Carmen se acostó bocarriba cuando el bebé le dio una fuerte patada que casi sintió que ya iba a salir. El techo de la habitación del departamento le recordaba tanto al que Damon tenía, que le era imposible no reconocerlo. Era de madrugada, Darren se encontraba durmiendo a su lado, con una mano abrazándola por encima de su vientre y a lo mejor se estaba haciendo el dormido para no incomodarla.
Era muy atento con ella, siempre le hablaba de cosas bonitas que le sacaban una sonrisa y los regalos tampoco se hacían esperar. Darren era muy detallista con ella, sin embargo, sus sentimientos estaban encontrados y de vez en cuando marcaba el número de Damon para saber de él, pero terminaba la llamada. No podía hablar con él y decirle que iban a tener un hijo.
— ¿No puedes dormir?
— El bebé está pateando —habló en voz baja—. Siento haberte despertado.
— Descuida, desperté cuando dio la primera patada minutos antes —Darren le acarició el vientre—. Ya quiere salir de ahí.
— Hasta yo quiero que salga, cada día es más pesado caminar —bufó—. Las escaleras se me hacen eternas.
— Puedes quedarte aquí…
— Darren, dejaste las cosas en claro. Solo sería hasta que mi bebé nazca —se giró un poco para mirarlo—. Esta relación no es sana para ninguno de los dos, me siento fatal y hay días que hasta respirar me cuesta.
— ¿Y si al fin me das la oportunidad de estar contigo? —preguntó él, acercándose más a ella—. He hecho todo por ti, me gustas mucho, Carmen. No me importa si estás embarazada, es contigo, con quién deseo estar.
— Esto es complicado, ¿qué hombre en su sano juicio querría estar con una mujer como yo?
— Si vas a comenzar con eso que dijo Nicole, estás equivocada —pasó las yemas de sus dedos por el rostro de Carmen—. Hemos estado juntos durante todo este tiempo, ya todos en la casa deben saber que estábamos en una relación por nuestras salidas —se acercó un poco más a ella—. Las cosas están así, te quedas conmigo y tu bebé estará bien…
— ¿Te estás escuchando? ¿Tienes idea de lo loco que suena esto?
— Carmen, lo qué te diga mi hermana está mal, ella en algún momento querrá tener hijos, porque los hombres de la organización buscan herederos —se sentó en la cama y encendió la lámpara—. Estamos aquí, en nuestro hogar.
— Supongo que tienes razón, no es cómo que tenga algo mejor que hacer cuando nazca el bebé —Carmen hizo una mueca—. No puedo ni sentarme bien.
— Es un bebé enorme, será fuerte.
Carmen le mostró una sonrisa de boca cerrada, Darren tenía muchas expectativas con esa relación que ni había iniciado. Al día siguiente, llegaron a la casa en autos separados, para su buena suerte, no había nadie cerca y ella pudo subir las escaleras con pasos lentos, ya que Darren tuvo que ir al despacho de su padre para tratar unos asuntos.
— Carmen —Natacha abrió la puerta de su habitación—. Sí que estás gorda.
— No estoy de humor para escuchar tus insultos de qué estoy gorda —se sentó con algo de dificultad en la cama—. ¿Qué quieres?
— Salir de compras —ella le mostró una tarjeta de color negro—. Mi padre me comentó que esta noche saldríamos, y no quiero ir sola.
— Esa salida es para ti, ve a molestar a otra persona…
— ¿Tan buena fue tu salida la noche anterior que no quieres salir conmigo? ¿Con quién te has estado viendo? —Natacha cruzó los brazos en su pecho—. Dijiste que no has podido olvidar a Damon.
— Damon hizo su vida lejos de mí —masculló—. No quiere saber de mí y si estás usando eso para alentarme a salir, no lo haré. Estoy cansada, este bebé está por salir.
— Sal conmigo.
— No, no saldré contigo —le apuntó—. Cuando salgo contigo, siempre es lo mismo. Me llamas gorda, mis pies están de igual modo y un montón de cosas más. Puedo ser tu amiga, pero todo tiene un límite y yo llegué al mío, maldita sea. Lárgate de aquí, busca a una de las empleadas de esta casa o vete sola.
— Carmen…
— ¡Que te vayas! —gritó adolorida, ya que una fuerte contracción llegó de imprevisto—. Joder.
— ¿Estás bien…?
— ¡Vete!
Natacha saltó en su sitio, Carmen nunca le había hablado de ese modo y tampoco es que ella le haya dicho alguna mentira, ella estaba muy subida de peso y solo podía ponerse vestido y pantalones anchos para dormir. Carmen comenzó a llorar cuando se quedó sola en la habitación, todo era su culpa, desde el primer momento que le propuso a Natacha que cambiara con esa chica en el aeropuerto, las cosas se vinieron cuesta abajo, porque robaron mucho dinero, y la familia de Damon las buscaba.
Carmen quiso regresar a tiempo, para solucionar todo, sin embargo, Carmen se acostaba con hombres peligrosos, le robaba dinero y ambas tenían que huir para salvarse.
— Carmen…
— ¡¿Qué?! —gritó enojada, y con los ojos húmedos—. Darren… lo siento, no sabía que eras tú.
— ¿Sucedió algo? ¿Por qué estás llorando? —Darren entró a la habitación, y cerró la puerta con pestillo—. Habla conmigo.
— No es nada —se movió hacia atrás en la cama, gimoteando—. Es el bebé, cada vez más las contracciones son más fuertes, pero puedo aguantar.
— Si son contracciones, es porque nacerá.
— No va a nacer, descuida —exhaló varias veces—. ¿Qué estás haciendo aquí? ¿Alguien te vio?
— Nadie me vio, descuida —Darren caminó hasta ella, y le ayudó a quitarse los zapatos—. Están muy hinchados tus pies, ¿seguro que todo está bien?
— Por supuesto —secó sus mejillas húmedas—. Aún quedan algunas semanas para que nazca, por lo que todo está bien.
— De acuerdo —Darren buscó en uno de los cajones la crema de coco para darle masajes—. Quiero que vayas conmigo a una fiesta.
— Eso de salir, no es para mí —subió los pies sobre las piernas de Darren—. Tu hermana vino para que la acompañara a salir, al parecer es algo importante.
— Entonces era eso, mi hermana te dijo cosas hirientes y te pusiste mal —Carmen se quedó en silencio—. Te lo dije, no le hagas caso. Eso es algo pasajero y volverás a tener tu cuerpo de antes.