El error que nos volvió a unir

8. Lo siento.

Carmen se mordió el labio inferior al ver a Darren hablando con su padre acerca de lo que había descubierto por parte de Natacha y de ella. Fueron unos tres años demasiado buenos, pero con el temor de que ese día llegara. 

Natacha cometió el error de hablar de más estando borracha y ahora sus vidas estaban en peligro. A ella no le importaba en lo más mínimo su vida, le importaba más la de sus hijos, los cuales estaban metidos en eso hasta el fondo. 

— Señor…

— Silencio, mujer —dijo William, levantando la mano hacia Natacha—. Tres años viéndome la cara de estúpido, sabiendo lo que podía ocasionar si en algún momento…

— Todo tiene una explicación —dijo Natacha, interrumpiéndolo—. Lo que pasa es que…

— Es que el dinero que vieron aquí fue tan maravilloso que no desearon decirnos nada —comentó Darren, con aire de desgano—. Tres años creyendo en las palabras de estas mujeres…

— Tampoco es cómo que ustedes hayan decidido buscar las pruebas en otro lado o hacerlas como una persona normal —bufó Carmen—. ¿Nos van a matar?

— No, no harán eso, porque tengo información importante para ellos —dijo Natacha, con aires de grandeza—. Sé en dónde está su hija, con quién se casó y que ha pasado con su vida en estos últimos años.

— Habla —demandó William golpeando el escritorio—. O serás tú quién termine por pagar los platos rotos.

— Solo si me prometen que no me harán nada…

Solo si me prometen que no me harán nada. Carmen sintió un puñal en su pecho cuando escuchó esas palabras de Natacha.

— Yo se los diré, a cambio de que mis hijos estén a salvo y que no les pase nada —intervino Carmen—. ¿Me pueden dar su palabra?

— Al menos sabes hacer negocios, no como otras —William ladeó la cabeza—. Si la información que me das es buena, tus hijos estarán a salvo. De lo contrario…

— Es bastante buena —Carmen suspiró—. Nicole se casó con Volkan Richter, el hijo de uno de sus socios —se pasó la lengua por los labios—. Ella tuvo un hijo con él, hace poco salió en las noticias que el niño estuvo hospitalizado por problemas de salud, no sabemos a qué se refiere porque cortamos contacto con ella hace mucho tiempo, pero por lo que hemos sabido, su madre había muerto años atrás…

— ¿Qué su madre murió? —preguntó William, sin poder creerlo—. Imaginé que era mentira.

— No, su madre murió de cáncer, ella se quedó con todas las deudas del tratamiento, se casó con Volkan, haciéndose pasar por Natacha, quedó embarazada, huyó porque él supuestamente era estéril —Carmen hizo una pequeña pausa—. Él la anduvo buscando durante años y ahora regresaron a vivir cómo si fueran una pareja feliz.

Carmen vio que William se quedaba pensativo con lo que ella acababa de decirle. Ella no se atrevía a mirar a Darren, no porque no quisiera, sino que estaba metida hasta el tope con la situación.

— Nos iremos lo antes posible a Estados Unidos, cancela la fiesta que teníamos hoy —le ordenó William a su hijo—. Estas mujeres irán con nosotros.

— Será mejor que se queden aquí, porque de lo contrario…

— Hay un plan, deben escucharme si quieren recuperar a Nicole, su verdadera hija.

William escuchó todo atentamente, Carmen no pudo negarse, ya que ellos no se lo permitieron. Su vida estaba en las manos de esas personas y lo peor de todo es que querían usar eso de que Natacha fue usada por Nicole para tomar ese lugar. Darren no hizo ningún movimiento para detener eso, lo que más se temía.

— Pueden irse, arreglen sus cosas. Nos iremos en unas horas —ordenó William.

Carmen se levantó como alma que lleva el diablo. Ni siquiera le importó que Natacha necesitara ayuda por su borrachera, sus hijos eran más importante que cualquier cosa.

— Pueden irse, me quedaré con ellos —les ordenó a las niñeras, y ellas asintieron antes de salir.

Cerró la puerta con seguro, y se dejó caer en el piso con las manos en la cabeza. El anillo en su dedo lo sentía tan pesado que terminó por quitárselo, estaba jodida. Darren iba a matarla en cuanto tuviera oportunidad y todo por culpa de Natacha, la misma mujer que los metió en ese lío.

— ¿Mami?

— ¿Sí, amor? —dirigió la atención hacia su hijo—. ¿Te pasa algo?

— ¿Por qué estás aquí? ¿Peleaste con mi papá?

— No, Liam, nada de eso —se arrastró hacia dónde se encontraba su hijo—. Nos iremos pronto, a otro país —acarició su vientre—. Darren y yo estamos un poco distanciados, eso es todo.

— Bien, gracias, mamá.

Los labios de Carmen temblaron al ver los ojos de su hijo, tenía la misma actitud de Damon, sin embargo, Darren era la persona que pasaba más tiempo con ellos y a quién consideraban su padre. 

Dasha gateó hacia ella, subiéndose en sus piernas para buscar un poco de su calor. Su pequeña no había emitido siquiera una palabra desde que nació, pero todo estaba en proceso.

Unos toques en la puerta la asustaron.

— Señora, el señor Darren nos envió para preparar el equipaje de los niños y el de usted —dijo una empleada—. ¿Puede abrir la puerta, por favor?

Carmen suspiró, abrió la puerta con desgano y dejó que ella entrara, seguido de otra persona. Ella caminó hasta el balcón, dejando la puerta abierta para vigilar a su hijo. 

Los guardias que rodeaban la casa estaban hablando entre ellos, se imaginó que Darren estaría fuera de la casa, pero los autos se encontraban estacionados en la entrada.

— ¡Papá! —gritó Liam, hacia la persona que entró—. Mamá está triste.

— Por esa razón —Darren lo cargó, y caminó hasta dónde estaba ella—. Nos iremos todos a Estados Unidos, conoceremos a muchas personas y, de paso, sabremos muchos secretos.

— No vayas por ahí, Darren —pidió—. Los niños no tienen que estar metidos en esto, deja todo de lado y olvídate de qué alguna vez tuvimos algo.

— Lucrecia —llamó a una de las sirvientas—. Saquen a los niños, tengo que hablar con mi mujer.




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