El Esposo De Mi Amiga

Capítulo 5

—Si no vas a hablar ¿por qué me persigues?

Isabella a la pelirroja

 

CAPÍTULO 5

 

¿Y desde cuando las cosas son perfectas en la vida de Isabella?

Esa era le pregunta que me martillaba en la cabeza. Todo me estaba saliendo tan bien que me parecía sospechoso. Iba manejando de regreso a la casa de Verushka haciendo mil planes en mi mente. Como se lo iba a decir, cuando me mudaría, como sería mi nueva vida y todo lo demás. Intenté disfrutar el golpe de suerte sin sabotearme. Traté de mantenerme ecuánime y dejar todo fluir sin que los pensamientos negativos me entorpecieran la felicidad que me causaba mudarme a mi nuevo hogar.

Cuando llegué, la encontré echa un mar de lágrimas.

—¿Estas bien? ¿Qué ha pasado? —le cuestioné mientras colocaba la cartera sobre la mesa y me acerqué apresurada.

Verushka me miró con tristeza. Luego de dejarla desahogarse en llanto y abrazarla dándole suaves palmadas de cariño en la espalda, se recompuso un poco y logró hablar.

—Es que sabes que Lucca regresa pronto y…bueno, estoy feliz por eso pero…también ya me pautaron mi primer viaje de trabajo y ya sabes…yo quería estar con él cuándo llegara y darle tiempo para que se acostumbrara a la idea de que viajaré de vez en cuando. No imaginaba me asignarían un viaje tan pronto, salgo en dos días y …

Las lágrimas la ahogaban y le tomó tiempo recomponerse.

—No tienes que sufrir así por algo que todavía no ha sucedido. Cuando hables con tu esposo le cuentas. Tal vez él te comprenda y te apoye. No intentes cruzar el rio antes de llegar al puente, amiga —la consolé.

—¿Lo crees? ¿En verdad piensas que no le moleste? —cuestionó mientras se secaba el llanto del rostro.

—¡Por supuesto! No seas tontita y no llores más. Además, tengo una buena noticia que darte. ¡Me ha pasado algo formidable!

Le conté lo del apartamento que logré transar con Alessandro y aunque se alegró me expresó que lamentaba perder mi compañía tan pronto. Nos habíamos acostumbrado a la mutua compañía en muy poco tiempo. Verushka disfrutaba cada vez que yo cocinaba y degustaba con verdadero placer. Yo no me sentía tan experta como ella me hacía sentir pero supongo que para alguien que deteste cocinar, cualquier cosa será un manjar. Me repetía que no fuera modesta, que vaya que cocinaba yo muy bien. Cuando llegó la hora de dormir, me acosté sintiéndome satisfecha. Mi vida volvía a encaminarse. Encontré un lugar donde vivir y estaba agradecida con la amiga que me había dado la mano cuando más la necesitaba. Mejor aún era saber que no viviría situaciones incómodas cuando regresara su esposo, quien fue mi hombre en el pasado y de quien guardo los más bellos recuerdos.

 Pero eso ella no tenía por qué saberlo…

***

Al siguiente día, en cuanto llegué a la oficina, comencé a realizar todo el papeleo necesario para poder irme a vivir a mi nuevo apartamento. Me daba pavor que Alessandro fuera a cambiar de parecer y a utilizar quien sabe que artimaña para insistir en que volviera a la casa con él. Cualquier cosa menos eso. La proximidad de Alessandro no dejaba de afectarme. No me eran indiferentes sus intentos de reconquista. Todavía era mi esposo y los sentimientos no se arrancan del corazón de un día a otro. Cada vez que veía su figura acercarse me temblaba hasta el alma. Por fuera me mostraba fría como una estatua, había interpuesto una barrera de hierro entre nosotros. Pero la verdad era otra. Sentía que todavía lo amaba, que aún me embriagaba su perfume cuando al llegar su aroma impregnaba todo el lugar. Tampoco había perfeccionado totalmente el arte de ignorarlo porque aún me estremecía cuando lo sentía cerca.

No.

No lo había olvidado ni me era indiferente.

No.

No se arranca tan fácil un amor del corazón.

Decidí sacudirme aquellos pensamientos y enfocarme en lo importante: en mi nuevo hogar.

Descubrí que el apartamento tenía el servicio de agua pero todavía no se le había realizado la conexión de electricidad. Como sé que en esta ciudad eso es una labor que en ocasiones toma varios días o hasta semanas, hice todas las gestiones necesarias para acelerar el proceso. La empleada que me atendió me aseguró que tratarían de conectar a la brevedad posible. Le agradecí su atención y cruce los dedos para que así fuera. 

Massiel llevaba días mirándome con expresión de angustia. Pareciera que quiere decirme algo pero no se atreve. Incluso, he notado sus intentos para entablar conversación pero se calla en cuanto tropieza con mis respuestas en monosílabos.

Sí.

No.

No creo.

Humm.

Okey.

No quiero hablar nada con ella, no tenemos nada más que hablar que no sea trabajo. A ella también le debo estos días de zozobra que estoy viviendo. Tan culpable uno como el otro. No quiero ni pensar en esto porque vuelvo a sentir el enojo que quisiera dejar atrás. Pero eso es una  labor titánica cuando tienes que enfrentarte y compartir cada día con las dos personas que destruyeron el amor y la amistad que ofreciste. Verlos cada día supone un nuevo reto y debo conquistarme a mí misma, convencerme que puedo seguir adelante aun sin poder poner distancia ni dejarlos atrás. Esa es mi lucha y pienso vencer. Con ellos y a pesar de ellos.

***

Al salir de la oficina me encontré nuevamente con ella.

La pelirroja, la mujer que me persigue.

Creo que estoy empezando a acostumbrarme a encontrármela dondequiera. Sus rizos rojizos ya me son familiares. Esta vez, me detuve a observarla sin importarme si se daba cuenta porque al fin de cuentas creo que eso es lo que desea. Quiere que la note, que la mire, llamar mi atención.




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