El Espectro en el Cobertizo

XXIX - LA REPRESALIA

Quizás los bosques redujeran lo suficiente la luz solar hasta cerca del mediodía, en que el sol se elevara por encima de toda sombra dispuesta. Solo debía resguardar mi cuerpo con algo el tiempo suficiente hasta escapar de los hombres.

En medio de toda esa hipnosis de posibilidades, me vi cayendo sobre la herida de Jeff que brotaba sangre, tal manantial de frescura, cuando, repentinamente, la descarga de la recortada me destrozó el ojo, parte del pómulo, la nariz y, prácticamente, la mitad de mi cráneo.

Aterrado gritaba el muchacho al palpar la atroz escena y tal aullido motivó a los oficiales a internarse de lleno en el hogar.

Sentí como el rostro me palpitaba. Intentaba regenerarse pero el proceso se volvería muy lento y delicado. Por lo tanto, vaya ironía, decidí hacerme el muerto.

Los oficiales apuntaron sus armas al malherido hombre de la casa que, a falta de municiones soltó la escopeta. No obstante, a paso atrofiado tomó la estaca que había fabricado durante la noche, luego de arrancar un peldaño, y se disponía a darme el golpe de gracia.

Mis segundos estaban siendo contados. Pero, ante la presencia policial, Jeff se veía como el agresor.

– No des un paso más –

El hombre yacía pálido. Los rifles le apuntaban y en mí se desdibujaba una macabra sonrisa entre restos de huesos, mandíbula y sangre.

Lentamente me reconstruía, observando el cuadro de Bell sobre el suelo, entre ajos, sal, astillas y cristales.

– Cometen un grave error – Exclamó el hombre, al punto de perder la cordura.

– Ya hemos visto lo suficiente en esta noche, maníatico –

El hombre se hallaba malherido y su juicio era deplorable.

Para mi suerte, Jeff se encontraba de pie. Me ocultaba lo suficiente con su espalda y de su pierna comenzaba a chorrear la sangre que, descendiendo por detrás de su rodilla se dirigía a conformar un extenso charco.

Los guardabosques no lograban avizorar la completa situación.

Considerarían que, el hombre aquél, se habría vuelto loco, habría secuestrado a dos hombres, uno se encontraba atado y el otro lo habría reducido con la descarga de su escopeta.

La situación era tan confusa que, faltando más, le amenazaban con dispararle ante cualquier furtiva acción.

Y, aunque tuviera todo previamente pronosticado, los oficiales ya eran un incordio para mi también.

– ¡Él ha hecho todo! ¡Es un vampiro! – Clamaba, con angustia, Jeff y los oficiales alzaban el ceño.

No era suficiente con haber visto a mi esbirro. Quizás el tema fuera tabú para algunos.

– Levanta las manos y suelta esa cosa –

El hombre negaba instintivamente, mientras que yo deslizaba, lentamente, la mitad de mi lengua sobre sangre ajena.



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En el texto hay: misterio, gore, sobrenaturales

Editado: 19.10.2022

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