El Esposo De Mi Amiga

Capítulo 3

—Me casaré con otra pero nunca te olvidaré…

Lo que pensaba Lucca

 

CAPÍTULO 3

 

Solo tengo un pensamiento en mi cabeza y es que debo irme de la casa de Verushka antes de que llegue Lucca.

Lo nuestro no duró tanto tiempo pero igual fue bastante intenso. Incluso llegó a presentarme a su familia. Íbamos juntos a todas partes y la pasábamos genial. No obstante, había algo que me impedía entregarme por completo. Es difícil de explicar. Como si me diera cuenta que él era solo una distracción en lo que conocía el amor verdadero. ¡Vaya manera egoísta de explicarlo!

—Si por mí fuera, me casaría hoy mismo contigo —me dijo en una  ocasión.

—No seas tontito —riposté —Apenas estamos conociéndonos —respondí titubeando con las primeras palabras trilladas que me salieron por la boca.

—Me parece que te conozco de siempre y que no podría ser feliz con nadie más. Eso sin contar que tu olor, tu piel, tus labios y toda tú me parecen fascinantes —me dijo en medio de un éxtasis de amor que solían ser frecuentes en él.

Yo me escabullía, seguía sintiendo que aquello era bonito pero no era mi destino.  Tal vez por eso no me lo pensé mucho el día que conocí a Alessandro y entonces el delirio y éxtasis de amor lo comencé a padecer yo. 

Con Alessandro todo fue distinto.

Sin duda, unos de los flechazos más acertados en la historia de Cupido. Era alto y de cuerpo fornido sin exagerar en musculatura. Tenía una mirada que parecía taladrarme hasta descubrir mis pensamientos. Sentía que me hipnotizaba si miraba a sus ojos demasiado tiempo. Aquellos ojos que cambiaban de verdosos en días soleados a tornarse grises en días de lluvia. Sus manos, eran en definitiva, su mayor atractivo. Eran grandes y con venas pronunciadas, muy diestras a la hora de amar. Hábiles para tocar y palpar hasta lo más recóndito de mi cuerpo, llegando a los lugares que hasta entonces fueron vírgenes y sagrados. En ocasiones, me detenía a mirarlas y me daba la impresión que si aquellas manos pudieran hablar, contaría historias que harían sonrojar hasta al más experto y avergonzar al más audaz.

Poseía además, un don de gente inigualable. Era emprendedor y con sentido de poder, por eso ejercía influencia sobre la gente. Sabía lucir poderoso y no era un jefe cualquiera ya que también era el socio mayoritario de la empresa Extravangancia LTD, dedicada a bienes raíces. La revista en la que trabajo es solo una muestra de las propiedades de un gran imperio. Todos quieren tener una propiedad adquirida en Extravagancia LTD, pero pocos pueden. Alta adquisición únicamente disponible para la clase alta, los grandes empresarios del mundo, políticos y gobernantes, en los últimos años, a jóvenes exitosos en el mundo de la tecnología y el espectáculo. Cualquiera que pudiera pagar su precio y comprar el prestigio.

Cuando vi a Alessandro por primera vez, desconocía su poder y su posición. Yo sencillamente quedé prendada de su atractivo físico y su arrolladora personalidad. No puedo negar que conforme lo iba descubriendo, su vida me pasó en un pantallazo deslumbrante. Siempre pensé que ese tipo de hombre solo existía en las novelitas rosa que leía de chica, que no existían en la realidad. Pero heme aquí. Tiempo después, por increíble que parezca, me casé con un fascinante príncipe dueño de grandes casas y edificios. Pero en una de las tantas vueltas de la vida, me he quedado ahora sin el príncipe, sin la novela rosa y hasta sin techo.

Al llegar a la casa, Verushka me estaba esperando. Quería mostrarme la ropa que compró para recibir a Lucca cuando llegara.

—A ver, dime que te parece este —me decía mientras aparecía frente a mí con un hermoso atuendo de dos piezas, color rosa pálido.

—Me  parece muy bonito. Ese color te queda muy bien —dije intentando sonar animada.

—Es que quiero que este de buen humor cuando llegue y tenga que decirle lo de mi trabajo —me respondió con las claras intenciones de que le preguntara a que se refería.

—¿Decirle lo de tu trabajo? ¿A qué te refieres?

—¡Me han dado un ascenso!

—¿De veras? ¡Felicidades!

Yo estaba en verdad muy feliz con la noticia de su ascenso pero ella lucía entre contenta y angustiada y no pude entender la razón

—¿Y por qué la cara de angustia? —le pregunté con genuino interés.

Titubeó antes de responder. Pude notar que algo le inquietaba pero no apuré la respuesta.

Se entretuvo acomodando su ropa nueva en la percha de su armario hasta que finalmente me soltó.

—Lucca desea tener un hijo pronto.

Sentí una inexplicable punzada en el corazón pero disimulé y continué con la plática.

—¿Y? ¿Acaso no lo deseas tú también?

—Yo también. Es solo que con esta nueva posición en mi trabajo, no puedo darme el lujo de embarazarme ni tener nauseas matutinas, ni enfermarme ni nada que se le parezca. ¿Sabías que hay mujeres a las que el médico ordena reposo absoluto durante los nueve meses? —me cuestionó mientras abría grande sus ojos y ponía expresión de incredulidad.

Yo solo asentía y escuchaba mientras ella continuaba con su diatriba.

—¡No puedo correr ese riesgo, amiga! Es una posición importante que requiere muchas horas, mucho sacrificio de horario y en ocasiones hasta viajes de negocios. No podría hacer todo eso con un embarazo o un bebé —me explicó como si estuviera practicando conmigo lo que planeaba decirle a Lucca.

Se quedó pensativa por un rato y luego añadió:

—Hay otra cosa que no te he contado…Estoy tomando anticonceptivos y él no lo sabe.

—¡Verushka! —atiné a decir alarmada.

—Compréndeme, ¡He estado esperando tanto este ascenso! He luchado por crecer en mi carrera profesional y solo deseo estar en una excelente posición en la empresa antes de comenzar a tener familia…—explicó a modo de justificación.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.