El Espectro en el Cobertizo

XVIII - CREEPY

Había iniciado la noche con total libertad y me hallaba venerando a la media luna aquella, que resplandecía notoriamente en la noche. El temporal de nieve conformaba las estridentes ramificaciones de un abedul. No obstante, mis ojos yacían fijos en los tres hombres presentes en el campamento.

La conversación suscitaba y los muchachos contaban sus hazañas, con libertad, a medida que el astuto hombre cocinaba el alimento, a costa de un sutil temblequeo que comenzaba a incomodarle.

Incesantemente, sus ojos se volteaban hacia el cobertizo.

– ¿Por qué has ido allí muchacho? –

Se planteaba, tratando de no alertar al par de cobardes. Sabía que sólo él podía ir a averiguarlo todo.

Sin embargo, por alguna razón, desde que había llegado, jamás volteaba la mirada al sitio. ¡Siquiera cuando había bromeado con respecto al oso!

En estos momentos lo hacia y reflexionaba.

Naturalmente, comencé a sonreír, como si pudiese detectar esa misteriosa comezón en su inconsciente. Añoraba morder su cuello, sentir la esencia y comprender que era lo que tanto le angustiaba.

De repente, la conversación se tornó fluida hacia él y me permití oírle con atención.

– ¿Por qué decidió venir a toda prisa a este lugar señor? –

El astuto observó de lado y alertó al que consultaba, mientras el otro contemplaba hacia el oculto hogar y el cobertizo. Si bien sus palabras no eran audibles, yo podía leer sus labios. Reptidamente musitaba:

 «Creepy... Creepy... Creepy... Creepy»

 Temporalmente, el astuto olvidó la cocción de los alimentos, se dirigió a los muchachos y explicó:

– Yo solía vivir en esta área. Y, desde luego, me preocupaba que algo pudiera sucederle a mi cabaña –

Pensamientos sádicos se conformaban en mi mente, intentando intuir sus razones.

– Una cabaña, ¿eh? o ¿un amor de su adolescencia? –

Respondió el muchacho, con soltura, siendo inevitable no perder de vista cómo el hombre recluía la mirada hacia el terreno y presionaba los dedos en el mango de la pala. Aquella con la que había enterrado y desenterrado luego al ciervo que, repentinamente, asemejaba a su objeto más preciado.

Tuve una sospecha, era inevitable. ¿Acaso no la has tenido tú también?

¿Por qué este corajudo hombre poseía tanta decisión?

¿Sería que este sitio se tratara, en realidad, de su ´hábitat?

Después de todo, el hombre fue quién decidió enterrar al cadáver, quién luego lo desenterró y, luego, se encargó de seccionarlo y cocinarlo a fuego lento.

Y, de repente, el astuto contestó:

– Puedes llamarme Jeff. Yo vivía aquí hace 3 años –

Mis ojos resplandecieron con notoriedad al recordar a la joven... O bien, quizás, debería decir que alguna conexión química me hacía constatar que se trataba de Belladona... Su hija.

– ¡Eso es aún mas Creepy! Has dejado que el otro fuera a ese sitio y se condenara. ¡Tienes un oso de mascota y seguramente no le has alimentado por 3 años! –

Ante el delirante comentario, los otros rieron a carcajadas a pesar de que el frío no permitíera respirar con voluntad.



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En el texto hay: misterio, gore, sobrenaturales

Editado: 19.10.2022

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