás haciendo aquí? ¿No ibas a salir con Nicole?
— Tenemos que hablar de lo que está pasando entre nosotros —Darren se puso de pie, caminando hacia ella—. ¿Está todo bien contigo?
— Sí, por supuesto, ¿por qué no estaría bien? —la cercanía de Darren la ponía nerviosa—. Nosotros dejamos las cosas en claro, todo se quedó en ese sitio, fue el trato que hicimos, ¿por qué haces las cosas más difíciles de lo que ya son?
— Carmen —él habló despacio—. Sé que hicimos un trato, te ayudé con tu pequeño problema de hormonas por el embarazo, también sé que tampoco has podido olvidar lo que hicimos y yo tampoco.
— Darren… no entiendes nada —su espalda chocó contra la pared—. No puedo siquiera pensar en ti de otra manera, quiero irme de aquí lo antes posible.
— ¿Es por qué extrañas al padre de tu bebé?
— Él no tiene nada que ver con esto, ya te lo dije antes —puso sus manos en el pecho de Darren—. Yo soy la que quiero poner un alto a esto, tú dijiste que querías tener sexo conmigo por el simple hecho de que nunca habías estado con alguien embarazada, lo acepté y fin. El padre de este bebé dejó en claro que no quiere siquiera verme, tampoco saber de mí y también lo acepto aunque me duela.
— Lo quieres, es por eso que no aceptas tener más encuentros conmigo —Darren pasó su pulgar por sus labios—. Él te hizo a un lado, te odia.
— Damon seguirá siendo el padre de este bebé, no tienes por qué meterte en mi vida, no pases los límites.
— Conque se llama Damon —sonrió de manera maquiavélica—. Es el hombre que dejó su semilla dentro de ti y que te está haciendo daño, ¿debo hacerlo a un lado para que aceptes ser mía?
— ¿Acepté ser tuya? —la incredulidad en su voz no pasó desapercibida—. No me hagas reír, esto es una locura. Puedes buscar a cualquier mujer que esté allí afuera, todas quedarían encantadas contigo, déjate de esto.
— Esto puede seguir en secreto, nadie tiene por qué enterarse —presionó su cuerpo contra el de ella—. A menos que lo quieras de ese modo.
— Si acepto, ¿por cuánto tiempo será?
— Por el tiempo que sea necesario —presionó sus labios contra su frente—. Si no quieres que nadie en esta casa se entere, lo haremos en dónde ocurrió la primera vez. Te haré olvidar a ese sujeto.
— Darren, esto no es correcto… ¿No me estás viendo? —su voz se apagó con último—. Estoy gorda, este bebé es más grande de lo normal y tú puedes conseguir a quién gustes. Me iré.
— No te irás, te quedarás en esta casa, porque no tienes nada más que problemas encima —se alejó un poco de él—. ¿Quién te dijo que te encuentras gorda?
— Nadie…
— Mientes.
— Nat… Nicole me lo dijo, la verdad es que tiene razón. Estoy comiendo mucho, mi peso está sobre el que debería…
— Así estás perfecta, no le hagas caso a mi hermana.
Abrió la boca para responderle, pero Darren presionó sus labios contra los de ellas, sellando el pacto que todavía no fue aceptado de su lado. De todos modos, él no pretendía alejarla y mucho menos hacerle ver que era menos por estar embarazada. Tampoco es cómo que ella tuviera mucho que perder, ya que Damon la odiaba por hacerle daño a su hermano por culpa de su avaricia y ambición hacia el dinero.