El Esposo De Mi Amiga

Capítulo 8

CAPITULO 8

 

“Me llamarás antes de lo que imaginas.”

Pensamiento de Aranxa

 

Ya bastaba.

Ese misterio tenía que resolverse.

Me bajé del auto deprisa. No quería darle tiempo a que se escapara. Pronto me di cuenta que no había necesidad de apresurarme porque en esta ocasión no se movió de sitio ni intentó escapar. Noté que ahora su embarazo era más que evidente y por alguna razón sentí que eso ya no me perturbaría. Tal vez porque pensé que ese hijo podría ser de Alessandro y él se iba convirtiendo poco a poco en solo una sombra de mi vida.  Si acaso, ese embarazo podría ser la estocada final a lo que sentía por él.

—¿Quién eres? ¿Por qué me persigues? —cuestioné sin rodeos.

Ella se quedó mirándome fija. Parecía estar buscando valor para decir lo que fuera a decir. Me disponía a repetirle las preguntas y de ser necesario a exigirle respuestas pero tampoco hubo necesidad.

—Me llamo Aranxa y voy a tener un hijo de Christian —soltó de golpe y su rostro dibujó un claro alivio. 

Quedé confusa con su confesión. Esto no tenía nada que ver con Alessandro ni conmigo.

¡Christian era el esposo de Massiel!

Me tomó un rato reponerme de la sorpresa. Si bien conocía a Christian desde hacía mucho tiempo y lo consideraba mi amigo, pensaba que él era tan solo otra víctima más de la infidelidad de Alessandro y Massiel. Jamás imaginé que él también tenía amoríos en la calle.

—Creo que entonces te estas equivocando de persona. Esto deberías contárselo a Massiel y no a mí —respondí dejándole saber que yo no era la esposa de Christian ni me interesaba conocer sus deslices.

—Eso lo sé —respondió haciendo un leve movimiento afirmativo con la cabeza.

—¿Entonces? —le pregunté gesticulando con las manos en señal de que no estaba comprendiendo.

La pelirroja se pasó suave la mano por el vientre y comenzó a hablar.

—Christian y yo hemos estado saliendo juntos desde hace algún tiempo y estoy enamorada de él. Este embarazo, sin embargo, no fue premeditado. Me estaba cuidando pero bueno…sucedió. Siempre supe que era casado pero me enamoré. No lo pude evitar…—confesó entre amagues de llanto que me ponían más incómoda de lo que ya estaba.

Una parte de mí se conmovió. Pudo ser que me sentí identificada con aquello de amar un hombre que está con otra. De todas maneras, si no me estaba confundiendo, no entendía que tenía yo que ver con todo aquello.

—Comprendo tu situación y lo lamento. Pero insisto en que yo no soy Massiel y no tengo nada que ver con esto.

Entonces me contó que Christian le seguía dando largas al asunto y no tomaba ninguna decisión, que su embarazo avanzaba y se sentía perdida. Deseaba que Massiel se enterara para agilizar así una reacción, para que él tomara una decisión pero no quería ser ella quien precipitara los hechos. Más bien, deseaba que por una casualidad del destino o por comentarios de un tercero, Massiel se enterara de los amoríos de su esposo. 

Y pretendía que yo le sirviera de señuelo.

Me pasaron muchas cosas por la mente. Desde un odio visceral por todos los hombres que juegan con las mujeres, lástima por la chica que tenía en frente, embarazada y dejada a su suerte hasta incredulidad por su intención de utilizarme a mí para arreglar su vida.

—Lo siento, no puedo ayudarte. Tengo bastantes líos en mi vida como para meterme en uno más —le respondí y con eso dicho me dispuse a montarme nuevamente en mi auto para marcharme de allí.

De una manera inesperada, me haló por el abrigo y sujeto mi brazo para impedir que me fuera.

—Ella no merece que le tengas lástima. Te recuerdo que se acostó con tu marido —me espetó con frialdad.

Tenía razón.

Pero aun así yo no tenía intenciones de meterme en aquel enredijo. Me solté de ella con brusquedad y la dejé allí sola, habiendo perdido la empatía que por un momento le tuve.

—¡Llámame! —la escuché gritar a lo lejos.

Me había ido y estando detrás del volante caí en cuenta que ya me había dicho lo que quería decirme y seguramente ya no la vería más. Era incomprensible entonces que me pidiera que la llamara.

¿Para qué? ¿A cuál número si nunca me lo dio?

Llegué a mi nuevo apartamento. Todavía no le habían instalado el servicio eléctrico pero a pesar de eso, resolví quedarme. Eran días de principios de otoño y todavía se podía subsistir sin calefacción. El lugar estaba completamente vacío y utilicé parte de mi dinero para comprar las cosas más importantes. Una cama, las cobijas, un par de toallas, productos de higiene…lo demás podía esperar. Es fácil subsistir con lo básico cuando uno se encuentra en una situación desesperada como lo estaba yo en aquel momento. Así hubiera tenido que dormir en la calle, no me hubiera quedado un día más a solas con Lucca.

Recibí una alerta de mensaje en móvil. Era de Verushka en respuesta al que le había enviado notificándole el regreso de Lucca. Me pedía disculpas por haberme puesto en esa situación pero recalcó el desconocer que su esposo llegaría esa noche. Le respondí que no se preocupara y le notifiqué que ya me había mudado a mi nuevo apartamento. Respondió con rapidez para cuestionarme por qué lo hice, que podía quedarme en su casa, que seguro mi nueva casa no tenía todavía el servicio de electricidad ni estaba habitable. Le respondí que no se preocupara, que todo estaba bien y que estaba contenta de haberme mudado. Eché a un lado el teléfono mientras pensaba que muchos problemas se pueden tener y tratar de resolverlos minimizando o hasta negando su existencia.




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