El error que nos volvió a unir

7. Borracha.

Los años pasan y pesan bastante. Desde que nacieron los gemelos, la relación entre Carmen y él estaba más que bien. Le tomó un cariño enorme a esos dos, que los quería como si fueran sus hijos. Carmen no había querido salir de la casa, por miedo a que algo les pasara a los gemelos, por lo que terminaron por quedarse ahí a vivir. 

En más de una ocasión intentó sacarle información de quién podía ser el padre de esos dos, pero ella se negaba por completo a darle la información que quería. Únicamente tenía como indicio el nombre de un tal Damon, pero sin apellidos. 

— Papá —Liam corrió hacia él—. Arriba, por favor —rio.

Darren hizo lo pedido por él, sin embargo, no pasó mucho tiempo antes de que Carmen llegara con Dasha en brazos y con un envase de comida.

— Me dijeron que estabas fuera de casa —ella se estiró un poco para darle un beso—. ¿Cómo estás?

— Bien —sonrió hacia ella—. Mi padre decidió regresar a casa temprano, tenía que resolver algunas cosas —se encogió de hombros—. Al parecer descubrió algo y quiere verificarlo.

— Entiendo —Carmen arregló el cabello de su hija—. Has estado viajando mucho últimamente, ¿está todo bien?

— ¿Qué tanto me extrañas?

— Los niños te extrañan, dicen que eres su padre y que los tienes abandonados —ella hizo un puchero—. Tu hermana me comentó que hay mucho trabajo por hacer ahora mismo y que por eso ustedes no han tenido mucho tiempo para estar en casa.

— Haremos un viaje hacia Estado Unidos pronto —Darren se dio la vuelta, para caminar hacia el jardín—. Compré una casa porque mi padre lo ordenó, en dado caso de qué el viaje se vuelva más largo de lo normal.

— Oh, ¿te quedarás a vivir ahí y no volverás más?

— Hablaré con mi padre para que todos nos vayamos, también tengo una casa que no uso y que nadie sabe de su existencia —se detuvo para tomar la mano de Carmen—. Sé que el hombre con el que tuviste se llama Damon, pero no me quieres decir su apellido.

— Porque no lo veo necesario… —apretó un poco la mano de Carmen, haciéndola temblar—. Él debe estar haciendo su vida, no te preocupes.

— ¿Segura?

— ¿Esto no lo demuestra? —ella le mostró el anillo de compromiso que él le compró—. Rompiste muchas reglas por mí, es lo mínimo que debo hacer. Sé que no pertenezco a la organización y que me mantienes aquí por eso, pero sabes que esto…

— Es lo correcto —completó por ella—. Lo que diga mi padre, es algo que me tiene sin cuidado. Mi hermana es la que se casará pronto con uno de nuestros socios para unir fuerzas. El compromiso se anunciará en pocos meses.

— ¿Y el nuestro lo vas a anunciar?

— ¿Quieres que lo haga?

— No, sabes lo que pienso sobre la mafia —caminó con él—. Mis hijos no tienen por qué quedarse aquí.

— En algún momento ellos estarán dentro.

Carmen no le respondió, simplemente se mantuvo a su lado durante el camino al jardín. Esos niños eran una parte de él, no había necesidad alguna para dejarlos de lado, porque estaban en el paquete incluido. 

— Te dije que debes buscar una esposa que esté a la altura, no una mujer que no sabe ni en dónde está parada —le indicó que se sentara—. Puedes tenerla como tu amante, no más de ahí.

— Es lo que es, mi amante —mintió, metiendo las manos en los bolsillos de su pantalón—. Los niños serían buenos para el futuro de la organización…

— Eso es lo que opino, sin embargo, Nicole se casará con alguien que tiene propiedades que nos servirían mucho —William se pasó una mano por el cabello—. Esta noche saldremos todos, puedes llevar a esa mujer. Los niños se quedarán en casa.

— ¿Qué te tiene tan preocupado?

— Nicole, ella es la razón por la cual no puedo dejar de pensar en ciertas cosas que no me cuadran —le dio un largo sorbo a su bebida—. Se supone que debe saber muchas cosas de su madre, porque vivieron juntas durante veinte años…

— La madre de Nicole está muerta, solo que te niegas a aceptarlo —Darren rio, carente de humor—. Le haces esas preguntas porque sientes mucho remordimiento.

— Silencio…

— Nicole está dispuesta a casarse con alguien de mucho dinero, únicamente para hacerte feliz y salir de aquí —Darren sonrió arrogante—. Yo no me casaré con nadie, por el simple hecho de qué ninguna mujer en esta organización se merece el lugar.

— ¿Y esa zorra que tienes a tu lado, sí?

— Carmen está fuera del juego, es la mejor amiga de mi hermana…

— Lo sé, pero te la coges en cualquier sitio. ¿Consideras que no sé de ese apartamento que tienes en la ciudad?

— ¿Me ves con cara de qué me importa? —masculló—. Le diré a Carmen que alguien se quedará con los niños esta noche, para que no tenga de qué preocuparse.

William rio, carente de humor. Su hijo era un caso perdido, terco y no había poder en la tierra que le hiciera cambiar de opinión acerca de esa mujer. 

Le dijo a una de las empleadas que llamara a una de las niñeras para que se hicieran cargo de los gemelos. Salió de la casa, tenía que resolver los problemas que lo estaban carcomiendo lentamente. La dirección que le proporcionó al chofer era de un restaurante de negocios, por así decirlo.

— Has venido —dijo la mujer caminando hacia él—. Tu padre sigue insistiendo en que debo seducirte.

— Eso no pasará —la detuvo—. Sabes lo que pienso de casarnos. No es para mí.

— Eres un hombre que tiene treinta y tantos, Darren —la mujer tomó su mano en tono de burla—. Eres uno de los empresarios más codiciados del mundo. Sin embargo, parece ser que tienes otros planes, porque la edad que tienes…

— No va de acorde a mi rostro —sonrió haciendo de lado a la mujer—. Te lo dije antes, Maribel, no me apeteces como mujer.

— ¿Lo dices porque estás obsesionado con la mujer que se parece a tu esposa? —Darren se detuvo al escucharlo—. ¿Esa mujer sabe que estás con ella por el simple hecho de que te recuerda a tu esposa muerta?




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