De píxeles y cables, un reino se alza,
frío y perfecto, donde el control abraza.
La lógica danza, la eficiencia es ley,
el pulso humano, ¿qué rol juega en él?
Conectas mundos, acortas la distancia,
mas forjas muros, una extraña constancia.
En la pantalla, el alma a veces se oculta,
la cifra reina, y la emoción resulta...
Una falla, un virus, un error en el plan,
que obliga a mirar, más allá del afán.
Entonces, la grieta en el algoritmo frío
revela el latido, un eco, un desafío.
Que el cálculo puro no abarca el sentir,
ni un código exacto nos puede definir.
Pues bajo el metal, la luz que nos guía,
es el frágil puente, que el corazón forja día tras día.